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Dilma Rousseff intenta atenuar la crisis con su principal partido aliado

Tras protagonizar turbulencias con el Gobierno, líderes del PMDB se reúnen con los mediadores de la presidenta en una tentativa de limar asperezas

Carla Jiménez
Dilma Rousseff y el presidente de la Cámara, Henrique Alves, en Brasilia.
Dilma Rousseff y el presidente de la Cámara, Henrique Alves, en Brasilia.ED FERREIRA (ESTADÃO)

El Gobierno de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, vive una crisis de relación con su principal aliado, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), cuyo round más esperado se celebra este miércoles. Es entonces cuando el Congreso debe votar el marco civil de Internet, que pretende establecer derechos y deberes para los usuarios de la Red, y mantener su neutralidad. El proyecto del Ejecutivo ha encontrado resistencias por parte del PMDB, que pretende votar una enmienda revisando la neutralidad de la web, algo que, según especialistas, puede beneficiar a operadoras de telecomunicaciones en detrimento del internauta.

Para limar asperezas, el autor de esa enmienda, el diputado peemedebista Eduardo Cunha, de Río de Janeiro, se reunió este lunes con el ministro de la Casa Civil (Presidencia), Aloizio Mercadante, y la ministra de Relaciones Institucionales, Ideli Salvatti, además de con el ministro de Justicia, José Eduardo Cardozo y el vicepresidente Michel Temer, también del PMDB. “Fue un intercambio de ideas que debe continuar mañana y después... La política es el arte de conversar siempre”, dijo Cunha a los periodistas a la salida del encuentro, al final del día. Cunha ha protagonizado los principales enfrentamientos con el Gobierno, y ha sido acusado de chantajista, traidor y hasta de hacer el papel de líder de la oposición por sus posiciones radicales, incluida la propuesta de acabar con la alianza con el PT. El diputado, en verdad, verbaliza lo que sus compañeros de partido dicen con palabras más suaves o comentan entre bastidores.

Tras convertirse en protagonista de casi todos los medios de comunicación de Brasil este fin de semana, Cunha se quejó del tono crítico de algunos reportajes diciendo: “Veo la reacción de la maquinaria del PT en la prensa contra mí”, dijo en Twitter y en su blog. “Forma parte del proceso hegemónico del PT, es decir: quien se enfrenta a él es aniquilado por los medios de comunicación comprados, con publicaciones apócrifas y agresiones sin ningún asomo de verdad”. El presidente de la Cámara, Henrique Alves, del PMDB de Río Grande do Norte, que no cree en la ruptura de la alianza, mostró su disgusto de forma más sutil este lunes. Él no asistió a la toma de posesión de seis nuevos ministros, sustitutos de aquellos que optan a cargos electos. “Fueron nombramientos que no implicaron a nuestra bancada”, dijo Alves a EL PAÍS el pasado jueves.

El líder de la Cámara, así como otros integrantes del partido, no esconden la frustración por decisiones tomadas “de encima abajo”, que no toman en cuenta las opiniones del partido. No por casualidad, el Gobierno ha coleccionado derrotas como la aprobación de una comisión parlamentaria para investigar supuestos sobornos a funcionarios de la estatal Petrobras en el exterior, y la convocatoria de diez ministros para rendir cuentas en el Congreso sobre los más diversos asuntos. Alves también se reunió con Mercadante para tratar sus diferencias.

La falta de sintonía entre los dos aliados no es nueva. “El partido reaccionó a un problema que viene de atrás”, explica Alves. El problema en cuestión atiende al nombre de Eunício de Oliveira, senador del PMDB en el Estado de Ceará, al que la presidenta pretendía llamar para asumir el Ministerio de la Integración Regional, una de las carteras más codiciadas por ser la gran distribuidora de presupuestos para obras de infraestructura. La cartera está bajo el mando interino de Francisco Teixeira, secretario de Infraestructura Hídrica, desde la salida en octubre del año pasado de Fernando Bezerra, del Partido Socialista Brasileño (PSB), de Pernambuco. El PMDB, sin embargo, tenía otro nombre en mente, Vital do Rêgo, que no fue tomado en cuenta por la presidenta.

