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La violencia étnica se recrudece en el oeste de China

16 personas mueren en la provincia de Xinjiang, 14 de ellas por disparos de la policía

Las tensiones étnicas han vuelto a provocar un estallido de violencia en la región autónoma de Xinjiang, hogar de la minoría musulmana uigur, en el oeste de China, que se ha cobrado 16 vidas. Catorce personas resultaron muertas por disparos de la policía durante unos disturbios registrados el domingo en el condado de Shufu, cercano a la ciudad de Kashgar, según ha informado el Gobierno regional, informa France Press. Los otros dos fallecidos son policías. Las autoridades aseguran que los agentes de seguridad fueron atacados por “matones” armados con cuchillos y explosivos cuando se dirigían a detener a “sospechosos criminales”. “La policía respondió con decisión”, asegura el breve comunicado oficial, que añade que dos personas han sido detenidas.

El enfrentamiento se ha producido algo menos de dos meses después de un grave incidente registrado en Pekín, que el Gobierno calificó de “ataque terrorista”. Cinco personas murieron y 40 resultaron heridas después de que un coche embistiera contra una valla y la gente bajo el retrato de Mao Zedong que preside la entrada a la Ciudad Prohibida y se incendiara. Fallecieron el conductor del vehículo y las dos pasajeras, una turista filipina y un turista chino. Las tres personas que murieron en el coche fueron un hombre, su madre y su mujer; los tres, de etnia uigur. La policía aseguró que se trató de “un ataque terrorista violento premeditado, planificado y organizado cuidadosamente”. Pekín dijo que los responsables eran separatistas respaldados por el Movimiento Islámico del Turkestán Oriental. El supuesto atentado supuso un salto cualitativo en las tensiones que sacuden regularmente Xinjiang, ya que llevó el enfrentamiento al corazón de la capital china, algo que no había ocurrido hasta entonces.

Xinjiang vive enfrentamientos étnicos y revueltas periódicamente. Muchos uigures sienten un gran rechazo hacia el Gobierno por lo que califican de represión de sus prácticas religiosas y su cultura y la llegada masiva a la región de chinos de la etnia han, la mayoritaria en el país. Los han controlan la vida económica y política de Xinjiang. Los uigures representan actualmente el 46% de la población de la región autónoma y los han, el 40%. El resto pertenece a otras minorías. Pekín insiste que los uigures gozan de grades libertades y ha invertido mucho dinero en el desarrollo de la región.

Los choques más graves de los últimos años se produjeron en 2009, cuando un brote de odio étnico en la capital de Xinjiang, Urumqi, dejó unos 200 muertos. Desde entonces, han continuado los incidentes. Un total de 11 personas –nueve atacantes y dos auxiliares de policía- murieron el mes pasado en un asalto a una comisaría en el municipio de Serikbuya, cercano a Kashgar, según la agencia oficial Xinhua; las fuerzas de seguridad mataron a 22 uigures en agosto en una operación “antiterrorista”, y 35 personas fallecieron en otro incidente en junio. El Gobierno controla de forma férrea la información en la zona e impide el acceso a la prensa extranjera a muchos lugares, lo que hace casi imposible verificar las informaciones oficiales.

Pekín culpa regularmente a militantes separatistas uigures de la violencia, pero las organizaciones de exiliados y de defensa de los derechos humanos afirman que exagera la amenaza para justificar lo que consideran política de represión en Xinjiang, una región muy rica en gas y otros recursos naturales, fronteriza con algunas exrepúblicas soviéticas, Afganistán y Pakistán.

Más de 190 ataques “terroristas” fueron registrados el año pasado en Xinjiang, lo que supone un incremento “significativo” respecto a 2011, según publicó el mes pasado la prensa estatal. La mayoría de los atacantes son jóvenes con poco más de 30 años o menores, y cada vez actúan con más frecuencia en pequeños grupos o de forma individual, como “lobos solitarios”, señaló.

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