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El mundo político brasileño, en vilo ante la decisión de Marina Silva

La ecologista tiene que anunciar si concurrirá a las elecciones con un partido distinto al suyo

Juan Arias
Silva anunciará su decisión este sábado.
Silva anunciará su decisión este sábado. F. BIZERRA JR (EFE)

La ecologista Marina Silva ha tenido todo el viernes en vilo al mundo político y a la opinión pública brasileña mientras deshojaba la margarita de si se presentará o no a las elecciones presidenciales. Si decide hacerlo, tendrá que ser con otro partido ya que el suyo, la Rede Sustentibilidade, no podrá participar en las los comicios por faltarle, según el Tribunal de Justicia, 52.000 firmas de las 492.000 que necesitaba. 

Había sido anunciado que Silva daría una respuesta en la tarde del viernes. El anuncio fue aplazado varias veces hasta que decidió seguir reflexionado toda la noche y también el sábado, último día útil para tomar legalmente una decisión.

Durante toda la tarde del viernes, se daba por hecho que la ambientalista renunciaría a presentarse en las listas de otro partido por el simple hecho que ella había creado la Rede como alternativa a las viejas formaciones. Silva defiende una forma distinta de hacer política, más centrada en las necesidades y exigencias de la gente que en los intereses personales de políticos y partidos tradicionales.

Tal era la convicción de que Marina Silva esperaría al 2018 para disputar las presidenciales, que algunos partidos habían empezado a celebrar su salida de la disputa política, mientras otros hacían ya cálculos para ver cómo podrían repartirse los 20 millones de votos que le daban los sondeos.

El Partido de los Trabajadores (PT) que Silva había ayudado a fundar junto con el expresidente Lula da Silva y en el que ha militado durante 30 años - antes de decidir dejarlo para seguir un camino propio de defensa sobretodo del medio ambiente y de una economía sustentable – ha sido el más duro con ella. “Se cree por encima del bien y del mal", escribió Gleber Naime, de la Dirección Nacional del PT, quién la acusó en Twitter de “escupir sobre el plato que le había dado de comer” y de “haber olvidado su historia”.

Los partidarios de la candidatura de la presidenta Dilma Rousseff también celebraron la posible salida de Silva de la disputa presidencial, ya que eso podría beneficiar a la actual presidenta e incluso significar que ella ganaría en la primera vuelta.

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El dilema de conciencia de la ecologista no es fácil. Sabe que técnicamente la justicia electoral le dado un no, a pesar de que existan dudas sobre si hubo o no una maniobra para impedirle disputar con sus nuevo partido las elecciones.

Al mismo tiempo, es consciente de que detrás de ella existen 20 millones de ciudadanos dispuestos a votarla porque aspiran a una alternativa en la política, como habían pedido las protestas callejeras del pasado mes de junio. Y Silva, que fue ministra de Medio Ambiente, es la única candidata que se presentaría como alternativa. Sería una novedad en el mundo de la política, hasta el punto de que no ha querido que su nueva formación, la Rede, pueda considerarse un partido en el sentido tradicional.

No sabemos lo que la noche le aconsejará y qué diálogos estará teniendo con los partidos que le han ofrecido presentarla a las presidenciales. Ni qué garantías y exigencias les estará presentando para que pueda concurrir en un partido tradicional sin traicionar su voluntad de ser alternativa a dichos partidos.

Silva, que es una especie de mística de la selva y de la Biblia, con una biografía limpia de casos de corrupción política, pronunció el jueves una frase enigmática, casi evangélica, como respuesta a la pregunta de si se presentaría. Dijo: "Nadie está en la posesión de la verdad. La verdad está entre nosotros". Y a los que ya celebraban su derrota les recordó que "aunque se corten todas las flores, no por ello la primavera dejará de amanecer".

Es también suya la frase de que los políticos deberían aprender la lección de Abraham, que a los 90 años plantó un árbol a sabiendas de que sólo los que le seguirían lo verían crecido.

Los escépticos prefieren recordarle que la política, con todas sus sombras, es el "arte del compromiso" y del "pragmatismo", y que no se puede escribir sólo con los sueños del corazón. 

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