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Más allá de las canchas, el racismo es enemigo de millones en América Latina

Los afrodescendientes representan la mitad de los más pobres de la región, y en algunos casos son mayoría

El portero del Boca Juniors, Agustín Orión, en la campaña de apoyo a Alves.
El portero del Boca Juniors, Agustín Orión, en la campaña de apoyo a Alves.

Desde plátanos arrojados a los jugadores hasta insultos de sus propios empleadores, las más recientes manifestaciones de racismo en el deporte son un indicador de cuán enraizada está aún la discriminación contra los afrodescendientes, inclusive en Latinoamérica, donde representan el 50% de los más pobres.

Recientemente, las redes sociales explotaron tras el incidente racista contra el lateral del Barcelona Dani Alves durante un partido de fútbol: un fan desde las gradas le tiró un plátano y el futbolista sin hacer mucho caso lo recogió y se lo comió.

Simultáneamente otra ola de indignación se desataba en las redes sociales de Estados Unidos tras los comentarios ofensivos contra los afroamericanos del propietario del equipo de baloncesto los Clippers de Los Angeles.

Las etiquetas o hashtags #somostodosmacacos y #ClippersOwnerIsaRacist estuvieron entre las más usadas en Twitter esta semana. Y, en el caso de Brasil, generó una contra respuesta de los activistas (con #nãosomosmacacos), quienes advierten que el hashtag original solo refuerza los prejuicios contra los afrobrasileños.

Polémicas aparte, lo cierto es que cada vez más brasileños se definen a sí mismos como descendientes de africanos: entre 2000 y 2010, el porcentaje de personas que se declaran negros en el censo subió del 6,2% al 7,6 %, según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE). Si se cuentan a los que se autodefinen como “pardos”, se tiene que el 50% de brasileños son de ascendencia africana.

Este “aumento” de población negra se debe a que el censo del 2010 permitió a los encuestados que identifiquen su raza, lo cual se adoptó en todos los hogares brasileños y no sólo en una muestra estadística de ellos. Este fenómeno también se debe “a un movimiento más amplio, global, de la recuperación de las identidades étnicas ", según Fabio Pittaluga, especialista del Banco Mundial.

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En el resto de América Latina, sin embargo, todavía es difícil conocer el tamaño y la distribución de la población afrodescendiente, ya que no todos los censos hacen este mapeo por raza. Excepciones notables son Colombia - cuyo censo de 2005 registró un 10 % de la población como negra- Cuba, Ecuador, El Salvador, Costa Rica, Puerto Rico y Venezuela. Países como Perú o Guatemala, por ejemplo, son conocidos por su herencia indígena, pero también tienen una población negra tan desconocida como discriminada.

Excluidos del crecimiento económico

La falta de datos sobre estos latinoamericanos es sólo la punta del iceberg del problema. Pero basta para entender que los afrodescendientes no se han beneficiado del crecimiento económico de la región.

Se estima que un tercio de la población latinoamericana es afro-latina, y sin embargo representan en promedio, la mitad de los más pobres. En Colombia, el 80 % de negros vive en la extrema pobreza; en Brasil, el 14,5% de los pobres y el 80% de los jóvenes asesinados son negros, según datos del Banco Mundial. También tienen sólo la mitad de probabilidades de llegar a la escuela secundaria.

Estas desventajas se manifiestan en la capacidad de representación política de los negros.

"Los afrodescendientes se encuentran entre los menos presentes en los cargos políticos. Con pocas excepciones, tales como Colombia, la región se muestra reacia a reservarles puestos de liderazgo y pertenencia en los partidos políticos ", afirma Germán Freire, especialista en desarrollo social del Banco Mundial.

Freire agrega que fuera de las artes y el deporte, los negros en América Latina todavía no han tenido la oportunidad de contar con muchos espacios de expresión.

“En consecuencia, se mantienen en la pobreza y con eso toda Latinoamérica pierde, porque es como tirar un enorme legado cultural ", afirma.

Dentro y fuera del campo

Por todas estas razones, están emergiendo dos consensos en la región. El primero es que la pobreza sólo podrá ser superada cabalmente cuando se tenga en cuenta a la población afrodescendiente.

Entre las necesidades más urgentes está averiguar por qué aumenta la desigualdad racial y exactamente cuánto le está costando a América Latina, según afirma Pittaluga. Añade que hace falta diseñar políticas y estrategias para involucrar a los afrodescendientes en la agenda de desarrollo regional.

El otro consenso es que la Copa del Mundo -con sus campañas antirracistas en las redes sociales como #copasemracismo- es una gran oportunidad para discutir el problema de la discriminación dentro y fuera de los campos de juego.

"Es importante que reflexionemos sobre si ‘lo que yo hago y digo en el día a día ayuda o no a perpetuar la discriminación ' ", concluye Freire.

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