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Ciudad Juárez lustra sus estatuas con salsa picante

Empleados del endeudado municipio mexicano han ahorrado cambiando el uso de productos químicos por un famoso aderezo industrial de chile

Pablo de Llano Neira
Un empleado limpia con salsa una estatua en Juárez.
Un empleado limpia con salsa una estatua en Juárez.ALEJANDRO BRINGAS (EL UNIVERSAL)

La salsa Valentina es una marca industrial de salsa picante ubicua en todo México. En los puestos de la calle o en restaurantes populares se puede ver a la gente consumiéndola sin ataduras. Salsa Valentina con patatas fritas, con patatas onduladas, con vegetales, con mariscos, con cortezas de cerdo, aquí y allá chorros de salsa Valentina. Pero en Ciudad Juárez, en un contexto de carestía económica, su influencia ha traspasado incluso las fronteras de la gastronomía: los operarios de limpieza han descubierto que sirve para lustrar estatuas de bronce.

Juárez es una urbe manufacturera que limita con Estados Unidos. En los últimos años su nombre ha resonado infinidad de veces por dos motivos lamentables: una atroz cadena de asesinatos de mujeres y una ola de violencia –ahora en disminución– vinculada a la militarización de la ciudad durante la guerra al narcotráfico del expresidente Felipe Calderón en la legislatura 2006-2012.

Ahora uno de los puntos débiles de este lugar azotado por las desgracias es la carencia de recursos públicos. Un nuevo alcalde, Enrique Escobar, acaba de tomar el mando, y en sus primeras declaraciones ha denunciado que la administración anterior le ha dejado una deuda millonaria y una pobreza tal que, según él, no alcanza ni para pagarle la quincena a los empleados. En vista de esto, no sorprende que en el último año de la anterior alcaldía se haya dado un fenómeno como el de la adopción de la salsa picante como producto de limpieza de estatuas.

Todo empezó en la primavera de 2012 mientras un grupo de operarios estaba de cháchara comiendo al pie de una estatua en honor del día de los Trabajadores.

Un empleado limpia con salsa los pies de una estatua.
Un empleado limpia con salsa los pies de una estatua.A. BRINGAS (EL UNIVERSAL)

Uno de aquellos empleados cuenta por teléfono desde Ciudad Juárez lo que ocurrió. Pero pide el anonimato por si acaso la narración del suceso de la salsa le trae problemas laborales. Dice el empleado anónimo que a un compañero se le cayó el bote de salsa y se le rompió encima de los zapatos de bronce de la estatua a los Trabajadores. De inmediato, trataron de arreglar el problemilla y tuvo lugar el descubrimiento.

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“Cuando quisimos limpiarla, la estatua se embarró de salsa y nos dimos cuenta de que brillaba. Entonces nos vino a la mente mancharla un poco más y resultó que brillaba tan bien como con el químico que nosotros usábamos”.

Aquel día los limpiadores dejaron bruñidos de salsa los pies de la estatua y se fueron, sin más. Pero la siguiente vez que tuvieron que hacer la ruta de embellecimiento de estatuas, unas semanas más tarde, se encontraron con que los pies de aquella, enlucidos con salsa de chile, seguían “brillosos”, y el resto de la escultura, tratada con los productos químicos usuales, ya se había puesto sucia y deslucida.

En vista de eso decidieron hacer el experimento de probar a limpiar toda la estatua con la salsa. Lo hicieron. Pasaron otras cuantas semanas y les volvió a tocar el turno de poner bonitas las figuras de bronce de Ciudad Juárez, entre ellas algunas tan ilustres como la dedicada a Benito Juárez, el presidente que consolidó la República de México, o la del comediante Tin Tan. Llegaron a ver la estatua y esta vez toda la superficie seguía brillando.

“Decidimos hablar con nuestro supervisor”, recuerda el operario anónimo. “Al principio pensamos que nos iba a regañar, pero se lo comentamos y nos dijo que volviésemos a intentarlo. Él mismo nos acompañó, y nos advirtió de que si le pasaba algo a la escultura nos lo iba a descontar de nuestro sueldo”.

Otra vez, el resultado fue satisfactorio. A partir de ahí, desde principios de verano del año pasado, el ayuntamiento de Ciudad Juárez ha empleado esta salsa, ideal para sazonar cortezas de cerdo, como bruñidor de estatuas honorables. El operario dice que el efecto es más bello, más duradero, más económico. “Híjole, el botecito de un kilo de químico pasa arriba de 150 pesos y un litro de Valentina son 30 o 35 pesos”. Al ver lo que se ahorraba y que el resultado no era malo, la alcaldía de Juárez comenzó a comprarle a granel a sus empleados de limpieza botes de salsa Valentina.

El operario anónimo reivindica más allá de lo económico la idoneidad de este aderezo picante para limpiar estatuas. Dice que con él se tarda mucho menos en hacer la faena, que se requieren menos empleados por casa escultura y que encima, a diferencia de lo que sucedía con los químicos, no exige protegerse de efluvios tóxicos.

Con todo, y pese a los apuros económicos de la maltrecha Ciudad Juárez, la continuidad de este método de limpieza no está asegurada. Según este operario, por el cambio de gobierno el área municipal de cultura está en transición de dirigentes y los trabajadores de limpieza aún no saben si los nuevos jefes querrán seguir usando un condimento industrial para sacarle brillo a las figuras históricas de la nación.

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