Oliveira, por su parte, tiene posibilidades para disputar el cargo de gobernador de Ceará. Si acepta la invitación reduciría sus oportunidades de participar en una elección estatal y contribuiría a disminuir la bancada de diputados fuertes, observa el politólogo Fernando Abrúcio. “Ese es el gran miedo del PMDB, porque las campañas a gobernador acaban arrastrando votos para los diputados”, explica. Con 75 de los 512 parlamentarios de la Cámara, los peemedebistas componen la segunda mayor bancada, tras el PT, que tiene 87 representantes. Por eso, la búsqueda de consenso es fundamental para que el Gobierno apruebe proyectos de su interés.

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Las reuniones de este lunes intentan aplacar las llamas del incendio de Brasilia. “En Brasil las cosas solo funcionan cuando se llega al borde del abismo”, afirma Maria Cristina Mendonça de Barros, socia de la consultoría MB Associados. Por eso, el Gobierno no tiene otra salida que limar asperezas con su principal aliado.

Barros comenta que el mercado comenzó el año con un humor a la baja en relación al Gobierno, ante las desconfianzas sobre el desempeño de los países emergentes, la presión por el esfuerzo fiscal y la amenaza de sequía. La reelección de la presidenta, que parecía segura, no está tan clara. Es en esta situación cuando los aliados comienzan a flirtear con otros partidos. “Es un momento en el que los fuertes se vuelven débiles, y los más débiles se fortalecen”, añade Barros.

Si por un lado la crisis estalló por presión de un ala del PMDB, por otro, el sistema político brasileño da margen para más problemas. Con dos decenas de partidos representados en el Congreso, los mandatarios trabajan con lo que se suele llamar Gobernado de coalición. El expresidente Fernando Henrique Cardoso dijo la semana pasada que el clima actual era más bien de “Gobierno de cooptación”, más comumente conocido como “hay que dar para recibir”.

Murillo de Aragón, de la consultoría Arko Advice, recuerda que la política brasileña impone tradicionalmente un ejercicio exhaustivo de conciliación y reconciliación, lo que representa una bendición y una desgracia. “Bendición porque no alcanza crisis insuperables. Pero por otro lado, provoca la parálisis del proceso de decisión, pues es una sociedad anónima fragmentada en tantos socios que exige siempre el 80% de concordancia”, afirma.

La crítica se hace al modelo, pero la falta de mano izquierda de la presidenta también echa gasolina al fuego. “La reforma ministerial fue un desastre, no se puede tardar tanto para hacer eso”, dice el politólogo Fernando Abrúcio. “Fue un elefante pariendo un ratón”, resume. Para él, tanto Rousseff como sus principales intermediarios, la ministra Ideli Salvatti y Mercadante, han actuado apenas en el papel de conciliar las posiciones de la base.

Esta, sin embargo, no será la primera y ni la última vez que el PMDB y el PT necesitarán discutir su relación. El malestar entre los dos partidos debe durar hasta que los dos consigan liberar presupuestos para proyectos que interesan a los diputados descontentos, así como los nombres que aún faltan para los puestos del Ejecutivo. El presidente del PMDB en Senado, José Sarney, minimiza las tensiones. “Algunos líderes exageran en sus posiciones, pero son hechos aislados”, dice Sarney. El exagerado, en este caso, sería el diputado Eduardo Cunha. “Él funciona como instrumento de expresión de rebeldía por parte de la bancada, que se siente desasistida. Tanto de atención como de presupuestos y de cargos”, dice Aragón.

Cuando no se sienten atendidos, los parlamentarios votan contra el Gobierno. Un informe de Arko Advice muestra que el índice de apoyo a proyectos del Ejecutivo en el Congreso cambió del 40% al 60% desde el inicio del mandato de Rousseff. En febrero, sin embargo, en vísperas del carnaval, cayó a su nivel más bajo: 22%. Era el anuncio de que una bomba podía explotar. El miércoles, durante la votación del marco civil, quedará claro su potencial de destrucción.

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Sobre la firma

Carla Jiménez
Directora de EL PAÍS en Brasil desde 2018. Trabajó en O Estado de S. Paulo, Agência Estado, revista Época e IstoéDinheiro. Nació en Chile, creció en Brasil. Es formada en Periodismo por la Universidad Cásper Líbero, con especialización en Economía en la Fipe/USP. Forma parte de EL PAÍS desde 2013.

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