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Una ofensiva del gobierno toma el corazón de las protestas en Caracas

Mil agentes de la Guardia Nacional y la Policía toman el control de la plaza de Altamira, bastión opositor desde 2002

Elementos de la Guardia Nacional vigilan la plaza Altamira
Elementos de la Guardia Nacional vigilan la plaza AltamiraEsteban Félix (AP)

En la mañana de este lunes, los medios del Estado venezolano celebraban la “liberación” de la plaza Altamira, verdadera “zona cero” de las protestas en Caracas. El sábado en la tarde, el mismo presidente Nicolás Maduro había lanzado un ultimátum a manifestantes del sector, protagonistas durante más de un mes de refriegas diarias contra fuerzas antimotines. “Les doy plazo de unas horas para que se vayan a sus casas”, advirtió al hablar en un evento en apoyo a las fuerzas militares, si no es así, entonces iré yo mismo a liberar Altamira”.

En definitiva el presidente venezolano no acudió a la toma del lugar. Pero fueron necesarios 1.000 agentes armados –tanto de la Guardia Nacional como de la Policía Nacional- para hacerse del control de un bastión opositor, categoría que data desde las revueltas de 2002 contra el entonces presidente Hugo Chávez.

El municipio Chacao, donde se halla la plaza, y otras zonas del este de la capital venezolana amanecieron militarizados. Los cuerpos de seguridad aprovecharon la madrugada del lunes para asegurar posiciones alrededor de Altamira. Mediante el uso de gases lacrimógenos redujeron a los pequeños grupos de manifestantes que quedaban en las calles. Hubo 30 detenciones en la zona. Este lunes los soldados revisaban y cateaban a cualquier transeúnte que pasaba

La policía política allanó también residencias y locales comerciales en el barrio Prados del Este, al sureste de Caracas, donde, según la versión oficial, encontraron centros de elaboración de bombas molotov y otros implementos para barricadas.

“Hemos derrotado las protestas”, celebró el ministro del Interior, general Miguel Rodríguez Torres. Al amanecer, diversos funcionarios del gobierno, incluyendo a los ministros de Transporte y de Comunicación e Información, se instalaron en la Plaza Altamira. Además de la mera represión, la administración de Maduro se ha propuesto ocupar espacios mediante actividades culturales y espectáculos de calle. El propósito es obstaculizar cualquier concentración allí.

La ofensiva del gobierno contra las protestas también se desarrolló en otros lugares, pero con resultados mixtos. En el sector Calicanto de la ciudad de Maracay, capital del estado de Aragua, se enfrentaron cuerpos de seguridad y manifestantes durante la noche del domingo. Un oficial de la Guardia Nacional, José Guillén, resultó herido de bala y falleció horas más tarde.

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En Ciudad Guayana (estado de Bolívar), Mérida (estado de Mérida) y Maracaibo (estado de Zulia), militares y policías luchaban infructuosamente por desalojar barricadas en diversos puntos de esas ciudades.

Desde Valencia, capital del estado de Carabobo, se informaba acerca del grave estado de salud de Mariana Ceballos, una asistente de odontología de 32 años de edad. Ceballos fue arrollada por un vehículo cuando formaba parte de una protesta que cerraba el paso en una calle de la urbanización Prebo de esa ciudad. Los vecinos denunciaban con el bloqueo los allanamientos indiscriminados que en ese momento realizaban la Guardia Nacional y la policía política en un edificio de la zona. El conductor del vehículo, Kenneth Martínez, intentó romper el cerco. Se teme por la vida de Ceballos.

El saldo oficial de los 33 días de disturbios en Venezuela es de 29 muertos, más de 300 heridos, y cerca de 1.60 detenidos. Según la organización no gubernamental Foro Penal Venezolano, tres de cada diez detenciones han tenido lugar en el área metropolitana de Caracas.

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