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ALOIZIO MERCADANTE | Ministro de Educación de Brasil

“La crisis es una niebla que te impide ver quién eres como nación”

Mercadante presenta el libro 'Brasil: De Lula a Dilma (2003-2013)' y habla de su experiencia durante aquella década

Pablo Ximénez de Sandoval
Aloizio Mercadante ministro de Educación de Brasil.
Aloizio Mercadante ministro de Educación de Brasil.Bernardo Pérez

Aloizio Mercadante recuerda perfectamente aquel otoño de 2002 cuando el Partido de los Trabajadores (PT) se disponía a ganar por primera vez las elecciones y colocar a Lula da Silva como presidente. Pocos días antes de la votación, en una entrevista con EL PAÍS, Mercadante respondía a las fuerzas de la derecha y a los mercados financieros, que auguraban un desastre si ganaba su partido, y les acusaba de “terrorismo económico”. Hoy recuerda que entonces “el financiero George Soros dijo en una entrevista que un país con la deuda de Brasil y subordinado al FMI no debía tener una consulta democrática. Dijo que los acreedores debían enviar un gestor, que el gestor de la deuda no podía ser el PT. Había un indicador, que llamaban lulómetro, que indicaba cómo aumentaba el riesgo-país con la campaña de Lula”. El partido tuvo que publicar una carta de compromiso con la estabilidad macroeconómica. El PT ganó las elecciones. Lula, en su cuarto intento, llegó a la Presidencia. Él fue el senador más votado de la historia de Brasil.

Mercadante llevaba en el PT, trabajando con Lula, desde antes de su fundación hace tres décadas. Fue candidato a vicepresidente, diputado, senador y coordinador de las campañas electorales. Ahora, como ministro de Educación en el Gobierno de Dilma Rousseff, ofrece un libro que arranca tras aquellas elecciones y relata lo que sucedió después: Brasil: De Lula a Dilma (2003-2013), (Ed. Clave Intelectual). Este jueves lo presentaba en la Casa América de Madrid, donde se realizó la entrevista. “Creo que 10 años después podemos hacer un balance positivo. Mantuvimos la estabilidad, hicimos todos los cambios dentro de la democracia, fortaleciendo las instituciones republicanas, nunca cuestionamos una decisión de la justicia o el legislativo, con la más amplia libertad de prensa y manifestación. Hicimos el más importante proceso de inclusión social de la historia de Brasil. El proyecto del libro es mostrar ese modelo alternativo de desarrollo”.

El modelo consistió en “construir lo social como eje estructural de progreso económico, creando u gran mercado de consumo de masas a través de una fuerte política de inclusión social”. Mercadante, economista de formación, explica que “un mercado interno fuerte te da escala y competitividad para las exportaciones”. “Prácticamente hemos erradicado la pobreza absoluta, recuperamos el crecimiento y creamos 20 millones de empleos” en esta década. “El centro de nuestra perspectiva era distribuir para crecer y crecer distribuyendo, y crear un amplio mercado de consumo de masas”, añade. “Este proyecto de colocar lo social como eje de desarrollo creo que es la gran novedad histórica”.

Rechaza el término “dar lecciones” para hablar de la experiencia brasileña, pero la realidad es que “después de 20 años de estancamiento y 14 de hiperinflación tenemos un posdoctorado en crisis, aprendimos mucho”. Forjaron su propio camino frente a los que opinaban que bastaba con enviar “al FMI allí, a la troika aquí”. Lo primero que aprendieron, dice Mercadante, es que “la crisis es una niebla que no te deja ver el futuro, no ves lo que eres como nación. Pierdes la autoestima y la confianza en la sociedad”. Y ya entrando en comparaciones, “si te paras a pensar cuál era la potencialidad de Brasil entonces y la de España ahora, yo sinceramente querría tener los problemas que España tiene: unas infraestructuras fantásticas, un nivel alto de educación, innovación, empresas modernas y eficientes, y todo en el contexto de una de las experiencias más ricas que es la integración en la UE. Hay problemas importantes, pero hay un enorme potencial”.

En su caso, para aprovechar ese potencial hizo falta una izquierda con los pies en la tierra. “No queríamos ser la izquierda típica. La izquierda está siempre soñando el futuro para que gobierne la derecha. Es una izquierda que tiene la protesta como propuesta y cree que puede soñar el futuro sin asumir la responsabilidad de gobernar, con los errores y limitaciones que conlleva. Queríamos ser una izquierda representativa”.

Esa izquierda propuso una salida de la crisis propia: sacar primero a la gente de la pobreza, darle algo de seguridad e incorporarla al consuno para hacer crecer el país, en un ciclo virtuoso. Mercadante lo opone a “la ortodoxia económica recesiva”. “Por más que aumentes los impuestos y recortes el gasto público para mejorar la relación deuda/PIB, estás siempre reduciendo el denominador, el PIB. Esta relación nunca evoluciona positivamente”. “Siempre se puede recortar algo. Pero si haces un corte muy brusco provocas un efecto multiplicador, empujas al país a la recesión y nunca consigues ajustar”.

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En este tiempo de Gobierno, aparte de los éxitos, el PT también se ha visto enfangado en sonados casos de corrupción que incluso han llevado a buena parte de su cúpula a la cárcel. Para Mercadante, se trata de un problema del sistema electoral. “Primero, en Brasil hoy hay mucha más transparencia, fiscalización y combate a la impunidad”, dice a modo de introducción. “No hay ninguna denuncia de enriquecimiento personal, de apropiación de recursos. Lo que hay es un problema de financiación de las campañas electorales, que desgraciadamente está presente en todos los partidos de Brasil. El origen está en un mecanismo de financiación que no está bien calibrado. La democracia tiene un costo y la sociedad tiene que asumir esto con transparencia. El PT quiere el fin de la financiación privada. Hay una dimensión oculta en la democracia: las empresas tienen intereses políticos, quieren financiar partidos, pero no quieren aparecer. No hay como financiar una campaña política en Brasil de forma competitiva sin esta financiación. Creo que es un problema internacional”. La presidenta Rousseff trató de convocar un plebiscito para definir mejor las reglas políticas, incluyendo este delicado aspecto de la financiaron de partidos. El Legislativo lo rechazó. “Los parlamentarios tienen un alto interés, ellos llegaron con estas reglas y no quieren cambiarlas”. ¿Y no basta con hacer campañas más baratas? “El coste de la campaña en Brasil está en la televisión. Tomamos muchas medidas para reducir costes, pero no es suficiente. Hace fata una forma de financiación pública y transparente, no hay otra solución”.

En la historia de esta década y de las lecciones que Mercadante ha sacado, destaca un factor sin el cual quizá no se entiende lo que ha ocurrido en Brasil. El personaje Lula. “Lula es el líder popular más importante de la historia reciente de Brasil”, dice Mercadante, que trabaja con él desde los años 70. “Independientemente de mi compromiso, Lula es el gran líder histórico”. Ahora, Dilma Rousseff, “la primera mujer, que con 20 años estaba presa y sufrió torturas, tiene coraje histórico, actitud republicana, valor en la gestión… es una bonita evolución”. Por su parte, cuando se disponía a ganar las elecciones por primera vez, en aquel 2002, Lula decía que Mercadante era uno de los mejores economistas de Brasil. “Lula también comete errores”, se carcajea.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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