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Los yihadistas avanzan en Siria y amenazan con desestabilizar la zona

Unos 1.200 europeos luchan en las milicias islamistas opositoras Hezbolá ha pagado su defensa del régimen sirio con ataques en Líbano

Soldados sirios trasladan a un miliciano rebelde capturado en Sayede Zinab el 22 de noviembre,
Soldados sirios trasladan a un miliciano rebelde capturado en Sayede Zinab el 22 de noviembre, STRINGER (REUTERS)

La guerra en Siria ha abierto de par en par las puertas de Oriente Próximo a Al Qaeda y otros grupos radicales suníes cuyo objetivo inmediato tal vez sea el régimen de Bachar el Asad, pero cuyas miras a largo plazo están en realidad puestas en consolidarse en toda la zona. De momento esos radicales se han asentado en Siria, donde han debilitado notablemente a la oposición moderada, y han golpeado a la milicia libanesa Hezbolá donde más le duele: atacando en su feudo de Beirut y matando incluso a uno de sus más destacados líderes. Los líderes sirios se empeñan en ver la mano de Arabia Saudí tras ese refuerzo islamista, pero lo cierto es que esas milicias tienen su propia agenda, que pasa por desestabilizar la zona y avanzar hacia la consecución de un estado islámico transnacional.

El líder global de Al Qaeda, Ayman al Zawahiri, ha expresado en numerosas ocasiones su voluntad de tomar Damasco primero, para luego llegar incluso a Egipto. Para ello se ha marcado como prioridad inmediata crear un frente islamista unido en Siria, ordenando el mes pasado la disolución del Estado Islámico de Irak y Al Qaeda, que compite con el Frente Al Nusra y una nueva amalgama de milicias unidas bajo el nombre de Frente Islámico. El Estado Islámico, sin embargo, sigue operando en Siria con ideología y métodos radicales. Según un reciente informe de la oposición moderada 5.500 milicianos extranjeros operan entre sus rangos. De entre ellos los más feroces son 250 chechenos que operan en Alepo, un bastión rebelde.

No hay un censo de los milicianos extranjeros que luchan en el bando rebelde sirio. Algunas estimaciones de la inteligencia occidental los sitúan en 30.000, 1.200 de ellos europeos. “El número sin precedentes de yihadistas extranjeros en Siria y lo porosas que son sus fronteras auguran una gran fuente de problemas para los países vecinos”, opina William McCants, experto en yihadismo en la institución Brookings. “Israel evitará que la mayoría entren en su país, pero Líbano y Jordania lo van a tener mucho más difícil, porque carecen de la seguridad fronteriza de Israel y porque han acogido a muchos refugiados, entre los que pueden camuflarse los yihadistas”.

De momento, Líbano ya ha sufrido diversos golpes de grupos radicales suníes, con un ataque suicida el mes pasado en la embajada iraní en Beirut que provocó 25 muertos y la muerte a tiros ayer del jefe militar de Hezbolá. Es el precio que paga esta milicia chiíta, que controla el gobierno libanés, por su implicación abierta en la guerra siria, en defensa del régimen de El Asad a instancias de su patrón, Irán. El líder de Hezbolá, el jeque Hasán Nasralá, acusó en un discurso del martes a los servicios de inteligencia saudíes de estar tras la explosión ante la misión diplomática iraní. “Esos grupos que asumen las ideas de Al Qaeda fueron creados por la inteligencia saudí”, dijo.

Arabia Saudí ha destinado fondos y armas a los rebeldes moderados y ha apoyado un cambio de régimen en Siria desde el principio de las revueltas. El embajador sirio en Naciones Unidas, Bachar Yafari, informó también el martes de que el régimen tiene detenidos a 300 prisioneros saudíes a los que ha capturado en combate. “Alguien debe hacer que los saudíes rindan cuentas por todo lo que están haciendo”, añadió.

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El primer impulso de Hezbolá tras cualquier ataque es culpar también a Israel. Sucedió inicialmente tras la explosión en la embajada iraní y volvió a suceder ayer tras la muerte de Hassan Houlo Al-Lakis en Beirut. El gobierno de Benjamín Netanyahu negó ayer cualquier implicación. Lo que inquieta en realidad en Israel es que la ofensiva yihadista siria, de momento centrada en golpear a El Asad y sus aliados, se extienda y acabe llamando también a su puerta. De momento, entre los rangos de la oposición armada siria luchan y han muerto incluso árabes con ciudadanía israelí simpatizantes de Al Qaeda.

“Los yihadistas han encontrado el talón de Aquiles de Hezbolá”, asegura analista Yoram Schweitzer, exjefe de la sección de antiterrorismo internacional del ejército israelí. “En represalia por su implicación en Siria están cometiendo ataques en Líbano contra ciudadanos chiítas. Esos grupos, a su vez, representan un gran reto para toda la región y en concreto para Israel, pues aunque este tenga una seguridad y un ejército fuertes, aún pueden cometer ataques como el secuestro de soldados o lanzamiento de cohetes. Ahora están inmersos en la guerra siria, pero no hay que dejar de lado su ideología y objetivos a largo plazo, que no acaban con El Asad”.

Mientras, la oposición siria moderada, apoyada por Occidente, queda empujada a una creciente irrelevancia. El nuevo Frente Islámico, nacido el mes pasado, es la unión de siete brigadas que antes llegaron a cooperar con el Ejército Libre Sirio, pero que ahora se han fijado como objetivo crear un estado islámico. “Su ideología es el islamismo en el sentido tradicional. Es decir, quieren la ley islámica como base única de legislación. Rechazan también la democracia parlamentaria. En ese sentido es más radical el frente unido que varios de los grupos que lo forman”, asegura Aymenn Jawad al Tamimi, investigador en la organización Middle East Forum. “No hay diferencia clara en su discurso entre un proyecto único para Siria y un proyecto para la comunidad musulmana en general”. Esa internacionalización de la lucha es, al fin y al cabo, la razón de ser del yihadismo global.

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