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Desconocimiento, fe y furia contra la austeridad

Una encuesta a los lectores de cinco diarios europeos refleja el descontento con la UE

Los votantes no han renunciado al ideal europeo, pero están descontentos de la Europa que tienen, según una encuesta entre lectores de The Guardian y otros cuatro periódicos europeos.

Las semanas anteriores a las elecciones al Parlamento Europeo, a las que están convocados 375 millones de ciudadanos, han estado dominadas por la previsión de que van a aumentar los votos obtenidos por los partidos hostiles a la UE, como el UKIP en Gran Bretaña y el Frente Nacional en Francia. Nuestra encuesta, que ha recibido respuestas de 3.218 lectores de todo el continente, refleja esa preocupación, pero también ha descubierto que persiste la fe en "Europa" como impulsora de paz y libertad, junto a una frustración creciente por la dirección, la eficacia y la falta de democracia de la UE en su conjunto.

"Europa tiene que consistir en algo más que el dinero", dice Fabrice Laffargue, de Angulema, Francia; sus palabras reflejan una frustración común con las políticas de austeridad y control de la inflación.

Las opiniones negativas sobre la Unión quedan claras en varias palabras y expresiones que aparecen en múltiples idiomas. Hay numerosas quejas de que el Parlamento Europeo es demasiado tecnocrático y está en manos de los grupos de presión, o de que la UE sufre un Demokratiedefizit.

Por otra parte, muchos encuestados piden que se den más poderes a la cámara. "El Parlamento Europeo es el único órgano elegido democráticamente en ese nivel", dice Bruno Linn, de Geisenfeld, Alemania. "No solo hay que reforzar las competencias parlamentarias, sino ampliarlas". Lo mismo dice Giovanni Saguato, un italiano que vive en Inglaterra: "En mi opinión, debería ser el Parlamento el que designara a los miembros de la Comisión, porque es la única institución europea directamente elegida por los ciudadanos".

La inmensa mayoría de los que han respondido dicen que piensan votar en las elecciones: más del 80% entre los lectores del Reino Unido y Alemania y el 69% en España. Aunque no es extraño que unas personas que tienen interés suficiente en las elecciones al Parlamento Europeo como para responder a una encuesta vayan a votar, eso quiere decir que están en una minoría. La participación ha disminuido sin cesar desde las primeras elecciones en 1979, hasta el 43% en las más recientes, en 2009, y con la previsión de una cifra aún más baja esta vez.

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Un motivo para esta apatía puede ser la ignorancia. Hemos encontrado una frustración general por la falta de informaciones sobre las actividades del Parlamento Europeo, que lleva a una confusión inevitable sobre sus competencias y responsabilidades. "Los medios de comunicación franceses se pasan dos semanas hablando del matrimonio gay, por ejemplo, pero no dicen lada de las leyes europeas", dice Remy (falta apellido), de Saint-Julien-Gaulène, Francia. "No sabemos por quién ni en contra de quién votar". Geraint Williams, de Merthyr Tydfil, Reino Unido, añade: "No he recibido un solo folleto de ningún partido, y no tengo ni idea de quiénes son los eurodiputados que representan en la actualidad a mi zona. No sé qué leyes que puedan afectarme directamente están en vigor ni tampoco por quién voy a votar".

Entre los votantes británicos, algunos anuncian su intención de votar por el UKIP, aunque su razonamiento suele ser vago. En nuestra encuesta, son mucho más numerosos los que temen las repercusiones del probable éxito del partido nacionalista. Hannah Lamborn, de Bristol, dice que el mayor fallo de los partidos establecidos ha sido "no informar a la opinión pública sobre la inmigración en la UE, dejar que los partidos como el UKIP extiendan el miedo y el descontento".

Los británicos no son los únicos que hablan del UKIP y otros partidos de extrema derecha. Henning Kulbarsch, de Oldenburg, Alemania, responde: "Tengo miedo de que -perdónenme la expresión- las "facciones de idiotas" logren un triunfo masivo. El Frente Nacional, los Verdaderos Finlandeses, AfD, FPO y el UKIP representan el anarquismo y un nacionalismo descarnado. Si hay demasiada gente de ese tipo en el PE, complicará la labor de los parlamentarios decentes".

¿Y cuál es esa labor? En medio de la confusión sobre el papel exacto del Parlamento, han salido a relucir ciertos temas de preocupación, de los que nuestros lectores destacan la privacidad, la política de asilo, la política energética, la protección al consumidor y el medio ambiente. Oasin Share, de Manchester, añade: "El PE no influye demasiado en nuestras vidas -tampoco fue nunca ese su objetivo-, pero estoy deseando que los europeos puedan tener itinerancia gratis, mejores políticas de regulación del tabaco, que Erasmus no se termine y que siga habiendo fondos estructurales para regiones ignoradas por sus capitales nacionales".

Aparte de los detalles, nuestros encuestados siguen mostrándose en general entusiastas sobre la existencia esencial de la UE. Una y otra vez, los lectores mencionan la paz duradera, la libertad de circulación, la libertad para poder trabajar donde sea y la comprensión cultural como baluartes fundamentales de la unión. Se ven pocas sugerencias de haya que acabar con la unión monetaria. Los euroescépticos responden que el "libre comercio" es el mejor aspecto de la UE.

Es de destacar que las críticas a los mecanismos de la UE son similares en ambos lados del espectro. John Dobai, de 80 años, aprueba que el Parlamento trabaje, "en general, de acuerdo con una línea socialdemócrata", pero critica "los traslados entre Estrasburgo y Bruselas y el régimen de gastos", dos pesadillas de la derecha.

En la izquierda hay rabia y el sueño de una UE que preste mejor servicio a sus ciudadanos, y no a los bancos. La furia contra la austeridad sigue estan muy extendida, sobre todo entre los que han respondido desde España. ¿Para qué sirve la UE? "Para beneficiar los intereses del sector financiero", afirma Hugo Aristizábal, de 55 años, desde Barcelona. "[Los grandes partidos] siguen agudizando el autoritarismo político, social y económico".

Y lo que es interesantes que esa opinión la entienden -y a veces la comparten- los que conservan su entusiasmo por el proyecto europeo. Christoph Sebald, 25 años, de Alemania, cree que Europa es "estable y eficiente y a menudo tiene éxito", pero reconoce que "la UE sigue siendo una integración predominantemente económica y favorece en exceso a las élites. En la crisis, la UE ha sido un instrumento para llevar a cabo recortes sociales, con consecuencias desastrosas para los países del programa de la troika".

La imagen que se obtiene es la de una Europa en la encrucijada. Junto al miedo a que los partidos antieuropeos tengan buenos resultados, está la esperanza optimista en que eso sirva para sacudie el orden establecido y comprendan que es necesario tener más transparencia y democracia. "Los grandes partidos tienen que darse cuenta de que han sido incapaces de explicar a los votantes la 'idea europea', dice Susanne Schönwalder, de 36 años, que vive en Munich. Y si no pueden explicarla, y los votantes no vemos que los partidos establecidos tengan un gran futuro, Europa tendrá que cambiar, en uno u otro sentido.

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