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El régimen sirio se ensaña con Alepo

El Ejército lanza barriles con explosivos desde el aire para sojuzgar a los rebeldes

Foto: reuters_live | Vídeo: REUTERS-LIVE!/ AFP

Reforzado en Damasco, tomada la carretera que une la capital con la costa mediterránea y ganada la legitimidad de los pactos con Estados Unidos y la comunidad internacional para su desarme químico, el régimen de Bachar el Asad ha iniciado en los últimos días una feroz ofensiva sobre la región de Alepo, donde se halla la mayor ciudad de Siria y cuyo control le disputan desde hace más de un año los rebeldes levantados en armas. Las fuerzas del régimen han empleado misiles, artillería y, sobre todo, barriles cargados con explosivos lanzados desde helicópteros y aviones en zonas con fuerte presencia de milicianos rebeldes, provocando decenas de muertos, una buena parte de ellos niños, según los opositores. De este modo se prepara el régimen para la conferencia de paz prevista para el 22 de enero en Ginebra y a la que espera llegar con la carta negociadora de tener la mayoría del país de nuevo bajo su control.

“Las fuerzas del régimen han lanzado una feroz campaña sobre las partes liberadas de Alepo, durante la cual aviones militares han bombardeado la mayoría de sus vecindarios con barriles explosivos”, dijo ayer un portavoz de los Comités de Coordinación Local, una red opositora en Siria. Esos proyectiles son meros contenedores cilíndricos rellenos de material explosivo que se lanzan de forma aleatoria, sin la intención de que impacten sobre un objetivo concreto, sino para hacer el mayor daño posible en un radio tan amplio que es muy probable que en él haya civiles, como dicen los grupos de activistas opositores que ha sucedido. Paulo Sérgio Pinheiro, que preside la Comisión Independiente Internacional de Investigación sobre Siria de la ONU, criticó previamente el uso de esos barriles en zonas rebeldes porque provoca “el aplastamiento de civiles bajo las casas demolidas”.

El uso de esos barriles en el norte de la ciudad provocó el domingo entre 76 y 83 fallecidos, según distintos grupos afiliados a la oposición. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en Reino Unido, mantiene que entre ellos había al menos 26 niños y que el número de heridos es mucho mayor, lo que implica que los muertos serán más, dado el muy difícil acceso a atención médica y material sanitario en zonas rebeldes. La Coalición Nacional Siria, grupo opositor reconocido por Occidente como representante legítimo de la ciudadanía siria, criticó ayer en un comunicado “la campaña de barbaridades sobre la ciudad de Alepo, con la cual el régimen busca venganza y la generalización del caos”.

Los rebeldes tomaron con éxito partes del centro y el este de la provincia en verano de 2012. Desde entonces ha habido fuertes enfrentamientos en esas zonas y el resto de la región, que según los grupos observadores han destrozado barrios enteros. En abril se derrumbó el minarete de la Gran Mezquita de Alepo, del siglo XI. Previamente la Unesco había pedido a las partes que protegieran ese templo, que definió como “una de las mezquitas más hermosas en el mundo islámico”.

El régimen, por su parte, ha denunciado la masacre en los últimos días de decenas de personas en Adra, 20 kilómetros al noreste de Damasco. Varios grupos islamistas, liderados por el Frente Al Nusra, tomaron desde el miércoles la ciudad, según fuentes gubernamentales sirias, y mataron al menos a 80 personas. Sana, la agencia oficial de noticias siria, dijo ayer que antes de que el régimen recuperara su control 1.000 yihadistas habían tomado la ciudad, una cifra imposible de contrastar de forma independiente. El primer ministro sirio, Wael al Halki, dijo ayer en un acto oficial que las ejecuciones en Adra “obedecen a órdenes dadas desde Arabia Saudí, Turquía y otros países que apoyan el terrorismo”.

Después de que se hubiera vaticinado su caída en numerosas ocasiones, y tras perder el control de amplias zonas en las fronteras norte y sur del país, el régimen ha encadenado en los pasados meses una serie de victorias estratégicas, la más importante de las cuales fue la toma de la localidad de Qusair, en la frontera con Líbano, a finales de mayo. Con el apoyo de cientos de combatientes de la milicia chií libanesa Hezbolá y la asistencia de la Guardia Revolucionaria iraní, las tropas oficialistas se aseguraron recientemente la carretera que une la capital con la costa mediterránea al norte.

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El control de esa carretera es algo que facilita al régimen cumplir el pacto sellado en septiembre con EE UU por mediación de Rusia. Por allí evacuará previsiblemente sus arsenales químicos, algo que aceptó para evitar un ataque norteamericano con misiles. Las recientes ofensivas en Alepo, sin embargo, atestiguan que al régimen no le hacen falta las armas químicas para seguir avanzando en zonas que hace un año parecía perder irremediablemente. De momento ya han muerto en Siria más de 100.000 personas.

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