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La amenaza de las ‘viudas negras’

Las mujeres terroristas suicidas han segado la vida de casi 800 personas en Rusia desde 2000

Thiago Ferrer Morini
La entrada de la estación de ferrocarril de Volgogrado (Rusia), tras el atentado terrorista del domingo.
La entrada de la estación de ferrocarril de Volgogrado (Rusia), tras el atentado terrorista del domingo.AP

Las llaman las shahidkas, por los shahid, los mártires por el islam. Las mujeres terroristas, como Oksana Aslánova, acusada este domingo de ser responsable del atentado contra la estación de ferrocarril de Volgogrado —que ha causado la muerte de al menos 16 personas— han golpeado Rusia desde que, en junio de 2000, Java Barayeva y Luiza Magomadova condujeran un camión cargado de explosivos a la puerta de un cuartel en Chechenia. Solo en Rusia, al menos 20 mujeres se han dejado la vida desde entonces, causando la muerte de casi 800 personas, según fuentes oficiales rusas. Vistas con circunspección por el islamismo más tradicional, los movimientos terroristas del Cáucaso han hecho de las mujeres suicidas una de sus armas más potentes.

Detrás del reclutamiento de mujeres para la causa islamista estuvo, sobre todo, Shamil Basáyev, el Bin Laden del Cáucaso, que encabezó con puño de hierro la guerrilla islamista chechena hasta su muerte en 2006. Basáyev, responsable por la masacre en la escuela de Beslan (Osetia del Norte), donde murieron más de 200 rehenes —la mayoría niños— declaró haber entrenado personalmente a 50 viudas negras. El líder terrorista utilizó a su ejército de mujeres en otra acción sonada: de los 49 terroristas que participaron en el asalto y toma de rehenes en un abarrotado teatro de Moscú en 2002 —donde murieron más de 150 personas— 19 eran mujeres. La menor de ellas, según la policía rusa, tenía 16 años.

Desde entonces, los atentados suicidas protagonizados por mujeres se han sucedido. En 2003, dos jóvenes chechenas se inmolaron en un control a la entrada de un concierto de rock a las afueras de Moscú: 14 personas murieron. El 24 de agosto de 2004, dos aviones salidos del aeropuerto moscovita de Domodédovo, uno de ellos con destino Sochi —sede de los Juegos Olímpicos de Invierno del próximo febrero— estallaron en pleno vuelo. Cada uno de los aparatos llevaba a bordo una terrorista suicida chechena. En 2010, Zenet Abdurajmánova y Marja Ustarjánova, de 17 y 20 años respectivamente, hicieron detonar sendos cinturones explosivos en dos abarrotadas estaciones del metro de la capital rusa: al menos 38 personas perdieron la vida.

Las mujeres son menos sospechosas porque no encajan en el estereotipo del terrorista suicida

Reclutar a mujeres para realizar atentados suicidas ha sido mortalmente efectivo para el integrismo caucásico. “Las mujeres no encajan en el estereotipo del terrorista suicida, al menos en las primeras fases de un conflicto”, señala Lindsey O’Rourke en un artículo publicado por el proyecto de Estudios sobre el Terrorismo de la Universidad de Chicago. En 2003, una semana después de un intento fallido de atentado suicida en un café de Moscú, una periodista de la revista Kommersant-Vlast, vestida con un velo integral (niqab), cargando una mochila y aparentando nerviosismo, consiguió recorrer el mismo camino y lograr mesa en el mismo café sin ser preguntada por nadie. En los atentados de Domodédovo, el jefe de seguridad del aeropuerto fue condenado a cinco años de prisión por negligencia al limitarse a pedir los documentos de identidad de las terroristas y no someterlas a una inspección integral.

Hasta la eclosión del terrorismo islamista en el Cáucaso, la participación de las mujeres en la violencia era menor, el “martirio” de una mujer contradice el rol tradicional femenino en el islam. “Una mujer mártir es un problema para un musulmán”, llegó a decir el propio jeque Ahmed Yasin, fundador del grupo terrorista Hamás. “Un hombre que recluta a una mujer está rompiendo la ley islámica”. Pero la efectividad de los atentados en Rusia inspiró a otros movimientos terroristas e impulsó un cambio de tercio. En 2004, una suicida atentó frente a un control israelí en la franja de Gaza, matando a cuatro soldados. Hamás reivindicó el ataque. “Las mujeres pueden alcanzar nuestros objetivos con más facilidad”, afirmó Yasin entonces. “Son como un ejército de reserva. Si las necesitamos, las utilizamos”.

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¿Qué lleva a una mujer a morir matando? “Por motivos muy similares a los que llevan a los hombres a hacer lo mismo —un compromiso con sus comunidades”, señala O’Rourke. “La rabia y la impotencia son el principal factor para crear terroristas suicidas”, apunta el experto en seguridad John Reuter. “Al perder maridos, hijos, hermanos y padres en dos guerras, las mujeres chechenas han quedado brutalmente afectadas”. Muchas de las suicidas tenían familiares o parejas fallecidas durante las dos guerras de Chechenia, donde las cifras oficiales rusas contabilizan cerca de 160.000 muertos. El novio de Zenet Abdurajmánova, una de las responsables del atentado en el metro de Moscú, murió en 2009 en una operación policial en Daguestán.

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