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Concluye la intervención por un hematoma craneal a Cristina Fernández

La presidenta de Argentina se ha sometido a una intervención quirúrgica para drenarle su hematoma de cráneo Un portavoz del Gobierno afirma que la cirugía transcurrió "sin complicaciones"

Francisco Peregil
Partidarios de la presidenta se concentran a las puertas del hospital Favaloro, en Buenos Aires.
Partidarios de la presidenta se concentran a las puertas del hospital Favaloro, en Buenos Aires.Martín Quintana (EFE)

La operación a la que fue sometida en la mañana de este martes la presidenta argentina Cristina Fernández para tratar su hematoma craneal ha finalizado ya, según ha informado el Gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, alrededor de las 11.35 hora local. Un portavoz del Gobierno ha detallado que la intervención transcurrió "sin complicaciones" y que la mandataria está ya en su habitación "de buen ánimo" y evoluciona favorablemente.

La Casa Rosada había anunciado el día anterior que la operación se iniciaría a las ocho de la mañana. A las 7.35 (12.35 hora peninsular española), Fernández entró en el quirófano y minutos antes de las ocho y media comenzó a ser operada, según informaron diversos medios argentinos. Pasadas las nueve de la mañana, el Gobierno difundió un comunicado en su página web donde confirmaba que la presidenta estaba siendo intervenida. La duración prevista de la operación era entre 90 minutos y dos horas.

El plan inicial era anestesiarla de forma general, rasurarle el cabello en la zona de la cabeza en que se localiza el hematoma y drenarle el hematoma a través de un orificio en el cráneo. Durante las próximas 72 horas se recomienda reposo absoluto y a partir del tercer o cuarto día lo más probable es que la paciente pueda moverse sin mayores problemas.

La intervención se decidió de forma sorpresiva después de que el domingo a las 19:30 de la tarde Fernández sintiera hormigueo en el brazo y una pérdida leve y transitoria de fuerza. Eso hizo que un equipo médico de la Fundación Favaloro se desplazara el domingo a la residencia presidencial de Olivos.

La decisión de operarla tomó por sorpresa a la mayor parte de los miembros del Gobierno. Incluso el vicepresidente, Amado Boudou, después de firmar el acta del traspaso, compareció ante la prensa sin saber que la presidenta estaba ingresando en el hospital para operarse al día siguiente. Boudou manejaba la información que se había hecho pública el sábado por la noche: Cristina Fernández debía guardar reposo durante 30 días porque se le había detectado un hematoma en el cráneo. Y en todo momento, Boudou habló si la presidenta sólo estuviera reposando. “Ella está tomando su descanso, que necesita. Y muchacho, por otro lado, que se merece de corazón por el esfuerzo que hace todos los días”. Sin embargo, a esa hora de la mañana ya se había despejado una planta de la Fundación Favaloro y la presidenta llegaba a las 13.10 para operarse al día siguiente.

Desde dentro del coche se vio una imagen de Cristina Fernández poco usual, con la cara libre de maquillaje y unas manchas rosáceas producto de una patología similar a la psoriasis que Fernández padece en la piel.

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Desde la oposición, los primeros mensajes emitidos en la noche del sábado fueron de apoyo y solidaridad. Pero, a medida que avanzaban las horas y se desconocían más detalles sobre los síntomas de la enfermedad, así como la fórmula de Gobierno que se iba a escoger durante los 30 días de reposo, comenzaron a surgir las críticas. El alcalde de Buenos Aires, el conservador Mauricio Macri, señaló el lunes: “Estamos preocupados y todos deseamos que la presidenta se recupere rápidamente. También sentimos un enorme nivel de incertidumbre porque no se está dando toda la información que se debería. Los médicos deberían dar una conferencia de prensa y a través de los medios saber qué es lo que sucede”.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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