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Bogotá ya tiene nuevo alcalde

Después de la destitución de Petro, el actual ministro de Trabajo estará al frente hasta que se celebren elecciones

Rafael Pardo jura como alcalde de Bogotá.
Rafael Pardo jura como alcalde de Bogotá.Felipe CAICEDO (AFP)

El nuevo alcalde de la capital colombiana, Rafael Pardo Rueda (60 años), tomó posesión este jueves en una ceremonia muy corta. Pardo estará en el cargo hasta que la Registraduría Nacional organice y convoque a elecciones para decidir quién será la persona que completará el período de Gustavo Petro, cuya destitución hizo efectiva un día antes el presidente Juan Manuel Santos tras no acoger la solicitud de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de suspender la sanción.

Los secretarios del gabinete de Petro renunciaron a sus cargos y dejaron en manos de Pardo Rueda el nombramiento de sus colaboradores. “La responsabilidad de lo que suceda en la ciudad es del Gobierno Nacional, quien fue el que produjo la destitución del alcalde”, dijo Jorge Rojas, uno de sus secretarios, a los medios locales.

Después de la salida de Petro han comenzado a surgir discrepancias en el interior del movimiento que lo eligió ante la posibilidad de presentar una terna para su reemplazo. Un sector ha dicho que no está de acuerdo porque considera la destitución como una usurpación. Mientras que otro grupo sí es partidario de presentar una baraja de nombres para mantener el control de la alcaldía de cara a las elecciones.

Pardo, que es actualmente el ministro de Trabajo, ha sido consejero de paz, senador, candidato presidencial y ministro. Tras ser designado por el mandatario colombiano como alcalde encargado, aseguró que no llega con un plan de gobierno diferente al de continuar con el que venía desarrollando Petro desde hace un poco más de dos años, ya que ese fue por el que votaron los bogotanos. Empezará, anunció, con temas de seguridad y movilidad.

Su llegada se da en un ambiente polarizado. Después de un intenso miércoles de manifestaciones pacíficas en la Plaza de Bolívar que protagonizaron los seguidores de Petro, las primeras reacciones que se conocieron fueron las de la delegación de la guerrilla de las FARC en La Habana que, a través de su jefe en el proceso de paz, Iván Márquez, calificaron como un “golpe de mano” la decisión de Santos de separar de su cargo al alcalde de Bogotá.

El guerrillero señaló que este tipo de sanciones a políticos de la oposición “plantea muchas dudas e interrogantes en torno a la eficacia de lo acordado parcialmente en el tema de participación política”, que es el segundo punto de una agenda de negociación de seis. Para la guerrilla, la destitución de Petro provoca un impacto negativo en los diálogos de paz.

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En la otra orilla, el representante a la Cámara Miguel Gómez, uno de los mayores opositores a Petro y quien fuera el promotor del referendo revocatorio en su contra -que terminó cancelándose por cuenta de la destitución-, le envió una carta de respaldo a Pardo y le advirtió de que asumía una ciudad “golpeada por una semiparálisis administrativa, fuertemente polarizada y con retos urgentes que requieren acciones de Gobierno inmediatas”.

En el ambiente político ya se empiezan a barajar nombres que muy posiblemente se lanzarán a las elecciones, como el del exvicepresidente Francisco Santos, quien señaló a medios locales que espera que las cosas “se calmen” para así pensar en un futuro no tan lejano en una eventual candidatura. Santos reconoció que sería un error lanzarse en este momento por respeto a Petro y a sus seguidores.

Por ahora la administración distrital y su encargado enfrentan un nuevo reto político ya que, además de la renuncia de los secretarios de Petro, que trabajarán hasta el próximo 1 de abril, otros funcionarios están evaluando si hacen lo mismo, con lo que Pardo tendrá que recomponer su equipo de colaboradores a la espera de quién sea el nuevo alcalde de la convulsionada capital colombiana.

Petro, por su parte, viajará en los próximos días a Washington para pedir a la Corte Interamericana que intervenga en su caso, después de que Santos no acatara las medidas cautelares que solicitó la CIDH.

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