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Una potencia cada vez más desigual

Las diferencias entre ricos y pobres se acrecentan en EE UU, y el progreso social se estanca

El presidente de EE UU, Barack Obama, este martes pronuncia el discurso del estado de la Unión.
El presidente de EE UU, Barack Obama, este martes pronuncia el discurso del estado de la Unión. MICHAEL REYNOLDS (EFE)

En la tierra de las oportunidades, el ascensor social está estancado y las brechas económicas se agigantan. La primera potencia económica cada vez es más desigual, lo que amenaza seriamente su desarrollo y su esencia misma: la vigencia del llamado sueño americano. A principios de diciembre, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, declaró la desigualdad económica como “el mayor desafío de nuestro tiempo”, y este martes, en su discurso del estado de la Unión, ha alertado de la gravedad de este drama y ha urgido a los legisladores a tomar medidas para combatirlo.

Las estadísticas hablan por si solas. En los últimos 50 años, los ingresos medios del 1% más rico de la población norteamericana se han disparado un extraordinario 271%, mientras que los del 90% más pobre lo han hecho a un ritmo más de diez veces inferior, un 22%. Según Obama, la desigualdad económica en EE UU es comparable a la de países como Jamaica y Argentina. Los índices de pobreza, por su parte, han crecido, aunque a un ritmo menor. En 2006, la tasa era del 12,3% y desde 2010 está estancada en el entorno del 15%, según los datos oficiales; aunque desde el Center on Budget and Policy Priorities, un organismo independiente, estiman que ha seguido creciendo ligeramente si se le añade el efecto de la inflación. En ambos casos, las cifras son mucho más acuciantes entre la población negra y hispana.

Y, en paralelo, la capacidad de progresar económicamente en EE UU se ha paralizado. Si la distribución de la renta se divide en cinco categorías, los nacidos en la más pobre de las cinco tienen un 40% de posibilidades de permanecer allí cuando sean adultos, mientras que lo mismo les sucede, también con un 40% de posibilidades, a los nacidos en la categoría más acaudalada, según revela Richard V. Reeves, investigador del departamento de economía de Brookings, un centro de estudio con sede en Washington. Traducción: los más pobres permanecen pobres y los más ricos permanecen ricos, y solo el 20% de en medio vislumbra esperanzas de mejora.

“En los últimos 60 años, la situación se ha mantenido totalmente plana. En Estados Unidos no hay tanta movilidad como en otros países”, afirma en conversación telefónica. Por ejemplo, según datos de la OCDE, hay más capacidad de escalar socialmente en países como Alemania o Holanda que en EE UU. Y esto “ofende” profundamente la esencia americana, en palabras de Reeves, más que las profundas disparidades de ingresos, y obliga a los políticos de todos los espectros a posicionarse al respecto, pues la igualdad de oportunidades es parte del “contrato social americano”.

A su vez, sin embargo, como ponen de manifiesto los discursos de Obama, el apogeo del 1% más rico también se ha adentrado en el debate político, siguiendo la estela impulsada en 2011 por las reivindicaciones del movimiento 'Occupy Wall Street'. A diferencia de la movilidad social, la evolución de la renta ha sido variable, según apunta el investigador. La brecha en las desigualdades de ingresos en EE UU aumentó considerablemente en los años 80 y principios de los 90, para a continuación permanecer estable hasta mediados de la primera década del nuevo siglo, cuando se volvieron a disparar los ingresos de los más ricos. El estallido de la crisis económica en 2007 frenó esta tendencia al alza pero en los últimos años las grandes fortunas han logrado recuperar el terreno perdido.

No hay un diagnóstico único que explique el auge de las desigualdades económicas y la reducción de las oportunidades sociales, ni tampoco las mismas recetas para combatir ambos fenómenos. Reeves cita una serie de factores que confluyen de forma interrelacionada. En el terreno de las causas, sostiene que buena parte de la riqueza de los más acaudalados proviene del capital y que, en general, los rendimientos se han disparado en los últimos años. Y también otro factor más prosaico: las familias más ricas se suelen casar entre ellas, lo que hace que el conjunto de su renta se consolide aún más.

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En paralelo, pese a la mejora de 2013, en los últimos años la economía norteamericana ha crecido con menos fuerza que en el pasado y el desempleo ha aumentado, lo que, en general, ha limitado el crecimiento de los ingresos -si es que no los ha reducido- y la movilidad de las rentas del trabajo, es decir ha afectado mayoritariamente a las clases medias y bajas. Además, el investigador también apunta como posibles causas el declive de los sindicatos, la distribución salarial y la distribución de impuestos entre la población.

En este sentido, una de las clásicas posibles soluciones para reequilibrar más los ingresos sería gravar más fiscalmente a los más ricos y menos a los pobres, algo que ya se empezó a hacer el año pasado. En enero de 2013, se revertieron algunas de las rebajas fiscales impulsadas por la administración de George W. Bush (2001-2009) y la tasa marginal para los ingresos individuales superiores a los 400.000 dólares pasó del 35% al 39,6%.

En el terreno de las recetas, Reeves también aboga por dar más poder a los trabajadores para que se beneficien más de las ganancias empresariales, y por aumentar la inversión en educación pre-infantil y secundaria, y redoblar los esfuerzos en el acceso a la universidad. Son iniciativas parecidas a las reclamadas por Obama a los congresistas y las defendidas por 'think tanks' progresistas, como el Center for American Progress.

Pero la medida estrella para combatir las crecientes desigualdades que sufre EE UU anunciada por el presidente es la de elevar el salario mínimo federal de 7,25 dólares a 10,10 dólares, algo que venían reclamando distintos sectores en los últimos meses, como los trabajadores de comida rápida. Según diversos estudios, si el sueldo mínimo hubiese aumentado al mismo ritmo que la renta del 1% más rico se situaría actualmente en el entorno de los 25 dólares. En cambio, en los últimos 50 años, se considera que el valor de los sueldos apenas se ha incrementado un 7%. La tierra de las oportunidades es cada vez más la de las desigualdades.

 

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