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El SPD impone su agenda en Alemania

Los socialdemócratas logran la aprobación de varias de sus propuestas, suben en los sondeos y copan el debate público en el arranque de la legislatura

Angela Merkel en el Bundestag con los titulares de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier (izquierda), y Economía, Sigmar Gabriel.
Angela Merkel en el Bundestag con los titulares de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier (izquierda), y Economía, Sigmar Gabriel.tobias schwarz (reuters)

Hacía dos años desde la última vez que un líder socialdemócrata superó a la democristiana Angela Merkel en los sondeos de popularidad de la televisión pública ARD. Solo seis semanas después de que la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Merkel presentara la nueva gran coalición con los socialdemócratas del SPD, el ministro de Exteriores Frank-Walter Steinmeier (SPD) vuelve a ser el político más popular de Alemania.

Su partido logró que el programa electoral con el que perdió las generales de septiembre determine la agenda política interior en lo que va de legislatura. Tanto la aprobación de un salario mínimo interprofesional a partir de 2015 como la reforma de las pensiones han centrado el debate político y los conflictos que plantearon se han resuelto a favor del SPD. Los sondeos para las europeas de mayo dan la temperatura política de la Coalición: los de Merkel se mantienen tranquilos en el 38% de 2009, los euroescépticos de AFD pasan del 0% al 6% y el SPD suma casi nueve puntos hasta rondar el 30%.

El partido introduce el salario mínimo y las jubilaciones anticipadas

La ambiciosa Transición Energética de las centrales atómicas hacia las renovables se perfila, ahora, como la siguiente piedra de toque para la estabilidad de la Coalición. Es la reforma más ambiciosa que enfrenta Alemania en los próximos años. La voz cantante la tiene aquí el presidente del SPD, Sigmar Gabriel, que también es vicecanciller y superministro de Economía y Energía. El socialdemócrata se afianzó en el liderazgo de su partido antes de firmar el pacto de Gobierno con Merkel. La semana pasada resumió en una entrevista la renovada autoconfianza del SPD: “Merkel no es mi jefa”.

También el diario bávaro Süddeutsche Zeitung se refería esta semana a Gabriel como “el canciller paralelo”. El influyente semanario liberal Die Zeit definió las negociaciones para las reformas energéticas como “una lección para Merkel”.

Después de cuatro años de Gobierno con el partido liberaldemócrata FDP, al que ninguneó hasta aplastarlo con su abrazo del oso político, Merkel está tratando con un SPD “que se ha propuesto no dejarse quitar nada, absolutamente nada, de las manos”.

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La cúpula de la CDU aprobó ayer en Erfurt el borrador para el programa electoral para las europeas del 25 de mayo. La inercia del triunfo electoral de septiembre y el indudable poder de la jefa dentro del partido no dejan mucho lugar para las críticas. Ha salido tantas veces de situaciones adversas que unas semanas de eclipse democristiano no dan para revueltas. Pero sobre Erfurt planearon sombras como la del tesorero del partido Helmut Linssen, que dimitió el jueves bajo sospecha de haber estafado a Hacienda con empresas fantasma en paraísos fiscales como Bahamas y Panamá. Según dice el borrador del programa democristiano en su página 17, “el que evade impuestos no estafa solo al Estado, estafa al conjunto de la sociedad”.

Steinmeier supera en popularidad a Merkel y el SPD gana nueve puntos

Angela Merkel habló ayer de la dimisión de Linssen como “un paso necesario”. Conserva las riendas y mantiene una táctica política de eficacia probada para ella: verlas venir y participar en los debates como juez, no como parte.

Las europeas, que coincidirán con comicios municipales en grandes zonas de Alemania, pondrán a prueba esta táctica. Mientras el SPD va demostrando que como socio es mejor adversario que los hundidos liberales, Merkel mira de reojo a la nueva derecha aglutinada en el partido Alternativa para Alemania (AFD).

La formación rechazó aliarse con otros partidos de la derecha populista europea, como el holandés de Geert Wilders, pero tanto su discurso público como su programa electoral se están escorando desde el euroescepticismo fundacional a posiciones derechistas tradicionales.

En las elecciones legislativas de septiembre cosecharon nada menos que el 4,7% de los votos con el lema “Valentía por la verdad”, transmutado ahora en “Valentía por Alemania”. En conformidad con el sentimiento mayoritario de los alemanes —el 40% cree que su país se beneficia de estar en la Unión Europea, frente al 19% que considera lo contrario—, la AFD no propone que Alemania deje la UE ni el mercado común. Pero, dormida ahora su lucha contra el euro, asume posiciones conservadoras que la CDU ocupó tradicionalmente.

Mientras el SPD recupera parte del espacio en el centroizquierda arrebatado por Merkel en el pasado, los conservadores del Círculo de Berlín en la CDU pidieron esta semana que el partido “no deje espacios libres” que puedan dominar sus nuevos competidores de la derecha.

Lo que se presentaba como una reunión tranquila en Erfurt para hablar del programa electoral para los comicios europeos sirvió, así, para que la CDU enfrente las amenazas que vienen en 2014.

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