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Alemania frena el clamor de Reino Unido y Polonia para castigar a Putin

Londres anuncia una nueva lista de sancionados rusos “en los próximos días”

Lucía Abellán
El presidente ruso, el 22 de abril
El presidente ruso, el 22 de abrilSasha Mordovets (Getty)

Europa lleva meses sobreestimando el poder de su palabra. Los diplomáticos comunitarios diseñaron una estrategia de amenaza creciente que debía acabar disuadiendo al presidente ruso, Vladímir Putin, de intervenir en Ucrania. Las tibias sanciones adoptadas hasta el momento no han arredrado a Putin, pero la Unión Europea se resiste a elevar la presión, a pesar de que tiene todo listo para hacerlo. Las dudas de Alemania, a la que secundan otros países, frenan el paso a la ofensiva diplomática que reclama Polonia.

“Tenemos que ser capaces de responder de una manera que a veces es difícil para nosotros”, sugieren fuentes diplomáticas polacas, que encabezan el grupo de los países del Este partidarios de castigar ya duramente Rusia. Los tres bálticos, con minorías rusófonas y fuerte dependencia energética de Moscú, como en Ucrania, se suman a este grupo de la llamada línea dura. Hungría, Rumanía y Bulgaria, que también experimentaron el yugo de Rusia, muestran una actitud más pragmática: abogan por el castigo, pero piden amparo a Bruselas ante un hipotético desabastecimiento energético o cualquier otra medida de venganza que adopte Moscú.

Por motivos diferentes —principalmente el alineamiento con Estados Unidos—, estos países han encontrado un aliado de excepción: Reino Unido. “Seguiremos adelante con sanciones adicionales, los costes para Rusia aumentarán”, advirtió ayer el ministro británico de Exteriores, William Hague, aunque matizó que de momento la única novedad consiste en decretar “una expansión en los próximos días de las sanciones existentes, medidas contra personas o entidades en Rusia”. Bruselas se prepara para anunciar, en coordinación con Washington, la lista de nuevos nombres que se añadirán a los 33 rusos y ucranios que ya tienen prohibida la entrada y congelados sus activos en países comunitarios por instigar el conflicto de Crimea.

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El grupo de furibundos defensores del cerco a Putin lo completa Suecia, cuyo ministro de Exteriores, Carl Bildt, destaca por su retórica beligerante en las reuniones con sus colegas europeos, explican fuentes diplomáticas.

Aunque el diagnóstico de la situación se asemeja cada vez más entre los dos bandos, los partidarios del diálogo, encabezados por Alemania, sostienen que penalizar más a Rusia acaba siendo contraproducente. Porque de momento la canciller alemana, Angela Merkel, y otros líderes europeos tienen línea directa con Putin, una baza que temen perder si se ensañan con las sanciones. En el caso de Berlín, pesan también mucho los poderosos lazos energéticos y económicos en general con Moscú. Sin esa dependencia del gas, Italia y España mantienen una postura similar a la alemana.

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Francia, que comenzó apoyando la vertiente moderada, evoluciona hacia una mayor firmeza con Putin, sin llegar al extremo polaco. En ese terreno de nadie se sitúan también Bélgica y Holanda. El resto de países podrían fácilmente adherirse a un grupo u otro en función de cómo evolucionen los acontecimientos. Y estos apuntan a un principio de guerra civil en Ucrania. “Los países comunitarios no tienen una percepción común de la amenaza que impone Rusia. Estamos observando una debilidad increíble de la UE. Lo que está haciendo Rusia es cambiar las fronteras del continente”, alerta Judy Dempsey, experta de la casa de análisis Carnegie Europe.

El motivo más claro por el que Bruselas puede acabar avanzando hacia sanciones de más largo alcance (veto a las exportaciones rusas, embargo de armas, ostracismo diplomático...) es la influencia estadounidense, que está presionando fuertemente en esa dirección, admite un alto cargo de la diplomacia comunitaria. De momento, la Comisión Europea tiene preparados varios análisis económicos de lo que le costaría a la UE —y a cada uno de sus Estados— cerrar la puerta a Rusia. Solo falta la voluntad política para pasar a esa tercera fase de sanciones.

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Sobre la firma

Lucía Abellán
La redactora jefa de Internacional de EL PAÍS ha desarrollado casi toda su carrera profesional en este diario. Comenzó en 1999 en la sección de Economía, donde se especializó en mercado laboral y fiscalidad. Entre 2012 y 2018 fue corresponsal en Bruselas y posteriormente corresponsal diplomática adscrita a la sección de España.

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