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El Gobierno griego dice que el país está atenazado por las fuerzas “extremistas”

Samarás no convocará elecciones aunque la ultraderecha retire a sus diputados y equipara a los neonazis con la oposición de izquierda

María Antonia Sánchez-Vallejo

En las intensas tertulias políticas de la televisión —lo más parecido a un corral de gallinas en su apogeo de cacareos— hace tiempo que viene hablándose de la "teoría de los dos extremos", Aurora Dorada (AD) por la derecha, con 18 diputados en el Parlamento, y Syriza, principal partido de oposición, que cuenta con 71 diputados, por la izquierda.

El Gobierno que preside el conservador Andonis Samarás recurre a la existencia de ambos polos, equiparándolos —como no se cansa de denunciar el partido de Alexis Tsipras—, para presentarse como fiel de la balanza, como el equilibrio posible y necesario para un país abismado en la crisis.

El Ejecutivo de coalición griego ha enarbolado aún más esta idea en los últimos días para, primero, descartar la convocatoria de elecciones anticipadas incluso aunque AD retire en bloque a sus parlamentarios —"los comicios solo favorecerían a AD y a Syriza", es el mensaje más repetido— y, segundo, desgastar a la coalición izquierdista, prácticamente empatada en intención de voto con Nueva Democracia, el partido de Samarás, ante un futuro inmediato en el que todas las opciones están abiertas. "Extremistas son los que quieren sacar al país de la OTAN y la UE", señalaron anteayer fuentes del Ejecutivo, en una evidente referencia a los partidos contrarios al rescate, Syriza a la cabeza, pero también lo rechaza Aurora Dorada en el Parlamento.

"Samarás tiene elementos de ultraderecha en su Gabinete, como el ministro del Interior, Nikos Dendias, o su consejero Failos Kranidiotis, el ideólogo de esta teoría", señala el politólogo Babis Kugemitros. "Aunque ahora carga con el estigma del asesinato del rapero, AD resulta un partido necesario, bien para atraer a parte de sus votantes, bien para pactar con la formación, una vez depurados sus elementos más sucios, porque, aunque Samarás gane las elecciones, necesitará apoyos para gobernar", advierte Kugemitros.

Con uno de los extremos ahora renqueante, está por ver cómo se recompone el equilibrio precario de un sistema político amenazado —como el país— de ruina.

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