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Las autodefensas avanzan en México

Grupos de civiles armados que han declarado la guerra a los carteles del ‘narco’ controlan ya una quinta parte del territorio del Estado de Michoacán

José Manuel Mireles (centro), líder de las milicias de autodefensa de Michoacán, en Churumuco la semana pasada.
José Manuel Mireles (centro), líder de las milicias de autodefensa de Michoacán, en Churumuco la semana pasada. Jorge Dan López (Reuters)

Unos 200 hombres y mujeres armados entraron el sábado en Parácuaro, una ciudad de 25.000 habitantes en el Estado de Michoacán, al suroeste de México. Los recibieron a tiros desde los tejados. Uno de ellos cayó muerto por un disparo. Consiguieron llegar a la alcaldía, detuvieron a los 11 policías locales y los encerraron en la cárcel. Parácuaro es el décimo municipio que los grupos de autodefensa controlan en la región, uno de los principales puntos de producción de drogas del país. Se levantaron en armas porque estaban hartos, según dicen, de los crímenes del cartel del narco que controla la zona. Si lo que ocurre en Michoacán no es una guerra, se le parece mucho.

En Michoacán, uno de los Estados más violentos de México, murieron violentamente 990 personas en 2013, la mayor cifra en 15 años. En España, en 2012, hubo 78 homicidios. El año pasado falleció ahí, en una emboscada, el vicealmirante de la Marina Carlos Miguel Salazar, el rango militar más alto asesinado en el país desde que iniciara la ofensiva contra el narcotráfico hace siete años.

La guardia expulsa a los alcaldes de las comunidades y patrulla sus calles

Fue ahí también donde un comando de encapuchados arrojó cinco cabezas decapitadas en un bar en septiembre de 2006, en uno de los primeros (y más recordados) episodios de la sangrienta guerra contra el crimen organizado. La costumbre no se ha perdido, pero ya no sorprende. En la capital, Morelia, aparecieron cinco cuerpos degollados hace solo unos días.

La región es una de las principales productoras de marihuana y metanfetamina de México, y parada estratégica del tráfico de cocaína. Con la toma de Parácuaro, ya son 10 los municipios que controlan los autodefensas (una quinta parte del territorio de Michoacán). La inestabilidad obligó al Gobierno federal a enviar al Ejército en noviembre pasado al puerto de Lázaro Cárdenas, en la costa del Pacífico, y el mayor punto de entrada de carga del país. Tras 11 meses de avance los autodefensas están a un paso de rodear Apatzingán, la ciudad con más peso político y económico, donde ya intentaron entrar en octubre. “La toma del poder en varios municipios michoacanos por grupos de autodefensa civil es el equivalente político y jurídico a un golpe de Estado en un microsistema de gobierno. No hay alcaldes que administren presupuestos, ni den servicios a la comunidad o tomen las decisiones que les competen”, afirma el periodista Raymundo Riva Palacio, especialista en temas de seguridad.

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Michoacán había sido territorio en disputa de los mayores carteles del país (el cartel de Sinaloa y los Zetas) hasta que en 2006 apareció La Familia Michoacana, una mafia con una ideología seudoreligiosa —su fundador, Nazario Moreno, El Chayo, escribió un libro que sirve de doctrina para sus miembros—. Después de que el Gobierno de Felipe Calderón anunciara la muerte de El Chayo en diciembre de 2010, apareció un nuevo cartel: Los Caballeros Templarios. Cambió el nombre, pero se mantuvo el culto al líder. Los autodefensas destruyeron este sábado en Parácuaro un altar dedicado a Moreno y en la región circulan rezos en su honor. “Oh, Señor Todopoderoso / Líbrame de todo pecado / Dame protección bendita a través de San Nazario”, dice una hoja repartida en los pueblos michoacanos, con una imagen del capo, vestido con una túnica y empuñando dos pistolas.

Los autodefensas aparecieron en febrero del año pasado. Su jefe, José Manuel Mireles, explicó en un vídeo difundido en junio sus razones: los Caballeros Templarios cobraban extorsiones, cometían asesinatos y violaban a las mujeres. Mireles acusó a las autoridades locales de proteger a las mafias. Las guardias comunitarias expulsan a los alcaldes de las comunidades que controlan y patrullan sus calles. Tepalcatepec, uno de sus principales bastiones, tiene un letrero a la entrada que reza: “Zona libre de Templarios”.

Milicianos de autodefensa detienen a un hombre por colaborar con narcotraficantes.
Milicianos de autodefensa detienen a un hombre por colaborar con narcotraficantes.

Los enfrentamientos son habituales. La violencia ha ocasionado la huida de algunos habitantes de la zona. En solo un mes, 200 personas pidieron asilo en San Diego (California). Una investigación periodística reveló que al menos 44 eran de Michoacán. Las peticiones de refugio de mexicanos en EE UU han aumentado un 400% en los últimos seis años.

El Gobierno de Enrique Peña Nieto ha optado por rebajar el discurso mediático sobre la guerra contra el narco, a diferencia de Felipe Calderón, que difundía las operaciones en horario de máxima audiencia. “No hay transparencia sobre el operativo. El secretario [de Gobierno, Miguel Ángel] Osorio Chong afirmó que se tienen objetivos, pero no dijo cuáles. Resulta por tanto imposible saber si se están alcanzando”, escribió el analista Alejandro Hope en mayo pasado. Hope afirma ahora que, si los autodefensas deciden intentar de nuevo la toma de Apatzingán “puede sobrevenir una batalla de dimensiones no triviales”.

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