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La tensión se extiende al este de Ucrania

Moscú maniobra para establecer un cinturón de seguridad en las zonas de rusohablantes El Kremlin advierte que defenderá los derechos de la minoría

Pilar Bonet
Un soldado ucranio dispara un lanzagranadas durante unas maniobras al norte del país.
Un soldado ucranio dispara un lanzagranadas durante unas maniobras al norte del país.s. supinsky (afp)

En la tensa y militarizada espera del referéndum secesionista de Crimea, que se celebra el domingo, la comunidad internacional trata de discernir si el presidente de Rusia, Vladímir Putin, se contentará con añadir la histórica península a las vastas tierras rusas o si sus uniformados sin distintivos irán más allá, a los territorios industriales del Este de Ucrania.

En la península es patente la presencia de fuerzas rusas y milicias locales

Las opiniones están divididas, pero incluso aquellos que piensan que Rusia, pese a su exhibición de músculo en la frontera, limitará su intervención militar a Crimea opinan también que el Kremlin quiere mantener una influencia permanente en el Este de Ucrania. A saber, una especie de cinturón de seguridad que garantice los derechos de los rusoparlantes y los proteja de las arbitrariedades y caprichos de políticos que identifican Ucrania con el ideario de sus regiones occidentales. De lo que se trata es de “convertir el cinturón de la chatarra en un cinturón de seguridad”, señala una fuente diplomática occidental refiriéndose a la industria en gran parte obsoleta de las regiones orientales. Altos dirigentes rusos han indicado su preferencia por un proceso de federalización que convirtiera a Ucrania en un país de competencias muy descentralizadas con amplios derechos para las distintas comunidades culturales.

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“Rusia no tiene planes para invadir el sudeste de Ucrania y no puede tenerlos”, según dijo el ministro de Exteriores Serguéi Lavrov en Londres tras entrevistarse con el secretario de Estado norteamericano John Kerry. Lavrov manifestó, no obstante, que es necesario defender los derechos de la población local. “Partimos del supuesto de que el derecho de los rusos, los húngaros, los búlgaros y los mismos ucranios deben ser garantizados y defendidos”, señaló el ministro, que invocó la historia como el vínculo fundamental de Rusia con Crimea.

La península se ha llenado de carteles de propaganda de la incorporación de Crimea a Rusia, sin que se vean otros en defensa de la opción ucrania. En Alushta, en la ruta entre Yalta y Simferópol, unas doscientas personas se alinearon en la carretera portando carteles en contra de Rusia, de Putin y del referéndum, así como banderas ucranias y estandartes tártaros. El referéndum ha sido declarado ilegal por el tribunal constitucional de Ucrania, cuya legislación no contempla plebiscitos regionales.

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En Crimea se advierte una amplia presencia militar, desde los “hombres verdes”, tal como se llama a los soldados rusos bien equipados que no quieren identificarse como tales, hasta los cosacos de la zona de Krasnodar, pasando por las fuerzas de autodefensa crimeas. En la península trabajan desde hace semanas diplomáticos occidentales acreditados en Ucrania. Uno de ellos insistió en que había visto a serbios en un control en la ruta a Sebastopol desde Simferópol. Esta corresponsal no pudo confirmarlo.

Los choques entre nacionalistas y prorrusos se han cobrado una víctima

Los militares rusos controlan o neutralizan, de forma más o menos intrusiva, la mayoría de las instalaciones militares ucranias y han ido estrechando el cerco. La unidad de control aéreo A 0883, del Ministerio de Defensa de Ucrania, emplazada en las afueras de Kerch (al este de la península), estaba rodeada el viernes por seis carros blindados, señaló una fuente de dicha unidad frente a la cual el domingo pasado solo había un camión militar ruso. La fuente manifestó que las columnas de vehículos rusos seguían pasando por la carretera desde el estrecho de Kerch hacia el interior de Crimea. Los soldados del Ministerio del Interior en Simferópol se limitan a hacer acto de presencia y a esperar a que las autoridades centrales en Kiev les den alguna orden.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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