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Incertidumbre en Crimea ante el futuro económico de la península

El proyecto separatista de la región alimenta la incertidumbre sobre su futuro económico

Pilar Bonet
Varias personas a la espera de retirar dinero de un cajero, este jueves en Simferópol.
Varias personas a la espera de retirar dinero de un cajero, este jueves en Simferópol.AFP

El proyecto separatista de Crimea ha sumido a esta república autónoma perteneciente a Ucrania en la incertidumbre sobre su futuro económico, tanto si la península incorpora a Rusia de inmediato como si se suma por algún tiempo a los territorios de la ex URSS que, como Abjazia y Osetia del Sur, se autoproclamaron independientes, sin ser reconocidos por el grueso de la comunidad internacional.

La ciudadanía y el empresariado no tienen una clara conciencia de que la transformación de Crimea en la provincia número 84 de Rusia y su integración en el sistema legal ruso no son instantaneas. Tampoco son del todo concientes de que la falta de reconocimiento internacional (en Rusia o fuera de ella) implica no poder exportar de forma directa a los países occidentales, limitaciones para las transacciones financieras y clausura de las líneas aéreas internacionales.

El futuro se percibe de diferente manera según la perspectiva. Los receptores de prestaciones del Estado ucraniano se sienten tentados por la mayor cuantía de las pensiones y prestaciones rusas, un tema que subrayan los canales de televisión local en vísperas del referéndum del domingo. Optimistas son los municipios que confían en el presupuesto ruso para ser compensados por las inversiones que Kiev autorizó, pero nunca llegó a pagar. Los empresarios con contratos impagados por estos municipios esperan también que Rusia asuma esas deudas.

De las declaraciones huyen los analistas de la banca ucraniana y los ejecutivos de las grandes empresas locales, como los productores de vinos de Masandra, cuya clientela, encabezada por Ucrania y Rusia se extiende desde el Báltico hasta China. “Los rumores que se difunden sobre los planes del bloqueo de cuentas y otros problemas son provocaciones”, reza un letrero en el mostrador de la central del Privatbank (el primer banco de Ucrania) en Simferópol. El trabajo del banco es “normal”, excepto en algunas oficinas “que están en el epicentro de los conflictos” y los problemas en los cajeros, se deben a “las sobrecargas en la red”, señala.

A principios de mes, el presidente Vladímir Putin calificó de “granuja singular” a Igor Kolomoiski, el propietario de Privatbank. Poco después, la filial de Privatbank en Moscú fue intervenida por el Banco Central Ruso, oficialmente para evitar su bancarrota. De momento, en Crimea se puede sacar dinero de los cajeros, incluso con tarjetas de otras entidades, y la cotización de la grivnia refleja los problemas de Ucrania en general.

Los dirigentes de Crimea excitan los ánimos con sus planes de "nacionalizar" empresas estatales de Ucrania, entre ellas “Chernomorneftegaz”. Con una plantilla de más de 4.000 personas, esta empresa forma parte del complejo energético de Ucrania y el pasado otoño, en presencia del presidente Víctor Yanukóvich, firmó un contrato con la italiana ENI y la francesa EDF para explorar la plataforma del mar Negro.

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Chernomorneftegaz será entregada a Crimea con todos sus activos, incluidas las torres de perforación en la plataforma costera del mar Negro, dijo el míercoles Rustam Temirgaliev, el viceprimer ministro de Crimea. Chernomorneftegaz produjo 1.650,74 millones de metros cúbicos de gas en 2013, lo que cubre un 60% de las necesidades de Crimea.

De Ucrania continental viene el 80% de la electricidad consumida en la península y también el 80% del agua, por el canal Severokrimski, así como la mayoría de los alimentos y los bienes de consumo, dice el economista Andréi Klimenko. No está claro si Kiev va a cortar el suministro o a cobrar por él. Entre las principales industrias locales están dos fábricas químicas del oligarca ucraniano, Dmitri Firtash, detenido el miércoles en Viena a petición de EEUU, que lo acusa de sobornos y pertenencia a banda criminal.

El jefe del Soviet Supremo de Crimea, Vladímir Konstantínov, contempla la posibilidad que la moneda rusa, el rublo, y la ucraniana, la grivnia, coexistan durante un tiempo tras la incorporación a Rusia. Según este político, los sueldos se transferirán en rublos y los precios serán también en la moneda rusa. Los primeros inversores en Crimea son Chipre y las Islas Vírgenes, lo que indica que se trata de ucranianos y rusos camuflados en paraísos fiscales, cuenta Klimenko. Los principales hoteles de Yalta (Yalta y Oreanda) son rusos y en la costa hay 140 balnearios de instituciones estatales ucranianas, señala.

“Si no se encuentra una salida, esto se convertirá en una zona gris, donde no se sabrá que leyes funcionan, Si Crimea se incorpora a Rusia, las empresas ucranianas se encontrarán en un campo jurídico ilegal”, señala el especialista, según el cual “los proveedores piensan ya en cortar los suministros porque no hay garantías de pago”. En Moscú, el vicejefe del comité de Industria de la Duma (cámara baja del parlamento), Pavel Dorojin, ha dicho que Rusia puede entregar a Crimea hasta 40.0000 millones de rublos (cerca de 1.000 millones de dólares) para las empresas de construcción de maquinaria y al servicio de la flota. Según estimaciones del Partido Comunista de Rusia, Crimea costará un mínimo de 84.000 millones de rublos anuales a Rusia (cerca de 2000 millones de euros).

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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