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YPF aumenta su producción a casi dos años de su nacionalización

Las petroleras privadas en Argentina, en cambio, extraen en conjunto cada vez menos petróleo y gas

Sede de YPF
Sede de YPFJUAN VARGAS (AFP)

Casi dos años después de la nacionalización del 51% de YPF, la petrolera argentina cosecha más elogios que críticas. A diferencia de alguna que otra empresa reestatalizada por el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, YPF ha quedado al margen de gestores políticos y ha sido puesta en manos de profesionales petroleros que persiguen el objetivo estratégico de recuperar el autoabastecimiento energético que perdió Argentina en 2011, el año previo a la expropiación del 51% que pertenecía a Repsol. Ésa es por lo menos la visión coincidente de analistas proclives y contrarios al kirchnerismo.

Lo que le ha costado hasta ahora a YPF es conseguir socios para invertir en uno de los principales yacimientos de hidrocarburos no convencionales del mundo, el sureño Vaca Muerta, que había descubierto Repsol en 2010. YPF ha firmado acuerdos con las norteamericanas Chevron y Dow, por 1.240 millones de dólares con la primera y por 120 millones con la segunda, así como con las locales Pluspetrol, por 217 millones, y Pampa Energía, por 151 millones. Días antes del acuerdo definitivo con Repsol por la indemnización por el 51%, YPF firmó un memorando de entendimiento para que también la estatal malaya Petronas invirtiera allí. El presidente de YPF, Miguel Galuccio, ingeniero que venía de trabajar en la empresa de servicios petroleros Schlumberger y que fue convocado por Fernández tras la reestatalización de abril de 2012, espera que el pacto con Repsol atraiga más alianzas. Hasta ahora el grupo español amenazaba con demandar a los que se asociaran con YPF, tal como hizo contra Chevron.

Pero analistas admiten que aún quedan trabas para invertir en Argentina. Algunas son asumibles por las petroleras en un mundo con escasez de crudo, como puede ser la existencia en este país de impuestos a la exportación, pero otras son más criticadas por las compañías, como los controles de cambio, que impiden que las filiales de multinacionales giren beneficios a sus casas matrices. Incluso hay quienes advierten de que algunas petroleras no invertirán incluso si el Gobierno de Fernández modifica esos controles, algo que no se descarta, porque esperarán a hacerlo cuando en diciembre de 2015 llegue al poder un nuevo presidente más amigable con el mercado. Claro que quizás en ese momento sea tarde porque puede que otras compañías se apresuren a firmar acuerdos con YPF para quedarse con participaciones en Vaca Muerta.

“La producción de petróleo en Argentina viene cayendo desde 1998 y la de gas, desde 2004, y en 2013 la tendencia continuó, pero la conducción profesional de la YPF estatal ha logrado estabilizar su nivel gracias a un gran esfuerzo de inversión en nuevos pozos y la recuperación secundaria de los yacimientos maduros”, destaca el experto en energía Jorge Lapeña, crítico del Gobierno kirchnerista en general, en particular sobre su cambiante política energética o sobre la gestión estatal de Aerolíneas Argentinas. Otro colega, Víctor Bronstein, también elogia el estado de la compañía: “La nacionalización ha permitido que YPF reinvirtiera sus beneficios en Argentina. Repsol se había endeudado en 1999 para comprar YPF y entonces usaba las ganancias para pagar esa deuda. Como es lógico en una multinacional, también invertía sus beneficios de Argentina en otros países donde creía que iba a tener mejores resultados. Pero lo que está bien para una empresa, puede generar muchos problemas al país”. En 2008, con la bendición del kirchnerismo, los Eskenazi, una familia argentina, compraron el 25% de YPF a Repsol y pactaron que el 90% de las utilidades anuales de la petrolera local se repartiera entre los accionistas, de modo tal de hacerse de dinero para abonar la deuda que habían contraído con el grupo español y diversos bancos para aquella transacción. “Por ese error del kirchnerismo, la inversión fue a peor”, opina Bronstein.

En 2013, YPF produjo 3,4% más de crudo y 2,2% más de gas. El problema que persiste es que el resto de las empresas, de capital privado nacional o extranjero, siguen produciendo menos en su conjunto, salvo alguna excepción, en un país donde las reservas de hidrocarburos convencionales declinan. El presidente de la petrolera estatal argentina no tiene los reparos de sus competidores a la hora de invertir, pero además ha logrado que el Gobierno de Fernández le elevara en forma sustancial los precios locales del crudo, los combustibles y del gas, algo que le negaba a Repsol. YPF, que hasta 2012 extraía un tercio del petróleo obtenido en Argentina, ahora se acerca al 40%. Además, con la reciente compra de los activos locales de la norteamericana Apache, también apunta a convertirse en el primer productor de gas en el país, por encima de la francesa Total.

La nueva YPF, cuyo 12% sigue siendo de Repsol, ha puesto en marcha 65 equipos de perforación de nuevos pozos y 92 de reparación, frente a los 25 y 49 que, respectivamente, tenía en 2011. La empresa presidida por Galuccio ya ha comenzado a explotar Vaca Muerta, pero ha reconocido que habrá que esperar hasta 2018 o 2023 hasta que produzca lo suficiente como para que Argentina recupere el autoabastecimiento. El país aun enfrenta el desafío de bajar los costes y mejorar la rentabilidad de los primeros ensayos en Vaca Muerta, donde además han comenzado a manifestarse grupos de ciudadanos, incluidos los indígenas, en contra de la técnica de fractura hidráulica por sus eventuales efectos contaminantes. Mientras tanto, Argentina sigue importando cada vez más energía, que a su vez los ciudadanos reciben con subvenciones, advierte Lapeña. Esto se traduce en pérdida de divisas, lo que explica en parte la devaluación del peso en enero pasado, y en déficit fiscal en tiempos en que la inflación roza el 30%.

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En los primeros nueve meses de 2013, YPF casi duplicó sus niveles de inversión, a unos 3.000 millones de dólares, y elevó 11% su beneficio, a cerca de 500 millones. Después de la devaluación de enero, Galuccio ha negociado con el Ejecutivo un alza paulatina de precios de la gasolina y el gasóleo. Es que con ingresos propios sumados a emisiones locales de deuda y las cuatro asociaciones firmadas, el presidente de YPF venía financiando hasta ahora sus inversiones. Ahora que su Gobierno ha sellado la paz con Repsol, buscará crédito internacional y nuevos socios, como Petronas u otros que habían amagado con un acuerdo pero temían represalias del grupo español, como la estatal China National Offshore Oil Corporation (CNOOC).

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