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El Gobierno de Kiev admite la pérdida de dos provincias en el Este

El presidente interino de Ucrania reconoce que Donetsk y Lugansk están “fuera de control” La inacción de la policía ha permitido el avance de los rebeldes, según Turchínov

M. A. Sánchez-Vallejo (enviada especial)
Un activista prorruso hace guardia en el Ayuntamiento de Lugansk.
Un activista prorruso hace guardia en el Ayuntamiento de Lugansk. REUTERS

La debilidad institucional del Gobierno interino de Ucrania se ha puesto este miércoles de manifiesto al reconocer abiertamente el presidente del país la pérdida absoluta de control sobre las dos regiones insurgentes del Este, Donetsk y Lugansk, en manos de activistas prorrusos. Las declaraciones del jefe del Estado interino, Alexandr Turchínov, dejan además la puerta abierta a que las elecciones del 25 de mayo no se celebren por el estado de anarquía prebélica que vive gran parte del oriente, donde el 6 de mayo milicianos “separatistas” —la denominación de Kiev para los prorrusos— iniciaron una ola de asaltos armados a edificios públicos que este miércoles se cobró dos nuevas sedes en Gorlovka, al norte de Donetsk.

Las milicias prorrusas tienen el control de una docena de ciudades en el este de Ucrania

“Sinceramente, hoy las fuerzas de seguridad no son capaces de asegurar el control de esas dos regiones. La policía local es impotente, mira para otro lado o directamente colabora con los asaltantes. Es difícil de asumir, pero es así”, dijo en una reunión con los gobernadores Turchínov. Poco antes, en la sede provisional de la Administración Provincial de Donetsk, su portavoz, Ilia Suzdalev, se quejaba de la “extraña postura” del Gobierno interino, “incapaz de asegurar la defensa y la seguridad de la región, pero también de tirar la toalla y decirle a Rusia, ‘adelante, todo vuestro, cogedlo’ para evitar que corra la sangre”, una afirmación que en boca de un funcionario supuestamente leal a Kiev resulta cuando menos sorprendente.

Con la ciudad de Slaviansk en práctico estado de guerra, más los satélites de Konstantínovka y Kramatorsk —que conforman con la primera una aglomeración urbana y de focos rebeldes—, no es de extrañar que las autoridades locales de Donetsk cancelaran a última hora del miércoles una manifestación en pro de la unidad de Ucrania para evitar incidentes como los que el lunes reventaron otra marcha similar. Los accesos por el norte y el sur a la ciudad —la mayor de la región, con un millón de habitantes— están taponados por sendos puestos de control, compartidos en la práctica por fuerzas regulares e insurgentes. “Procuramos tener un contacto fluido con la policía para que no se produzcan incidentes en los controles de carretera”, explica Miroslav Rudenko, dirigente del Ejército Popular de Donbas, uno de los miembros de la asamblea colegiada que dirige la República de Donetsk, autoproclamada por los rebeldes el pasado 7 de abril y acantonada en la sede de la Administración Provincial de esta ciudad.

La virtual dejación de funciones de la policía que constató Turchínov era un secreto a voces en Donetsk, donde los insurgentes entran y salen a su antojo de otros edificios como la alcaldía o la fiscalía, o la sede de la radiotelevisión local, donde el lunes apagaron la señal de algunos canales ucranios. “Consideramos que no hace falta una presencia constante [en edificios públicos] porque tenemos contacto directo con la policía, que en teoría cumple órdenes de Kiev pero en la práctica está con nosotros, con el pueblo”, subraya Rudenko, a cuyo grupo pertenece Serguéi Tsyplakov, uno de los líderes separatistas incluidos el martes por la UE en la lista de sanciones. Al Ejército Popular de Donbas se adscribe también el jefe militar rebelde de Slaviansk, Igor Strelkov, a quien su correligionario Rudenko presenta como “comandante de toda la región y también del futuro Ejército de Novorosia”, la entidad geográfico-cultural heredada del Imperio zarista y revitalizada por el presidente ruso Vladímir Putin.

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Desde el primer día, la policía ha depuesto en numerosas ocasiones su actitud de vigilancia durante los asaltos a sedes gubernamentales, como por ejemplo el martes en Lugansk o el miércoles en Gorlovka. Por las calles de Donetsk se perciben esporádicas patrullas de policía local, pero no hay atisbo de uniformes —regulares— en torno al edificio de la Administración Provincial, donde habita permanentemente un número aproximado de 500 personas, entre voluntarios y activistas, “y en especial gente armada, que no abandona el inmueble en ningún momento”, según Rudenko, en la vida civil un historiador de poco más de 30 años.

Con las elecciones presidenciales del próximo 25 de mayo pendientes de un hilo, el de la presión creciente de los prorrusos, los preparativos del referéndum autonomista del este avanzan con paso firme. La pregunta es unívoca: “¿Apoya usted la independencia de la República de Donetsk?”, y las opciones de respuesta, solo dos, recuerda Rudenko. “Después de proclamar las Repúblicas [de Donetsk y Lugansk] podremos cooperar entre nosotros en el marco de una confederación, Novorusia”, vaticina. En otra punta de la ciudad, Suzdalev, portavoz de la Administración Provincial, hacía buenas las palabras de Turchínov sobre la pérdida de control del Estado y certificaba la inacción de la policía. “En unos días, según prevé la ley electoral, las listas de votantes [para los comicios del 25 de mayo] se colgarán en los colegios, y entonces vendrán los prorrusos, las arrancarán sin resistencia [policial] alguna y se las llevarán para que les sirvan de censo en el referéndum”, decía Suzdalev encogiéndose de hombros.

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