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El profeta Chávez

El Libro Azul, editado por Venezuela y escrito durante la estancia en la cárcel del expresidente, es la hoja de ruta de sus herederos

Maduro muestra un ejemplar del libro
Maduro muestra un ejemplar del libroEFE

El chavismo tiene un nuevo libro de cabecera. Se trata de El libro azul, un breve texto firmado por Hugo Chávez que ya circula en la red y se distribuye en los sitios donde se le venera. El presidente Nicolás Maduro se ha encargado de calificarlo en sus torrenciales alocuciones –que, por cierto, ya superan la cantidad de horas en televisión del difunto líder en sus primeros meses de gobierno en 1999– como la palabra sagrada de la llamada revolución bolivariana. Con la promoción de esa obra Maduro está actuando como el sacerdote que consagra el pan y el vino en la misa. Cada vez que lee sus páginas convierte un acto de Gobierno en palabra sagrada.

El 17 de noviembre el presidente estaba reunido con los promotores del estado comunal –una idea que dejó inconclusa su antecesor con la aparición del cáncer- cuando decidió leer al vuelo un párrafo del texto, que quiso rebautizar como “Las profecías de Chávez”. “Y dice el profeta Chávez en el Libro azul (…)”. Justo entonces se detuvo y vaticinó la reacción que vendría: “Por ahí seguramente escribirán ahora que yo estoy llamado profeta a Chávez. Sí, él es profeta, nuestro profeta, duélale a quien le duela, árdale a quien le arda”, exclamó entre los aplausos de la concurrencia. Luego continuó leyendo: “El Proyecto Nacional Simón Bolívar (nombre del plan de gobierno) propone la fijación de un horizonte de tiempo máximo de 20 años, a partir del comienzo de las acciones transformadoras de la situación inicial, para que los actores y las acciones se ubiquen en el objetivo estratégico”.

Maduro quiso comunicar a los presentes y a quienes seguían la transmisión por televisión que esos 20 años habían empezado el 4 de febrero de 1992, luego de la puesta en largo de Hugo Chávez con el golpe de Estado, y culminado en 2012, cuando comenzó a apagarse su vida a causa del cáncer. Ha sido una manera de justificar el presente, esa “ofensiva económica” iniciada por su gobierno para regular todos los bienes y servicios que se comercian en el país.

El libro azul está escrito en una prosa pretendidamente épica e hila citas a menudo contradictorias, pero no por ello hay que menospreciar el valor que tiene para entender el pensamiento de quienes gobiernan a Venezuela desde hace 15 años. Escrito por Chávez durante su estancia en prisión (1992-1994), El libro azul tiene la virtud de anticipar las razones de la caída de la democracia bipartidista venezolana, que finalmente hizo aguas en 1998 con el triunfo del comandante, y de revelarles a todos los interesados un borrador del proyecto que luego desarrollaría hasta su muerte en marzo pasado. El texto puede ser consultado en las versiones web del diario oficialista Correo del Orinoco, del pro oficialista Últimas Noticias o en la página de la agencia oficial de noticias Sibci.

Aunque en ningún momento del trabajo se menciona la palabra socialismo, Chávez sí dejó abierta la posibilidad de ir construyendo su modelo de gobierno a medida que éste fuese avanzando. Es decir, la coyuntura le iría dando al líder qué modificar y sobre todo cómo hacerlo. No hay reflexiones profundas ni lecturas agudas que pongan a prueba la solidez de esas ideas. Sólo hay admiración y un compromiso personal de concretar esas visiones de la sociedad, algunas de ellas consideradas como una verdadera utopía. Chávez toma retazos del pensamiento del libertador Simón Bolívar, del maestro de éste, Simón Rodríguez, y del caudillo de la Guerra Federal, Ezequiel Zamora, para proponer apenas una carta de navegación y una ideología a la que llamó “El árbol de las tres raíces”. Se habla allí de la necesidad de convocar una Asamblea Nacional Constituyente para refundar el Estado, de sumar dos poderes –Moral y Electoral- a la tríada de Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Eso se cumplió en el primer año de su gobierno.

Otras ideas aquí expuestas jamás llegaron a desarrollarse. Por ejemplo, el Chávez de 1992 concebía al Estado como una unidad de poder, que no significa “concentración de poder”. “Un poder que necesita ser desempeñado, ejercido de forma armónica y bien distribuida en todo el territorio nacional”, afirmaba. Después de 2006 su Gobierno hizo todo lo contrario: empezó a concentrar poder y a revertir el proceso de descentralización iniciado por sus antecesores en 1989, cuando se celebraron por vez primera elecciones regionales en Venezuela.

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Cualquiera que leyera El libro azul en aquellos años –hasta hace poco era un manuscrito- bien podría haberlo tomado por un excéntrico. Lo que hoy nadie puede quitarle es su empeño no ya de llegar al poder, sino de llevar a la práctica estas ideas y de cumplir una de las sentencias más lapidarias del texto. “El proyecto”, en referencia al Árbol de las Tres Raíces, “siempre derrotado hasta ahora, tiene pendiente un encuentro con la victoria. Nosotros vamos a provocar dicho encuentro inevitablemente”.

Sus herederos, sin mencionarlo y tal vez sin proponérselo, han colocado a El libro azul a la altura de La historia me absolverá, de Fidel Castro, un texto referencial en este tipo de literatura, o del Libro verde de Gadafi. Al margen de las ideas esbozadas que luego se convirtieron en ley habrá que reconocer que en ese texto, con gran olfato político, Chávez advertía que Venezuela debía cambiar la manera como se conducía en democracia. Quizás cuando lo hizo ya era imposible detener la caída.

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