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Las canas les pueden costar caro a los latinoamericanos

La población en edad de trabajar es mayoría en la región, pero si no se hacen ajustes pronto su futuro podría verse comprometido

Un grupo de ancianos conversa en la calle
Un grupo de ancianos conversa en la calleAlejandro Ernesto (EFE)

La piel se arruga, salen las canas, nos caen los años encima en cuestión de segundos. ¿Efecto especial de videojuego o realidad del siglo XXI? Por fortuna se trata de un envejecimiento estadístico. La mala noticia es que ocurre en Latinoamérica.

En parte debido a su mayor capacidad para reducir la mortalidad y controlar la natalidad, la población latinoamericana está envejeciendo a un ritmo mayor que el resto del mundo. En las últimas cinco décadas, la expectativa de vida per cápita se ha catapultado en 22 años, mientras que la fertilidad ha caído a la mitad.

Nada menos que siete naciones latinoamericanas ocupan el ránking de los 25 países del mundo cuya población mayor de 60 años crece más rápidamente. Estos son: Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, México, y Perú.

En dos generaciones la población cercana a la edad de retiro se triplicará, lo cual ha despertado las alertas entre los expertos. Afirman que esto puede impactar tanto en el bienestar individual como de los países.

Un reciente informe del Banco Mundial afirma que este fenómeno debería preocupar a los diseñadores de políticas públicas por dos razones. Uno, porque el crecimiento económico será más arduo en países con grandes poblaciones de gente mayor. Dos, porque será más difícil satisfacer la demanda de servicios, de salud y jubilación, por ejemplo, en sociedades como las latinoamericanas de bajo y mediano ingreso.

“Hace falta construir y solidificar instituciones económicas y sociales para asegurar los ingresos, servicios de salud adecuados y otras necesidades asociadas con el envejecimiento”, afirma el estudio ¿Está preparada Latinoamérica para el envejecimiento de su población?

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Un par de desafíos inmediatos para la región son mejorar su tasas de graduación escolar secundaria y el empleo para los jóvenes, cuyas deficiencias han contribuido a la creación del limbo de los ninis, los que no estudian ni trabajan y que ya suman más de 30 millones.

Aplicar el bono demográfico

Por fortuna, estos profundos cambios demográficos en Latinoamérica no ocurrirán, como en las películas, de la noche a la mañana. Pasará al menos una generación antes de que empiece el predominio de las “cabecitas blancas”, lo cual ofrece una oportunidad para realizar ajustes.

Es aquí donde entra en escena lo que los economistas llaman el bono demográfico. No es otra cosa que una ventaja poblacional, en vista de que en la actualidad una gran mayoría de latinoamericanos -65% de la población- está en edad de trabajar, ahorrar e invertir.

Ahora es el momento de aprovechar esa ventaja. América Latina cuenta con aproximadamente cuatro décadas para tomar partido de esta situación, según los expertos.

“La región está en una situación demográfica favorable y ahora es el momento de empezar a invertir en el capital humano y en las instituciones que puedan asegurar una mejor calidad de vida para todos cuando haya menos gente en edad de trabajar”, afirma Michele Gragnolati , experto en temas demográficos del Banco Mundial.

En el universo de los demógrafos, es una carrera contra el reloj. Pero bien vale la pena correrla, por el bienestar futuro de la región.

Carlos Molina es editor online del Banco Mundial

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