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La OTAN avisa de que un paso más en Ucrania supone “una escalada seria”

La UE asegura que prepara “a toda velocidad” la nueva fase de sanciones a Moscú

La OTAN exige a Rusia que no avance sobre Ucrania.Foto: reuters_live
Claudi Pérez

Tras los movimientos prorrusos en las ciudades ucranias de Jarkov y Lugansk y la proclamación de la República Popular de Donetsk, llega la respuesta occidental: mordiente verbal en la OTAN y primeros escarceos con tímidas represalias aquí y allá, muy a la manera de la Unión Europea. En otras palabras, prácticamente nada, con los aliados “pensando más en políticas de medio y largo plazo que en reacciones inmediatas”, según fuentes diplomáticas. El aún secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, advirtió este martes a Rusia de que “cualquier movimiento adicional en el Este de Ucrania” representaría “una escalada seria”. La UE, que sigue apostando por una solución negociada, fue más allá del lenguaje de madera de estas ocasiones y se atrevió con las primeras medidas, con una denuncia a Rusia ante la Organización Mundial de Comercio. La preparación de la tercera fase de sanciones va “a toda velocidad”, según un portavoz de la Comisión Europea.

Allá por el año 2005, el Gobierno de Putin acusaba airadamente a Estados Unidos y a la Unión Europea de promover la revolución naranja. Casi a diario, el ministro de Asuntos Exteriores holandés —al mando de la presidencia rotatoria de la Unión— recibía iracundas llamadas de su homólogo ruso. La historia no se repite, pero rima: el secretario de Exteriores británico, William Hague, acusó este martes a Rusia de tener “una estrategia clara para desestabilizar Ucrania” tras los movimientos en Jarkov, Lugansk y Donetsk. Londres gesticula de lo lindo: Hague recordó que los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión pidieron a la Comisión, en la cumbre europea de marzo, que prepare sanciones “de largo alcance” en el caso de que Rusia dé nuevos pasos en el Este de Ucrania. Y en eso está la Comisión mientras la UE ve cómo puede ayudar a Ucrania en los frentes económico y político, da señales de apoyo a países como Georgia y Moldavia y trata de recuperar un diálogo con Rusia que lleva meses amortajado.

El conflicto ucranio entre Occidente y Rusia se juega sobre dos tableros en paralelo. La crisis tiene un trasunto económico claro, al que se superponen los aspectos políticos y militares. Por el flanco geopolítico, la OTAN dejó claro que está revisando concienzudamente las posiciones de sus tropas en Centroeuropa, en medio de “un momento determinante en el diseño de la arquitectura de seguridad que hemos construido en las últimas décadas”, dijo Rasmussen en París. La Alianza, según los analistas, está cada vez más cerca de desplegar efectivos en Polonia y en otros países del antiguo Pacto de Varsovia a la vista del desafío ruso.

Pero tan implorante como esas sacudidas que por momentos recuerdan el sabor tan característico de la Guerra Fría son las novedades en el plano económico. Este martes hubo tres. Una: la UE abrió una disputa ante la OMC contra la prohibición de Rusia de importar cerdos y productos derivados procedentes de Europa. Rusia cerró a finales de enero ese mercado a los productos europeos por cuatro casos aislados de peste porcina africana en jabalíes en las fronteras de Lituania y Polonia con Bielorrusia, y la UE elige disparar ahora para elevar la presión sobre un sector importante para Moscú. Dos: la desconfianza de los mercados hacia Rusia va in crescendo. La fuga de capitales neta ascendió a 37.000 millones de euros en el primer trimestre, casi el doble que en el mismo periodo de 2013, según el Banco Central ruso, que se ha visto obligado a subir los tipos de interés oficiales al 7% para frenar la salida de dinero. Y tres: el Fondo Monetario Internacional rebajó las expectativas de crecimiento de Rusia hasta el 1,3% este año, seis décimas menos que en los anteriores pronósticos. El economista jefe del Fondo, el francés Olivier Blanchard, destacó el empeoramiento del clima de inversiones en el país después de la batería de sanciones impuestas por Estados Unidos y la UE: “Se esperan nuevas salidas de capital: la situación, que ya no era buena antes del conflicto, es ahora aún peor”.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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