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Arseni Yatseniuk: “La tierra arderá bajo los pies de los separatistas de Crimea”

El primer ministro ucranio llama a la movilización de voluntarios

SILVIA BLANCO (ENVIADA ESPECIAL)
Un voluntario en un puesto de reclutamiento de la Guardia Nacional en Kiev.
Un voluntario en un puesto de reclutamiento de la Guardia Nacional en Kiev.K. GRISHIN (REUTERS)

El primer ministro ucranio afiló la retórica de las grandes ocasiones y anunció este domingo que el Estado capturará a “todos cabecillas separatistas que se protegen tras los militares rusos”. Arseni Yatseniuk aseguró a los ciudadanos: “Los encontraremos, sea en un año, en dos, y los llevaremos ante la justicia en tribunales ucranios e internacionales. La tierra arderá bajo sus pies". El día del referéndum en Crimea, el Maidán se llenó de gente con banderas y llamamientos a proteger la unidad, pero en otras partes de Kiev era difícil ver alguna reacción a la certeza general de que el voto sería muy favorable a que la península se desgaje de Ucrania y se integre en Rusia.

El Gobierno no escatimó en alusiones al peligro de invasión rusa. Yatseniuk animó a los ucranios a apuntarse como voluntarios en la recién creada Guardia Nacional, que tendrá hasta 60.000 miembros. “Habrá centros de entrenamiento y se distribuirán armas legales”, dijo el jefe del Ejecutivo. “Tendréis la oportunidad de defender al país con la Guardia Nacional y las fuerzas de seguridad”, aseguró.

Cuatro militares con boina habían instalado ayer una mesa de reclutamiento en el Maidán para la nueva Guardia, en una curiosa imitación de los puntos de información colocados estos días para alistarse en las Autodefensas o del Sector de Derecha, los civiles uniformados que se ven en Kiev desde las protestas. Ahora estos grupos podrán integrarse como voluntarios en el nuevo cuerpo, en el que también hay reservistas y fuerzas de interior.

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El primer grupo de voluntarios partió el viernes a un centro de instrucción. Hasta 20.000 ya se han apuntado y se va a seguir con la movilización en todo el país.

Ruslán, de 42 años, acaba de responder a esa llamada. Trabaja de camionero, antes fue soldado y ha venido con traje de camuflaje y boina verde. “Me he unido a la Guardia porque el Ejército no hace nada”, asegura. Otros, como Edik, un carnicero de 36 años, dice que se apunta porque no puede quedarse “sentado sin actuar” ante la invasión. A tres metros de él, una cadena de televisión ucrania entrevista a un mando militar que dice: “El Gobierno no ha organizado una buena defensa, por eso la gente se ha movilizado para proteger el país”.

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El Ejecutivo reconoció la semana pasada las carencias de las Fuerzas Armadas y su falta de medios para responder a la amenaza rusa. Hay en marcha una colecta popular para donar desde el móvil dinero al Ejército, para dar cinco grivnas —30 céntimos de euro— por mensaje.

El ministro de Defensa, Igor Teniuj, siguió con la alerta que lleva días lanzando Kiev, que acusa a Moscú de estar concentrando tropas en su frontera y en Crimea. “En muy poco tiempo, de 12.500 soldados [permitidos en la península en 2014] se ha pasado a 22.000. Es una clara violación de los acuerdos bilaterales y una prueba de que Rusia ha metido tropas ilegalmente en Crimea”, dijo a Reuters. También anunció que había pactado una tregua con su homólogo ruso para que las instalaciones militares ucranias en Crimea permanezcan desbloqueadas hasta el 21 de marzo.

Yatseniuk, por su parte, pidió a la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) que, si envía una misión especial, no se limite solo a Crimea, sino que también incluya a las regiones del sur y el Este, donde crece la tensión entre partidarios de Kiev y prorrusos.

Muchos no acaban de creerse lo que está pasando. En las calles tranquilas de Podol, la turística zona vieja cerca del Dnieper, Alla y Vasili, de 75 y 77 años, pasean despacio. “Tenemos muchos amigos allí, nunca ha habido conflictos. Alguien está intentando levantar fronteras entre nosotros”, comenta ella. “Esto es un caos para el ciudadano común”, afirma él.

En el Maidán, Anna Dmitrienko, de 29 años cree que en el referéndum crimeo “la gente no decide nada” y que la consulta se lleva a cabo “por culpa de juegos de política entre Rusia y EE UU, con la colaboración de este Gobierno, que también tiene responsabilidad”. Para esta informática, Crimea había sido el único lugar de vacaciones de su vida hasta hace seis años. “Para mí es el mar, es el verano”, dice.

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SILVIA BLANCO (ENVIADA ESPECIAL)
Es la jefa de sección de Sociedad. Antes ha sido reportera en El País Semanal y en Internacional, donde ha escrito sobre migraciones, Europa del Este y América Latina.

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