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“Si hay peligro, estaré en primera fila”

Una de las víctimas mortales entre los opositores abandonó su pueblo para sumarse a la protesta Serguéi Nigoyán, de 20 años, vivía en tiendas de campaña desde diciembre

Pilar Bonet

Hasta el pasado 22 de enero muchos ucranianos consideraban que la ausencia de víctimas mortales en las manifestaciones y mítines del Euromaidán era la prueba del alto grado de responsabilidad cívica adquirida por su país. En el otoño de 2004, durante la llamada Revolución Naranja, tampoco se registraron muertos, y esto llevaba a algunos a pensar que la capacidad de resolver las disputas sociales sin víctimas mortales se había convertido ya en un rasgo del "carácter nacional" de la nueva Ucrania, aunque los contenciosos hubieran llegado a veces a dirimirse a porrazos y zarandeos (lo cual era algo frecuente en el parlamento) y con lanzamientos de balas de goma y gases lacrimógenos.

Las ideas sobre la pretendida superación de la violencia letal fueron brutalmente desmentidas el miércoles por la realidad, que inauguró una nueva etapa cuando en los enfrentamientos en la calle Hrushevskoho dos hombres (Serguéi Nigoyán, de 20 años, y Mijaíl Zhiznevski) perecieron a consecuencia de heridas de bala. Según una de las versiones, Nigoyán, que era miembro de las unidades de Defensa del Euromaidán, recibió un impacto en el cuello y otro en el pecho. Según otra, los balazos que le alcanzaron fueron cuatro. El joven procedía de una familia de origen armenio asentada en un pueblo de la provincia de Dnepropetrovsk. En un vídeo que circula ampliamente por Internet se le ve, con las barricadas del Euromaidán como telón de fondo, mientras lee solemnemente versos de Tarás Shevchenko, concretamente fragmentos del poema El Cáucaso (1845), en el que el gran escritor ucraniano exhorta a los pueblos de aquellas regiones al levantamiento contra los colonizadores rusos.

Nigoyán estudiaba en una academia de deportes de donde había sido expulsado porque, según su director, faltaba a clases debido a problemas familiares. En una supuesta entrevista, aparecida en Facebook, Nigoyán explica que el pasado 8 de diciembre llegó en tren a Kiev procedente de Dnepropetrovsk, adonde acudió desde su pueblo buscando en vano un centro de reclutamiento para que le llevaran al Euromaidán.

Nigoyán vinculaba su "futuro" con este evento, que llegó a quitarle el sueño y le impulsó a abandonar su hogar. En la capital, pernoctaba en la sede central de los sindicatos, en tiendas de campaña o donde había "sitio libre". "No estoy cansado, a veces tengo la impresión de que no hay avance, pero si hay peligro, estaré en primera fila", habría dicho, según una supuesta entrevista suya publicada en Facebook.

El caso de Mijaíl Zhiznevski está menos claro. Según el servicio informativo Ukrainskaia Pravda, se trataría de un bielorruso que había huido de su país por tener allí problemas políticos. En Ucrania había sido miembro de la organización nacionalista UNA-UNZO y tenía varios seudónimos. Al igual que Nigoyán, era miembro del servicio de Defensa del Euromaidán y quienes afirman haberlo conocido lo caracterizan como "valiente" y "brillante". Se cree que procede de la ciudad de Gómel.

En la lista que está cambiando la percepción de la resolución pacífica de conflictos en Ucrania figura también Yuri Verbitski, un manifestante, aparentemente de la ciudad de Lvov, que fue secuestrado por hombres de paisano mientras era atendido en una clínica el pasado domingo. Verbitski apareció después muerto en un bosque de las afueras de la capital. Igor Lutsenko, el activista que le acompañó al hospital, también fue secuestrado pero fue puesto en libertad.

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La lista de víctimas puede ampliarse con nuevos nombres. Medios del servicio de Defensa del Euromaidán afirman que los miembros de las BERKUT (unidades de intervención especial) han llevado cerca de 20 cuerpos a un depósito de cadáveres de Kiev. Sobre la muerte de Verbitski, la policía ha abierto una investigación criminal por "asesinato con premeditación". Los hombres vestidos con ropas de civil que se dedican a intimidar a los activistas son conocidos como los titushi.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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