_
_
_
_
_

El presidente de Guatemala llega debilitado al ecuador de su mandato

La violencia, las acusaciones de corrupción y la falta de firmeza en sus decisiones minan la credibilidad de Otto Pérez

Otto Pérez, presidente de Guatemala, el viernes
Otto Pérez, presidente de Guatemala, el viernesNUESTRO DIARIO

Al llegar al ecuador de su mandato, el presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, ha perdido la credibilidad del 44% de sus gobernados y ya solo el 56% de la población aprueba su gestión, de acuerdo con una encuesta publicada este lunes por el matutino Prensa Libre.

Aunque es cierto que el resultado lo coloca mejor que sus predecesores inmediatos a esta altura del mandato (Álvaro Colom, 43%, y Óscar Berger, 18,5%), también es verdad que en el último año Pérez Molina ha perdido 14 puntos porcentuales en relación a la calificación alcanzada el año anterior, según la muestra citada.

No hay que buscar mucho para explicar este descenso. El Gobierno reprueba en sus dos principales promesas de campaña: mano dura contra la criminalidad, y transparencia en el manejo de la cosa pública. En el primer tema, 2013 cerró con 6.072 homicidios, lo que da un promedio de 16 diarios, cifras que están por encima de las del año anterior. En el campo de la transparencia, existe la percepción generalizada de que Guatemala ha retrocedido.

“Guatemala retrocede como consecuencia de su falta de políticas claras en la lucha contra la corrupción”, afirma Alejando Balcells, del Consejo para la Defensa de la Constitución (Cedecon). En su informe de 2013, Transparencia Internacional coloca a Guatemala en el séptimo lugar del hemisferio como el país menos transparente, con una calificación de 29 puntos. Venezuela, con 20, ocupa el último lugar. A nivel mundial, ocupa el puesto 123 sobre las 177 naciones calificadas.

Entre las causas que mejor explican este problema está lo que aquí se conoce como “deuda política”, que se refiere a los compromisos adquiridos por los candidatos durante su campaña, que alcanzas cifras multimillonarias. En este país, con excepción de Vinicio Cerezo (1986-1991), todos los candidatos han llegado al poder después de dos o tres intentos, por lo que su deuda es monumental y condiciona toda la gestión a saldar el compromiso, pasando por encima de las leyes que norman las contrataciones del Estado.

No son los únicos problemas que explican el descenso en la popularidad del mandatario. Contrario a la imagen de hombre duro –Pérez es un general que ganó sus galones durante la guerra que ensangrentó Guatemala entre 1960 y 1996– existe la impresión generalizada de que el mandatario cede con mucha facilidad a las presiones de su vicepresidente, Roxana Baldetti.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

“Tenemos un gobierno bicéfalo. Pérez acostumbra consensuar muchas de las decisiones con la vicepresidenta”, resume el analista Gustavo Berganza. Proyecta, además, una imagen de debilidad, duramente criticada por Pérez durante la campaña por el protagonismo excesivo de la mujer de Álvaro Colom durante el mandato de este (2008-2012). Lo anterior, en un país con larga tradición autoritaria, resta liderazgo al mandatario.

Los resultados del “Pacto Hambre Cero”, el osito de felpa de la vicepresidente Baldetti, también fueron suspendidos durante un foro realizado por la universidad Rafael Landívar (jesuitas). “Los programas sociales no dan prioridad a los lugares más afectados. Programas contra el hambre, la desnutrición y la pobreza son atendidos de manera superficial y no de fondo”, concluyeron los académicos Jaime Carrera y Juan Lee.

En declaraciones a la prensa local –este periodista gestionó, sin éxito, una entrevista con el mandatario desde mediados de diciembre– Pérez Molina admitió entre las debilidades de su gobierno la necesidad de sistematizar los programas de proyección social. Entre sus logros enfatiza haber sentado las bases para “ordenar la casa”, lo que, según asegura el mandatario, dará frutos importantes a lo largo del resto de su mandato, que termina en enero de 2015.

Admite también haber fracasado en aspectos como la generación de empleo, y en no alcanzar un acuerdo parael cese de deportaciones de guatemaltecos que trabajan ilegalmente en Estados Unidos (1,5 millones, según el mandatario; hasta 2,2 millones, según su ministro de Economía, Sergio de la Torre), y cuyas remesas familiares constituyen uno de los pilares más sólidos de la economía del país.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_