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La ‘cumbre de la renovación’ arranca marcada por la ausencia de sus líderes

Solo 13 jefes de Estado o de Gobierno de los 22 países que integran la Cumbre Iberoamericana tienen previsto acudir a Panamá

Entrada de la a la XXIII Cumbre Iberoamericana en Panamá
Entrada de la a la XXIII Cumbre Iberoamericana en PanamáEFE

Sobre el papel, la XXIII Cumbre Iberoamericana que el viernes arranca en Ciudad de Panamá iba a ser la “cumbre de la refundación”, en palabras del secretario general iberoamericano, Enrique Iglesias, la edición que pretendía frenar la paulatina falta de interés e influencia de estas reuniones de jefes de Estado y de Gobierno que forman parte la Organización de Estados Iberoamericanos y relanzar las cumbres. Si la asistencia de los líderes que la integran es un indicativo de la importancia que otorgan a este empeño, la conclusión, a tenor de las ausencias, es que pocos de ellos parecen compartir la importancia de este reto.

De los 22 países de habla española y portuguesa que integra esta comunidad, sólo 13 jefes de Estado o de Gobierno, incluido el anfitrión, Panamá, han confirmado su asistencia. A lo largo del jueves se conoció la decisión de no acudir a la cumbre del presidente de Guatemala, Otto Molina, que iba a llevar su propuesta de despenalización de las drogas, y la del de Bolivia, Evo Morales, el único representante visible del bloque del ALBA que sí había confirmado su asistencia –con permiso del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, que sí estará presente—

Los nombres de Molina y Morales se suman a las ausencias ya conocidas del rey de España, convaleciente de una operación de cadera –el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, sí asiste-, y de la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, que se recupera de una intervención cerebral, y las confirmadas de Dilma Rousseff (Brasil), que no se prodiga mucho en las cumbres iberoamericanas, Nicolás Maduro (Venezuela), Rafael Correa (Ecuador), Sebastián Piñera (Chile), en la que hubiera sido su última participación como presidente de su país, José Mujica (Uruguay), que tampoco acudió a la del año pasado a la de Cádiz, o Raúl Castro (Cuba). La mayoría ha alegado motivos de salud o de agenda, pero esta segunda justificación es otra evidencia de la falta de compromiso de sus líderes hacia esta cumbre.

La presencia de los presidentes de Colombia, José Manuel Santos, de Perú, Ollanta Humala y, en especial, de México, Enrique Peña Nieto, el país que aspira a recoger el testigo de España como motor de este tipo de reuniones –la siguiente se celebrará en Veracruz- no se antojan suficientes para compensar el peso de las ausencias, mucho más evidente si se tiene en cuenta el casi pleno de asistencia de la que se celebró en Cádiz en 2012 y, sobre todo, del significado de la reunión de este año, que pretende dinamizar las cumbres y marcar un cambio de rumbo. Se hace difícil pensar que se puedan apuntalar las bases de una reforma cuando faltan varios de los líderes de los países más significativos política y económicamente de la región, como Brasil o Chile.

La falta de jefes de Estado impedirá, además, comprobar la sintonía entre Fernández y Mujica, tras la escalada de tensión en el conflicto territorial que enfrenta a sus respectivos países, a cuenta de la autorización del Gobierno uruguayo al aumento de la producción de la planta de celulosa ubicada en Fray Bentos, en aguas binacionales del río Uruguay, o asistir al encuentro entre el presidente paraguayo, Horacio Cartes, que se estrena en este tipo de cumbres, con Maduro –que hasta ahora sólo ha acudido como ministro de Asuntos Exteriores (Asunción, en 2011)-, tras la reanudación de su relación bilateral, rota hace 15 meses cuando Paraguay proclamó a Maduro (entonces canciller) "persona non grata" por su presunta injerencia durante la crisis por la destitución del presidente Fernando Lugo.

En Panamá se debatirán las conclusiones del “documento de la renovación” que en la cumbre de Cádiz se encargó al expresidente chileno, Ricardo Lagos. En él se estipula un cambio de la periodicidad de las reuniones, pasando a celebrarse cada dos años, para evitar que coincidan con las de las cumbres Unión Europea-América Latina. También se plantea una reforma de la financiación actual de la Secretaría General, acorde con la nueva situación económica que se ha operado a ambos lados del Atlántico desde comenzaron a celebrarse estas cumbres en 1991. Ahora España asume el 60% del coste, América Latina el 30% y Portugal el 10%. La nueva propuesta pretende que los países americanos asuman el 40%. Otra de las propuestas pasa por relanzar la participación de los jóvenes y de los ciudadanos relanzando la cumbre de Vanguardia Iberoamericana y creando el foro Innovación Ciudadana para entroncar el contenido de las reuniones con el interés de los ciudadanos.

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Con todo, esta no es la Cumbre Iberoamericana con menos participación de jefes de Estado y de Gobierno. En 2011 sólo acudieron 10 (sin contar al presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero y al Primer Ministro portugués, Pedro Passos Coelho, que acompañaron a sus respectivos jefes de Estado). Sin embargo, la ambición y la esperanza con a que se abordaba esta cumbre puede hacer que la falta de presencia de sus líderes haga que la que debía ser la “cumbre de la refundación” sea recordada como la de las ausencias.

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Sobre la firma

Eva Saiz
Redactora jefa en Andalucía. Ha desarrollado su carrera profesional en el diario como responsable de la edición impresa y de contenidos y producción digital. Formó parte de la corresponsalía en Washington y ha estado en las secciones de España y Deportes. Licenciada en Derecho por Universidad Pontificia Comillas ICAI- ICADE y Máster de EL PAÍS.

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