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Brasil negociará un desarme arancelario con la UE independiente de Mercosur

Tras la tentativa fallida de cerrar un acuerdo en 2004, crece el consenso en el país para establecer un plazo de reducción de tarifas con Europa más rápido que el de sus socios

Carla Jiménez
Cristina Fernández y Dilma Rousseff. Cortesía Blog de Plan Alto.
Cristina Fernández y Dilma Rousseff. Cortesía Blog de Plan Alto.Roberto Stuckert Flho/ PR

Brasil parece decidido a romper amarras con Mercosur para firmar, de una vez por todas, un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea, que esté a la altura de la importancia de su economía. Tras la fallida tentativa de cerrar ese acuerdo en 2004, el Gobierno brasileño, con apoyo de la iniciativa privada local, debe proponer un ritmo de reducción tarifaria, más rápido que el de sus socios, de hasta el 90% de los productos comercializados entre el país y el bloque europeo. Brasil podrá tener plazos diferentes para la disminución de tarifas que Uruguay, Paraguay y Argentina. Venezuela, que entró en Mercosur el año pasado, no participa de esta negociación, cuya próxima reunión está prevista para el mes que viene.

El anuncio, en febrero de este año, de que la Unión Europea y Estados Unidos iniciaron conversaciones para establecer una zona de libre comercio, hizo más evidente la inacción de la política exterior brasileña, mientras otros países se apresuran a marcar territorio y a acelerar sus intercambios comerciales. Por ejemplo, el bloque de la Alianza del Pacífico, formado hace dos años por Perú, Chile, México y Colombia, comienza a verse como un modelo de colaboración exitosa en el continente. Con un PIB de 3 billones de dólares, el 35% del total de América Latina, el bloque avanza a pasos agigantados, intentando estrechar las relaciones con los países europeos y Estados Unidos. Además de eso, cuenta con economías más estables a los ojos de los inversores.

Aunque el PIB de los cuatro países de Mercosur represente un total de 2,8 billones de dólares, superando el bloque del Pacífico, la inestabilidad de Argentina, con los arrebatos de su presidenta, Cristina Fernández, en nombre del proteccionismo, despiertan dudas sobre el avance de las negociaciones con Europa. El país vecino se compara con un grillete en el tobillo de Mercosur, que no consigue avanzar sin su aval. “Mercosur es una cárcel para nosotros”, asegura el senador del PSDB Aécio Neves, virtual candidato de oposición a la presidencia de la República para las elecciones del año que viene.

En 2004, tras cinco años de conversación entre los dos bloques, los argentinos dificultaron el acuerdo por cuestiones pequeñas, recuerda el exministro del Desarrollo y Comercio Exterior, Luiz Fernando Furlan, durante el Gobierno Lula. “Los europeos querían acceso a una cota de 50.000 coches de alta cilindrada para vender a Mercosur. Nosotros pedimos menos, y llegamos a 38.000, pero no veíamos riesgos, pues nuestras montadoras no fabricaban ese modelo”, dice Furlan. “En esa ocasión, Antonio Palocci y yo (exministro de Hacienda) conectamos con Roberto Lavagna (exministro de la Economía de Argentina) para convencerlo de aceptar la propuesta, pero ellos estaban preocupados por renegociar su deuda externa y el acuerdo con la UE se hizo secundario.”

Si las negociaciones se hubieran cerrado una década atrás, el acuerdo entre los dos bloques sería el mayor del mundo, y Brasil lograría avanzar más rápido en la globalización de sus empresas, en la ampliación de las exportaciones y habría acelerado algunas reformas internas. Mirar para atrás, sin embargo, no cambia el resultado actual. Pero ayuda a cambiar la postura brasileña en la mesa de negociaciones.

