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Río cuelga el cartel de ‘lleno total’

Con hoteles en ocupación máxima, Copacabana ya está preparada para recibir más de dos millones de personas llegadas de casi todas las esquinas del planeta para el Réveillon

Fuegos artificaless en Copacabana al inicio de 2013.
Fuegos artificaless en Copacabana al inicio de 2013.WENG XINYANG (XINHUA)

Río de Janeiro afronta su internacionalmente conocida nochevieja de Copacabana con un lleno total en sus hoteles y un tiempo inestable que alterna sol, temperaturas altísimas (la víspera los termómetros registraron 39 grados y una sensación térmica de 49) y aguaceros dispersos. La playa más popular de Brasil ya está preparada para recibir a más de dos millones de personas llegadas de casi todos los rincones del planeta para disfrutar de uno de los espectáculos al aire libre más cotizados en las agencias de viajes: la quema de 24 toneladas de fuegos artificiales sobre el océano y una amplia programación de conciertos en tres escenarios repartidos a lo largo de la playa. La llegada del verano hace que esta fiesta sea especialmente exótica, ya que la tradición dice que hay vivirla en la calle y con ropa ligera, a ser posible de color blanco. También es tradición en Río y en otras áreas del litoral del norte de Brasil ofrecer flores a Yemanyá, la divinidad del mar en las religiones umbanda y candomblé.

La madre de santo (una suerte de sacerdotisa de camdomblé) Katia do Ogun pronostica que el 2014 será un año turbulento para Brasil y el resto del mundo. Según la tradición candomblé, el año que entra estará regido por los orixás del viento y del fuego, Iansã y Xangô, y tendrá influencias de Oxalá.

Pero esto no parece preocuparle mucho a los cariocas y los turistas, que se inclinan más bien por el carpe diem. Según Riotur, 767.000 turistas ya están instalados en la ciudad maravillosa y la tasa de ocupación hotelera supera el 95 % de las más de 34.000 habitaciones ofertadas. Se espera que la ciudad se embolse 614 millones de dólares en ingresos provenientes del turismo.

En Copacabana, que será el epicentro de la fiesta, once balsas fondeadas a 400 metros de la orilla están preparadas para quemar 24 toneladas de fuegos artificiales durante 16 minutos. En este tiempo el cielo de la legendaria playa permanecerá iluminado ininterrumpidamente por un sinfín de colores y diseños. El tema que este año inspira el espectáculo de pirotecnia es la segunda entrega de la película de animación Río, dirigida por el brasileño Carlos Saldanha. Por este motivo se sabe que durante los primeros 56 segundos de explosiones predominará el color azul, en referencia a Blu, el loro azul que protagoniza las aventuras tanto en la primera como en la segunda parte de la película.

Buena parte del barrio de Copacabana estará cortado al tráfico durante toda la noche y el metro se verá un año más desbordado por las más de 120.000 personas que se agolparán en los vagones para llegar hasta la playa. La masificación esperada por las autoridades de Río y el reciente repunte del índice de robos a transeúntes en determinados barrios de la ciudad han provocado el anuncio de un potente dispositivo de seguridad compuesto por 1.500 policías militares que velarán por el buen curso de la fiesta. En los últimos días, el alcalde, Eduardo Paes, ha pedido a los que tengan la intención de recibir el año en Copacabana que se inspiren en el público de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que acampó en la playa sin incidentes y sin generar demasiada suciedad. Paes parece obviar que la diferencia entre el público de la vigilia papal y el de la nochevieja carioca es, básicamente, que el primero estuvo concentrado en la oración y en la meditación, mientras que el segundo suele inclinarse por actividades más mundanas.

El propio espectáculo de pirotecnia dará pie al contacto desinhibido entre los asistentes, ya que en un momento determinado se escuchará por la megafonía el chasquido de unos besos para que los 2,6 millones de asistentes pierdan la vergüenza y los reproduzcan con sus prójimos.

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