_
_
_
_
_

El exdirector del banco de Brasil se fugó a Italia a través de Paraguay

Condenado a 12 años por el 'caso mensalão', Pizzolato fue visto la noche de su huida saliendo de su casa de Río con tres maletas

Juan Arias

El exdirector del Banco de Brasil (BB), Henrique Pizzolato, huyó a Italia hace 46 días para evitar entrar en la cárcel tras su condena en el 'caso mensalão' a 12 años y siete meses, acusado de corrupción pasiva, blanqueo de dinero y peculado. Lo hizo a través de Paraguay en el corazón de la noche, según la hipótesis sostenida por la policía y recogida también por la prensa italiana.

Pizzolato pudo salir desde la ciudad fronteriza Pedro Juan Caballero hacia Europa. Al no estar en posesión ni de su pasaporte brasileño ni del italiano que le pertenecía por tener ambas nacionalidades, la hipótesis más plausible de su fuga, sostenida por la policía es que pudo haberse dirigido a un consulado italiano en Paraguay para pedir un pasaporte, alegando haber perdido el suyo.

Pizzolato había sido visto salir a las tres de la madrugada hace mes y medio del piso de lujo que se había comprado en Copacabana en Río, cuya playa solía frecuentar. Estaba acompañado por su abogado, Marthius Lobato, y llevaba tres grandes maletas. Hace una semana, su esposa Andrea había dejado el piso también de madrugada con otras tres maletas.

El Supremo Tribunal Federal (STF) ha visto como mientras los otros 11 condenados a la cárcel en el proceso del mensalão se presentaron los días 15 y 16 pasados voluntariamente a la policía, Pizzolato, condenado también a prisión y en régimen cerrado, había huido.

La Policía Federal pidió ayuda a la Interpol para conseguir detenerlo. Así su nombre figurará en lista de los forajidos de dicha organización internacional de ayuda a la policía de varios países.

Brasil podría tener problemas para conseguir que Italia devuelva a Pizzolato, que tiene nacionalidad italiana
Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Pizzolato fue considerado durante el proceso del mensalão por la Corte Suprema como el “cajero” del esquema de corrupción para sobornar a diputados y partidos. Tras haber trabajado como recabador de fondos en la campaña presidencial de Lula da Silva y ser nombrado director de marketing del banco público, Banco de Brasil, Pizzolato llegó a desviar para los fondos del mensaláo hasta 77 millones de reales (33 millones de dólares) haciendo figurar que eran destinados para el empresario de publicidad Marcos Valerio, condenado a 40 años de cárcel en el mensalão. Por aquella operación recibió como recompensa 326.000 reales (140.000 dólares) que le ayudaron a comprarse el piso en la famosa playa de Copacabana.

Ahora, el gobierno de Brasil va a encontrar, según los expertos, dificultades bien reales para conseguir la extradición de Pizzolato. Por dos motivos, el primero, porque el exdirector de BB tiene nacionalidad italiana y se siente protegido por las leyes de aquel país. Brasil podría pedir que fuera procesado de nuevo por la justicia italiana por los crímenes cometidos en este país, pero como ha escrito Corriere della Sera, habrá que ver si los crímenes por los que ha sido condenado en Brasil, existen o corresponden exactamente a los de la justicia brasileña.

La segunda y quizás mayor dificultad, es, sin embargo, la del precedente del exterrorista italiano Cesare Battisti, condenado a cadena perpetua, en última instancia, por el Supremo de Italia acusado de haber cometido tres asesinatos cuando integraba la organización Proletarios Armados para el Comunismo. En los años 80, Battisti, que se consideró siempre un preso político, como hoy afirman de sí mismos algunos condenados por el Supremo brasileño, como José Dirceu y José Genoino, huyó de Italia y fue condenado en rebeldía. En 2011 consiguió el visto permanente para vivir en Brasil. El expresidente Lula ignoró el estado de extradición de 1989 y concedió refugio a Battisti bajo la excusa de que el exterrorista no confiaba en la imparcialidad de la justicia italiana.

Hubo entonces un altercado entre las cancillerías de ambos países y aunque los ecos de aquella polémica ya se han apagado, hoy podría resucitar, y el gobierno de Italia podría responder con la misma moneda a Brasil alegando que tampoco Pizzolato confía en la imparcialidad de los tribunales de justicia de este país.

Y el brasileño Pizzolato, de origen italiano, famoso por el uso de sus corbatas de mariposas, es posible que pueda seguir por mucho tiempo gozando en libertad de su segunda patria y de las famosas corbatas de sus mejores estilistas. Y en Brasil, Battisti podrá seguir disfrutando de sus playas de arena dorada y de sus suculentas feijoadas.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_