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Rousseff , “la conservadora”

Distintas corrientes del Partido del Trabajo creen que la presidenta de Brasil está gobernando desde la derecha

Juan Arias
Manifestación en Sao Paulo contra los contratos extranjeros del Petrobras
Manifestación en Sao Paulo contra los contratos extranjeros del PetrobrasAFP

El auditorio de la Cámara legislativa de Brasilia apareció el viernes inundado de carteles contra la “privatización” de Petrobras. Se estaba realizando el último debate entre los seis candidatos que aspiran a la presidencia del Partido de los Trabajadores (PT), hoy el partido del Gobierno de la presidenta Dilma Rousseff.

Durante las discusiones de los cinco candidatos que representan las diferentes corrientes políticas internas al partido, entre ellas las más a la izquierda, hubo unanimidad en criticar lo que ellos consideran la “privatización” de Petrobras a raíz de la última subasta del campo de Libra en la que salió vencedor el grupo formado por las petroleras privadas Shell y Total y dos estatales chinas.

La presidenta Rousseff había explicado días atrás en cadena nacional de televisión que la subasta de Libra no había sido una “privatización”, ya que el 80% de la exploración del petróleo queda en manos del gobierno brasileño. La mandataria debía ya conocer los humores dentro de su partido cuando hizo esa declaración que acabó no convenciendo a los cinco candidatos que aspiran a suceder el 10 de noviembre próximo al actual presidente, Rui Falcão, favorito a la reelección y hombre de confianza del expresidente y fundador del PT, Lula da Silva.

Para el candidato de la corriente conocida como Mensagem ao Partido, el diputado de São Paulo, Paulo Teixeira, después de que Dilma fuera acusada de “conservadora” y de crear “inestabilidad polìtica”, llegó a pedir una vuelta “a la izquierda” del partido en un segundo hipotético gobierno presidido de nuevo por el PT.

“No soy de los que quieren aislar al partido, pero tampoco podemos disolvernos en las alianzas partidarias”, dijo al mismo tiempo que pidió una “mayor densidad de izquierdas” para el Gobierno. El candidato de la corriente O Trabalho, Markus Sokol, llegó a calificar de “saboteador” al vicepresidente de la República, Michel Temer, del mayor partido aliado del gobierno, el centrista, PMDB, el segundo con mayor fuerza política en el Congreso después del PT.

Hubo hasta quién llego a pedir que el gobierno abandone la alianza con el PMDB para acercarse a los partidos más de izquierdas. El candidato del grupo Esquerda Marxista, Serge Goulart, llegó a defender la “estatalización” de todas las empresas brasileñas ya privatizadas.

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Por su parte, el diputado, Renato Simões, secretario de los Movimientos Populares do PT, y candidato de la corriente Militancia Socialista, advirtió que la reelección de Roussef estará en riesgo si el gobierno continúa colocando el “piloto automático”. Explicó: “Vivimos turbulencias en junio y julio, el avión dio tumbos, subió, bajó, ahora ha vuelto la bonanza y esperan que el piloto automático nos va a llevar al cielo en 2014”. Y advirtió: “Las cosas no están así. Existe una crisis internacional y el gobierno Dilma presenta inestabilidad económica”.

El actual presidente, Rui Falcão, considerado ya duro dentro del partido y que parece tener la reelección asegurada, tuvo que salir al paso de sus contrincantes para defender a Dilma y a su Gobierno. Después de haber afirmado, mientras era silbado, que había visto con “mucha melancolía” los ataques a la administración del gobierno presidido por el partido, afirmó: “A veces me da la impresión de cómo somos oposición a nuestro propio gobierno” y añadió, esta vez arrancando también aplausos: “Debemos defender el gobierno de la presidenta Dilma y mantener la alianza con el PMDB y con los demás partidos de la oposición”, preguntándose enseguida : “¿Qué otro tipo si no de alianzas pondríamos en lugar de la actual?”, rechazando así otras posibles alianzas más a la izquierda.

Algunos analistas políticos han destacado que los ataques a Dilma desde dentro de las corrientes más a la izquierda de su partido, podrían convertirse en un punto su favor, si es cierto, como ha revelado un sondeo nacional reciente, que la mayoría de los brasileños se confiesa “conservadora”, tanto política y como socialmente.

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