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“Fue terrible, pero era una orden de Hitler”

El abogado del carnicero de las Fosas Ardeatinas afirma que el cuerpo ha sido "secuestrado"

Dos carabineros frente a la base aérea de Pratica di Mare, donde el Ejército asegura que está el cuerpo de Priebke.
Dos carabineros frente a la base aérea de Pratica di Mare, donde el Ejército asegura que está el cuerpo de Priebke.A. CARCONI (EFE)

No fue capaz de negarse a asesinar a 335 personas en 1944 ni tampoco a pedir perdón a lo largo de su centenaria vida. Solo unos días antes de morir, el criminal nazi Erich Priebke —fallecido en Roma el pasado viernes— grabó un vídeo en el que justifica su participación en la matanza de las Fosas Ardeatinas, organizada como represalia por un atentado cometido un día antes por los partisanos en el que perdieron la vida 33 oficiales nazis: “La ejecución fue una cosa terrible, pero era imposible negarse. Eran órdenes directas de Hitler”.

Aunque la culpa verdadera, según el excapitán de las SS, fue de los comunistas: “El atentado fue organizado para conseguir una represalia por nuestra parte que a su vez desatara una revolución entre los vecinos de Roma, algo que no sucedió”. Priebke, quien durante el vídeo difundido ayer responde a preguntas de su abogado, Paolo Giachini, justifica su teoría en que “el general [Reiner] Stahel, cuando tomó el mando de las tropas de Roma, llenó los muros de la ciudad de avisos en los que se advertía de que cualquier atentado hacia los alemanes se saldaría con una represalia hacia los italianos. Los comunistas sabían lo que ocurriría”.

Priebke, durante su servicio en la embajada alemana en Roma.
Priebke, durante su servicio en la embajada alemana en Roma.

La difusión de una parte de la entrevista a Priebke es la última puesta en escena del abogado Giachini, quien desde la muerte de su cliente y amigo nazi viene tomando el pelo a las autoridades italianas. Tras hacer pública la muerte del excapitán —condenado a cadena perpetua por los crímenes y en arresto domiciliario dada su edad—, el letrado intentó organizar un funeral público, a lo que se negaron tanto el vicariato de Roma —en una decisión que la comunidad judía calificó de “histórica” y agradeció a la Iglesia católica— como el alcalde de la ciudad, Ignazio Marino, de centroizquierda. El derecho canónico permite negar las exequias a quienes, por la magnitud de sus pecados y su falta de arrepentimiento, se conviertan en piedra de escándalo. De igual forma, el alcalde advirtió de que tampoco se permitiría un entierro que estaba llamado a convertirse en una exaltación del nazismo.

Pese a ello, el abogado, que dice actuar por orden de la familia del nazi, logró el pasado martes la autorización del prefecto (gobernador civil) para trasladar el cadáver a la comunidad lefebvriana de Albano Laziale, a sabiendas de que el alcalde de esa localidad cercana a Roma avisó de que lo recibirían en pie de guerra. Se da la circunstancia de que Albano Laziale tiene la medalla de plata de la Resistencia, pero también de que allí tiene su sede un grupo neonazi que instiga el odio hacia los judíos. La llegada del furgón fúnebre, fuertemente escoltado por la policía, desembocó en una batalla campal. El funeral no se celebró y, en medio de la noche, el ataúd con los restos mortales de Priebke fue trasladado al aeropuerto militar de Pratica di Mare.

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Ahí sigue a la espera de que las autoridades italianas decidan qué hacer con el cadáver, después de que tanto Alemania como Argentina —donde vivió oculto tres décadas y donde aún reside su hijo— se negaran a hacerse cargo de la sepultura. No obstante, en otra vuelca de tuerca para provocar al Gobierno italiano —que aún no se ha pronunciado sobre un asunto muy doloroso para los familiares de las víctimas—, el abogado Giachini denunció ayer su desaparición en términos de película de misterio: “El cadáver ha desaparecido. En la noche entre el 15 y el 16 de octubre, en el interior del convento de Albano Laziale, se ha producido un verdadero robo del cadáver por parte de una treintena de personas, agentes de policía o de los servicios secretos, que han agredido a las cuatro personas que velaban el cadáver y se lo han llevado. No sabemos oficialmente dónde está el ataúd. Tememos que se quiera cubrir todo esto con el secreto de Estado”. Según la prensa italiana, que cita fuentes del Ejército, el ataúd con los restos del nazi sigue en el aeródromo militar.

En el vídeo, el excapitán de las SS dice que, de haberse negado, hubiese sido también ejecutado. Y su abogado ha añadido que, en privado, recibió a los familiares de algunas víctimas que le dieron su perdón. De sus palabras, sin embargo, no se trasluce ningún tipo de arrepentimiento. Solo una autojustificación a título póstumo.

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