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Panamá mantiene abiertos cuatro frentes diplomáticos con países del ALBA

El Gobierno de Martinelli tiene pleitos pendientes con Venezuela, Cuba, Ecuador y Nicaragua, que acusa al país centroamericano de "vocero del imperio"

El presidente venezolano, Nicolás Maduro, muestra un retrato del expresidente panameño Omar Torrijos.
El presidente venezolano, Nicolás Maduro, muestra un retrato del expresidente panameño Omar Torrijos.REUTERS

Panamá, un histórico y estratégico aliado político de la Casa Blanca que en 2015 albergará la Cumbre de las Américas y que en 1989 sufrió la última invasión armada de tropas de Estados Unidos a territorio continental americano, tiene abiertos cuatro frentes de conflictos diplomáticos en América Latina y el Caribe con Venezuela, Cuba, Ecuador y Nicaragua.

Con distinto origen, los pleitos panameños con Caracas, La Habana, Quito y Managua, que están entre los principales regímenes izquierdistas que, con Bolivia, integran la columna vertebral de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), el bloque latinoamericano anti-Washington, provocaron un distanciamiento que se aceleró el 5 de marzo pasado con la decisión de Venezuela de romper relaciones con Panamá.

El gobierno panameño es “vocero de los intereses del imperio”, acusó el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, en un discurso al atardecer del 11 de marzo en Rivas, una ciudad del sur nicaragüense que en 1856 y 1857 fue clave en la lucha bélica de los centroamericanos para expulsar del istmo a las fuerzas invasoras esclavistas filibusteras estadounidenses que pretendían apoderarse de Centroamérica, como parte del expansionismo de Estados Unidos.

Al inaugurar en esa zona un parque eólico financiado por Caracas, Ortega cuestionó al presidente de Panamá, Ricardo Martinelli, porque presuntamente se alineó sin éxito con Washington para arrinconar a Venezuela, tras varias semanas de conflicto entre fuerzas gubernamentales y opositoras venezolanas, con saldo de más de 20 muertos.

Panamá solicitó el 25 de febrero a la Organización de Estados Americanos (OEA) llamar a una cita de cancilleres para analizar la crisis venezolana, una gestión que Venezuela rechazó y abrió y que remató con la decisión del presidente Nicolás Maduro de romper nexos diplomáticos, políticos y económicos. El intercambio entre Maduro y Martinelli ha proseguido.

“En la OEA se libró una batalla, y ahí estaba cerrando filas Estados Unidos y el gobierno panameño, presentándose a ser vocero de los intereses del imperio”, dijo Ortega, tras subrayar que Washington y Panamá quedaron solos, porque la Casa Blanca “veía desencadenarse una acción de parte de la OEA que culminara con las invasiones que hemos conocido en otros tiempos”. El mensaje—todavía sin respuesta de Martinelli—pareció aludir a la invasión armada de Estados Unidos a Panamá en 1989 que depuso al régimen militar panameño que gobernó desde 1968.

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“Aunque (Washington) lo quiera, ya no hay espacios para eso”, recalcó Ortega. El pueblo panameño ha sido “rebelde, luchador y valiente, no así” el gobierno de Martinelli, agregó, al destacar que una resolución emitida el viernes 7 por la OEA, y votada en contra por Panamá, Estados Unidos y Canadá, respaldó a Maduro.

En un acto militar en Caracas en el primer aniversario de la muerte del expresidente venezolano Hugo Chávez, ante los presidentes Raúl Castro, de Cuba, Evo Morales, de Bolivia, y Ortega, entre otros, Maduro rompió nexos con Panamá, calificó a Martinelli de “lacayo rastrero” y le acusó de “conspirar” en la OEA contra su gobierno con una actitud “injerencista” en asuntos internos de Venezuela. Castro, Morales y Ortega aplaudieron todo lo que dijo Maduro sobre Panamá.

Resentimiento acumulado

Los diferendos de Panamá con gobiernos del ALBA sufren un progresivo agravamiento. El conflicto con Cuba provocó la ausencia de Martinelli en la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), a finales de enero de este año en La Habana.

El lío se originó porque, bajo sospecha de que llevaba drogas, el barco Chong Chon Gang, de Corea del Norte, fue retenido en julio de 2013 en aguas panameñas cuando se disponía a cruzar el Canal de Panamá, del Atlántico hacia el Pacífico y procedente de un puerto cubano.

Panamá descubrió que la nave transportaba un cargamento bélico “no declarado”, oculto en sacos de azúcar y propiedad de Cuba. La cancillería panameña denunció que se trató de una violación del embargo mundial de exportación e importación de pertrechos bélicos que el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) impuso en 2006 a Pyongyang por su programa nuclear.

Un informe de una comisión de expertos del Consejo difundido este 11 de marzo en Nueva York, confirmó lo que el gobierno de Panamá proclamó: que Cuba violó el embargo a Corea del Norte. El gobierno cubano reconoció que el armamento es de su propiedad pero adujo que está obsoleto, es defensivo y era llevado a Corea del Norte para ser reparado.

Al estallar el problema, Cuba congeló contactos con Panamá. El canciller cubano Bruno Rodríguez canceló una reunión prevista para octubre de 2013 con el entonces canciller panameño, Fernando Núñez, en la ONU en Nueva York. Castro desistió de asistir a la Cumbre Iberoamericana que se realizó ese mismo mes en Panamá.

En una entrevista con El País a mediados de octubre, Núñez explicó que el contrabando de armas de Cuba a Corea del Norte desbarató “el momento” en que Washington intentaba ser conciliador con La Habana y perjudicó la posibilidad de que el régimen cubano sea invitado por Panamá como sede de la Cumbre de las Américas de 2015.

Venezuela, Ecuador y Nicaragua condicionaron su asistencia a esa cita a que Cuba sea invitada. En la anterior Cumbre de las Américas, en 2012 en Colombia, una mayoría de países aceptó la participación de Cuba en ese foro, al que, a diferencia de CELAC, acuden Estados Unidos y Canadá.

En una asamblea de la OEA en Guatemala en 2013, Panamá pidió crear una comisión que estudie invitar a Cuba. Los cubanos “jamás tuvieron la cortesía de responder”, recordó Núñez.

Cruce de palabras

El cuarto pleito panameño es con Ecuador y surgió por dos hechos que han atizado una guerra verbal.

El 13 de octubre de 2013, Ecuador retuvo cerca de aguas ecuatorianas al barco panameño Doria—tripulado por dos colombianos, un estadounidense, un nicaragüense y un panameño—con 799 kilogramos de cocaína en su interior. Panamá exige la entrega de la nave y de sus cinco ocupantes y alega que fueron detenidos en aguas internacionales.

El 22 de ese mes, Panamá otorgó asilo político al exdiputado opositor ecuatoriano Galo Tito Lara Yépez, del Partido Sociedad Patriótica y condenado a 10 años de cárcel en septiembre del año anterior por su complicidad con un triple homicidio en su país.

En diciembre, el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, acusó de “insolente” al gobierno de Panamá y rechazó que Quito mantenga una actitud “chantajista” para ligar el caso del barco al asilo a Lara, de 45 años. El gobierno panameño alegó que aprobó la solicitud de Lara, porque el excongresista expuso “preocupación por su integridad personal y el peligro que correría su vida de retornar” a su país, como víctima de persecución política en Ecuador.

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