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“Es fácil quitarse los galones ahora”

Un portavoz de las Berkut, las tropas de intervención especial de Ucrania, relata su paso a las fuerzas rusas

Pilar Bonet
Vladímir Krashevsky.
Vladímir Krashevsky.Pilar Bonet

Las Berkut (las tropas de intervención especial del Ministerio del Interior de Ucrania) serán integradas en el Omon (el cuerpo equivalente en la Federación Rusa) y “tendrán equipo e instrumentos modernos y otro sueldo completamente diferente”, dice Vladímir Krashevsky, el jefe de la Asociación de Veteranos de las Berkut de Crimea, una de las unidades del cuerpo policial de élite que los nuevos dirigentes de Kiev disolvieron tras los disturbios en la capital. “Un oficial ucranio con 20 años de servicios gana menos que un soldado de reemplazo de la Flota rusa del mar Negro”, afirma, y como ejemplo explica que en las Berkut un oficial cobra 4.700 grivnias (cerca de 400 euros) y el soldado ruso, el equivalente a 5.000 grivnias. “Así que el soldado va por ahí llamando a su madre por el iPhone, y nosotros con las manos vacías tras 20 años arriesgando la vida”, señala en una entrevista con EL PAÍS. “Pero lo más importante”, subraya, “es que defenderemos a nuestro pueblo. No nos vamos. Cuando comenzaron a dar los pasaportes rusos a los colegas, ninguno dijo que iba a marcharse de aquí”, manifiesta, refiriéndose a la entrega de pasaportes que Moscú organizó después de que las Berkut fueran disueltas por Kiev.

En Crimea la gente se pone de rodillas. En Kiev la gente nos puso de rodillas Vladímir Krashevsky

Estamos en el cuartel de las Berkut de Simferópol, de las que dependen todas las tropas de esta unidad en Crimea (400 hombres que pasarán a ser 800 tras la integración en el Omon). La Berkut de Sebastopol, sin embargo, funciona aparte, de forma autónoma. A la entrada del recinto, cuelgan las fotos de los oficiales y soldados que perecieron en acto de servicio, combatiendo a los grupos mafiosos que abundaban por aquí en los años noventa del pasado siglo. Uno de los retratos corresponde a un oficial, víctima de la violencia en el Maidán de Kiev. Los pasillos y las ventanas del cuartel están bloqueados por barricadas.

Las Berkut fueron creadas en enero de 1992 y tienen una estructura organizativa regional, circunstancia esta que ha sido un problema, puesto que carecen de un centro único coordinador, señala Krashevsky. “Resultó que las unidades tenían distinto nivel de preparación y distinto tipo de armamento. Durante años insistimos en que crearan un centro único coordinador, pero los políticos preferían meterse el dinero en el bolsillo. El Maidán nos enfrentó por primera vez con desórdenes masivos de gran envergadura. No hubo la coordinación requerida porque los que dirigían las operaciones no eran profesionales en operaciones especiales y no comprendían lo que hacían”, señala.

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Las Berkut de Crimea participaron en operaciones en Kosovo bajo la égida de la ONU y eran parte de una “unidad secreta denominada Special Unit Team 6, un equipo para la lucha antiterrorista formado por 20 personas. “Eran las unidades policiales antiterroristas más elitistas de toda Europa”, afirma con orgullo Krashevsky. Las Berkut de Crimea custodiaban el Consejo de Ministros en Kiev y no tuvieron enfrentamientos serios hasta los choques de febrero, cuando en una sola noche tuvo un muerto y 28 heridos, sobre todo por arma de fuego, dice. El oficial es contrario a las amnistías decretadas para los participantes en los enfrentamientos del Maidán. En su opinión, se debería haber realizado una investigación y castigar a los culpables, tanto si eran manifestantes como miembros de las tropas de intervención especial. “La amnistía exaltó a la gente y precipitó la violencia, porque la impunidad genera impunidad”, afirma.

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Krashevsky vigila hoy que no se produzcan situaciones de tensión y que las unidades ucranias que deseen abandonar Crimea puedan sentirse seguras y custodiadas hasta la frontera, si deciden marcharse. “Los que vinieron al poder en Crimea no han encontrado tiempo para ir a explicar la situación en las guarniciones, que en muchos casos están aisladas y no saben lo que pasa fuera. No es mi trabajo, pero yo mismo he ido por los cuarteles y he repartido mi teléfono para que me llamen si lo necesitan”. Otro de los problemas es la presencia de cosacos y uniformados no profesionales en la península entre los que se han movilizado a favor de Rusia. “Informamos al Gobierno de Crimea de que esto puede acabar mal (…) así que en los próximos días hay que desarmarlos y mandarlos a su casa, no hay alternativa”.

“Ahora es fácil quitarse los galones, pero hay que hacerlo en un marco legal. Hay pocos oficiales que hayan venido de Ucrania a trabajar aquí, por una simple razón, porque las autoridades de Ucrania no daban pisos y además los sueldos son miserables”, señalan. Una de las diferencias entre las regiones del Este y del Sur y las regiones del Oeste es que “en Crimea la gente caía de rodillas ante nosotros y en el Oeste, la gente ponía a las Berkut de rodillas”. La situación en las regiones industriales de Donetsk y Járkov está desestabilizada “y la desestabilización irá en aumento”.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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