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Gobierno y opositores se acusan del asesinato de un jesuita en Homs

El padre Frans Van Der Lugt murió el lunes por dos tiros en la cabeza por parte de un desconocido

El padre jesuita Frans Van Der Lug, el pasado 29 de enero en Homs.
El padre jesuita Frans Van Der Lug, el pasado 29 de enero en Homs. YAZAN HOMSY (REUTERS)

El asesinato del padre Frans Van Der Lugt, un jesuita holandés de 75 años con más de 50 de experiencia en Siria, ha desatado un intenso fuego cruzado de acusaciones entre el Gobierno de Bachar el Asad y los opositores al régimen. Su figura, símbolo mundial de la compasión con los civiles de Homs, su ciudad de entrega y muerte, era demasiado grande como para que un bando o el contrario quieran tenerlo entre sus víctimas. Nadie ha reivindicado por ahora su ataque, el lunes, en el monasterio donde residía. Lo que sí han llegado son condenas hasta del secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, consciente de que, sin este hombre carismático, el rescate de 1.500 personas del pasado febrero y la entrada, de seguido, de ayuda humanitaria en la ciudad vieja sitiada desde hace más de un año, no habría sido posible. Ha sido asesinado el hombre que unía religiones y que convirtió su convento en un fortín de humanidad, guarida para familias cristianas y musulmanas, de cuyas bodegas han comido durante meses los civiles de los barrios de Bustan Al Diwan y Hamideh.

“Soy un sirio más. No puedo abandonarles, porque sería traicionarme a mí mismo. Son mis hermanos y con ellos debo estar”, decía el padre Frans, como era conocido en su ciudad. Nunca se planteó dejar su misión en la ciudad vieja de Homs. No quiso salir con el convoy de la ONU. “¿Cómo puedo dejar a los que sufren?”, repetía. Ayer un enmascarado lo asesinó de dos tiros en la cabeza. “Cayó muerto en nuestro jardín”, ha confirmado a Radio Vaticano uno de sus compañeros, Ziad Hillal, otro jesuita inamovible de Homs. Según Jan Stuyt, secretario de la Compañía de Jesús en Holanda, el religioso fue sacado de sus habitaciones, a rastras, por un hombre con el rostro cubierto que, una vez en el patio delantero, le disparó. Una cristiana refugiada en el recinto trató de pedir ayuda a los vecinos, sin éxito. El homicida se escapó sin que haya pistas sobre su identidad. Este relato ha sido confirmado por la red opositora del Observatorio Sirio por los Derechos Humanos, con personal en Homs.

Varias webs disidentes han colgado vídeos y fotografías que muestran al padre holandés amortajado con sus ropas de misa, con la cabeza vendada, ya sin sus características gafas de metal. A.H., un informador de los también opositores Comités Locales de Coordinación (CLC) explica vía telefónica que justo mientras su cuerpo era preparado para el entierro dos morteros impactaron en un muro del monasterio, en una jornada más del asedio al centro de Homs, que el Ejército quiere arrebatar a los rebeldes.

En las oficinas centrales de los jesuitas en Ammán (Jordania) señalan que respetarán el deseo del padre Frans de ser enterrado en Siria. Otros 24 religiosos, añaden, quedan aún en el edificio de su congregación, “profundamente entristecidos y conmocionados”, porque han perdido su “faro”. Los centros jesuitas de asistencia a refugiados sirios estarán de luto durante tres días por este asesinato. El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, ha destacado su “gran coraje” como “hombre de paz”, mientras el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, ha reseñado su comportamiento “heroico”, al lado del pueblo sirio. Llegado a Siria en 1996 tras dos años de estudios en Líbano, psicoterapeuta de formación, Van Der Lugt abrió un centro para discapacitados a las afueras de Homs y promovió el diálogo entre religiones con proyectos agrícolas comunes en los años 80. “Era un sirio entre los sirios”, como lo ha calificado el padre Hillal.

Estados Unidos y la Unión Europea también han mostrado sus condolencias por su muerte no reclamada, pero la figura del holandés era tan respetada y querida que, de pronto, las acusaciones han comenzado a apuntar en todas las direcciones posibles. La Coalición Nacional Siria (CNS), reconocida como órgano de interlocución de los opositores al presidente Bachar el Asad, ha emitido un comunicado en el que denuncia que se trata de una “ejecución” que “sólo beneficia al régimen”. El Consejo Militar de los rebeldes de Homs ha difundido otra nota destacando su “aprecio” y “respeto” con el fallecido. Oficialmente aún no ha habido réplica de Damasco, pero a través de su agencia estatal de noticias, SANA, se ha señalado a “terroristas” como los culpables. “Terroristas” es como se denomina a los opositores en círculos oficiales desde el inicio del levantamiento, en marzo de 2011. Los Comités sostienen que algunos rebeldes han ayudado incluso en los preparativos del entierro y el Ejército Libre de Siria (ELS) ha explicado en las redes sociales que uno de sus hombres, que prestaba escolta a los jesuitas, recibió un tiro en el pecho al intentar proteger al religioso.

Fuentes opositoras sostienen que hasta ahora los jesuitas estaban teniendo cierta protección por parte de los rebeldes, pero que en las últimas semanas esa tarea es más compleja por varios motivos: porque grupos de disidentes locales salieron en la evacuación de la ONU; porque entre los que van quedando hay más extremistas radicales como los miembros de Al Nusra e incluso hay decenas de combatientes extranjeros que no conocen la labor de estos religiosos; porque entre los opositores hay divisiones internas, entre quienes desean aceptar la amnistía ofrecida por el régimen y quienes se quieren mantener en la lucha; porque algunos de estos líderes más radicales se oponen a nuevas evacuaciones como la que, supuestamente, el holandés quería impulsar en los próximos días…

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Van Der Lugt no quería entrar en preferencias políticas, porque su prioridad eran “los civiles que sufren”, decía en diversas entrevistas, en las que, no obstante, mostraba sus dudas de que toda la población fuese partidaria de derrocar a Asad. Su afán eran los cristianos “atrapados” en el conflicto, de los que quedan unas 200 familias en Homs, según datos difundidos en febrero por la Media Luna Roja. En varios vídeos, el cura denunció a gritos que en la ciudad se pasaba “hambre”, que sólo había aceitunas y malas hierbas para comer. Por eso él fue clave para mediar y lograr que, a principios de año, en las negociaciones de Ginebra entre Gobierno y oposición, se lograse una tregua para sacar a los cercados e introducir alimentos y medicinas en Homs.

La Coalición Civil Siria ha recordado que muchos civiles no quisieron marcharse en febrero por la “falta de confianza y garantías” que les daba el permiso del Gobierno y, desde entonces, no ha vuelto a entrar ayuda humanitaria, por lo que la situación es “extremadamente crítica”. “Algunos civiles no están lejos de la muerte por hambre y por falta de suministros médicos”, denuncian. La ONU confirmó el 24 de marzo que 175.000 personas están cercadas por el régimen y 45.000 más, por los opositores, en todo el país.

La comunidad cristiana siria, por su parte, sigue aguardando la liberación de otro jesuita, Paolo Dall´Oglio, secuestrado en Raqqa, donde fue a verse con representantes islamistas, y de otros dos obispos ortodoxos cuyo coche fue interceptado en Alepo. El ACNUR calcula que unos 450.000 cristianos han dejado el país, de los 2,5 millones que residían en Siria al inicio del conflicto.

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