De 2004 hasta ahora, el mundo ha cambiado mucho. La Unión Europea reúne hoy a 27 países, y no a 15 como entonces, el acuerdo entre los dos bloques dejo de ser algo inédito en el escenario global y China ha ganado una importancia decisiva en el comercio exterior. Todos esos factores conspiran para que el Gobierno brasileño sea más preciso a la hora de buscar salidas para regatear en la negociación en conjunto con sus demás socios en el bloque. “Brasil no excluye ninguna solución que pueda facilitar el cumplimiento de la oferta para la integración”, dice Daniel Godinho, secretario de Comercio Exterior del Ministerio del Desarrollo. “Pero el ejercicio, en este momento, es de consolidación de propuestas entre los miembros del grupo”, aclara.

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La propuesta brasileña ya está lista desde octubre y se confrontará con las de los demás socios en las próximas semanas. Hasta final de diciembre, representantes de los dos bloques deberán presentar sus respectivos documentos finales, con la intención de limar aristas en temas más sensibles en una reunión que podría realizarse en Bruselas, a más tardar el 20 de ese mes. El presidente uruguayo, José Mujica, ya se mostró en publico a favor de las propuestas brasileñas. “Es sabio y previsor no depender de un único mercado”, dijo Mujica, refiriéndose al papel hegemónico de China en el continente. Pekín es el principal importador de productos brasileños, por ejemplo.

La necesidad de encontrar alternativas para llegar a un acuerdo de libre comercio con Europa es un tema consensuado dentro y fuera del Gobierno. “Hay más disposición del lado empresarial y creo que el Gobierno está más alerta sobre la necesidad de esa agenda”, dice Pedro Pasos, presidente del Instituto de Estudios para el Desarrollo Industrial (Iedi), y socio de la industria de cosméticos Natura, que está presente en ocho países. “Las condiciones actuales son mejores que las de antes”, aclara Pasos.

Furlan apunta que no hay lugar para retrocesos. “Perdemos una gran oportunidad en el pasado, pero ahora Brasil tiene que ir adelante, con o sin el apoyo de Argentina”, dice. Godinho, del Ministerio del Desarrollo, sin embargo, sostiene que el fracaso en el pasado no puede atribuirse a Argentina. “Nosotros teníamos una oferta muy buena, pero no hubo correspondencia en la oferta europea”, afirma.

Sea como sea, además de los ajustes entre los socios de Mercosur, Brasil se enfrenta a desafíos complejos. Uno de ellos es la reducción del comercio con Europa. De enero a octubre de este año, el país exportó un 2,06% menos a los 27, con un total de 40.300 millones de dólares e importó 42.700 , un 7,9% más que el año pasado. De esta forma, acumula un déficit de 2.300 millones en la balanza, el primer saldo negativo con los europeos desde 1999.

Los representantes de la iniciativa privada, sin embargo, están confiados ya que la clase política es más consciente de la necesidad de cambiar de postura. “Todos los candidatos a la presidencia de la República para las elecciones del año que viene hablan de cerrar acuerdos bilaterales, por ejemplo”, dice Roberto Rodrigues, exministro de Agricultura en el Gobierno de Lula. “Eso es fundamental ya que el 40% de comercio mundial se hace por esa vía”, justifica. Hoy, Brasil solo tiene acuerdos de ese género con Israel, Egipto y Palestina. “Necesitamos correr, pues en el comercio o ganas o mueres”, afirma Rodrigues. Para el senador Neves, el acuerdo con la Unión Europea es la última tabla de salvación de Brasil contra el aislamiento. “De lo contrario, estaremos excluidos, definitivamente, de las cadenas globales de comercio exterior”, concluye.

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Sobre la firma

Carla Jiménez
Directora de EL PAÍS en Brasil desde 2018. Trabajó en O Estado de S. Paulo, Agência Estado, revista Época e IstoéDinheiro. Nació en Chile, creció en Brasil. Es formada en Periodismo por la Universidad Cásper Líbero, con especialización en Economía en la Fipe/USP. Forma parte de EL PAÍS desde 2013.

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