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15 días de bloqueo y parálisis

Estados Unidos tiene hasta el miércoles para llegar a un acuerdo presupuestario para evitar la suspensión de pagos

Empleados del Gobierno federal protestan contra el cierre frente al Capitolio, en Washington.
Empleados del Gobierno federal protestan contra el cierre frente al Capitolio, en Washington. J. ERNST (REUTERS)

Pasado un minuto de la medianoche del pasado 1 de octubre, los presupuestos generales de Estados Unidos dejaron de vigorar. Sin una resolución parlamentaria que los prorrogase, el Gobierno federal estadounidense ya no tiene una base legal para utilizar sus fondos. En consecuencia, todos los servicios federales "no esenciales" han cesado de tener dinero para funcionar y, en consecuencia, han permanecido cerrados desde entonces, mientras que las discusiones a tres bandas entre una Casa Blanca y un Senado controlado por los demócratas y una Cámara de Representantes dominada por los republicanos —y, a efectos prácticos, en manos del sector más ultramontano de este partido, el Tea Party— se han sucedido prácticamente sin descanso.

En disputa está la reforma sanitaria del Gobierno de Barack Obama, la medida más importante de la legislatura para los demócratas e inaceptable para el Tea Party. Los republicanos más radicales quieren eliminar la reforma, o, por lo menos, dejarla sin fondos, y se niegan a aprobar cualquier ley presupuestaria que implique dar dinero a los programas federales de seguros de salud. Los demócratas, naturalmente, se niegan.

En juego no solo están los más de 350.000 funcionarios públicos suspendidos de empleo y sueldo mientras no se aprueben los nuevos presupuestos, así como el impacto para la economía estadounidense que suponen planes suspendidos y atracciones turísticas —entre ellas, todos los parques y museos nacionales— cerradas.

Ante una opinión pública que culpa al Congreso, y, en especial, a los republicanos, del cierre, la Cámara de Representantes intenta evitar los efectos más perniciosos aprobando presupuestos parciales que dan fondos a los parques nacionales, a los salarios de los funcionarios públicos, a las pensiones para los veteranos y otros programas del Gobierno federal. El Senado se niega a dar su visto bueno a estos planes, exigiendo una prórroga presupuestaria que de fondos a toda la Administración, inclusive los seguros sanitarios. El 6 de octubre, el presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, afirma que no aprobará el fin del impasse si no hay negociación de las condiciones republicanas.

El domingo 12 las negociaciones volvieron a encallar. Este lunes, las bolsas internacionales, con Wall Street a la cabeza, abrieron nerviosas. El tiempo apremia. El 17 de octubre el Gobierno federal alcanza el llamado techo de deuda, es decir, el límite de dinero que puede pedir prestado durante el año. Si no hay un acuerdo para aumentar ese límite, el Gobierno de Estados Unidos se quedará sin dinero en efectivo por primera vez desde 1979, lo que podría llevar una suspensión de pagos, la primera en 200 años, lo que sería, según todas las fuentes, desastroso para la economía global.

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