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El Gobierno mexicano se dispone a intervenir en Tamaulipas

El secretario de Gobernación visitará la entidad para reforzar la presencia del Estado El comisionado de seguridad confirma la muerte de uno de los fundadores de los Zetas

El Gobierno confirmó la identidad de Mellado, fundador de los Zetas
El Gobierno confirmó la identidad de Mellado, fundador de los ZetasA. Cruz (efe)

El estado de Tamaulipas, al noreste del país, es desde hace años un cruento campo de batalla. En el último mes 80 personas han fallecido en diversas balaceras que se han registrado en las principales ciudades de esta entidad limítrofe con Texas, por donde pasa el 30% del intercambio comercial de México. El Gobierno de Enrique Peña Nieto, que mantiene abiertos los frentes para pacificar otras partes del país como Michoacán y el Estado de México, afina los últimos detalles de un operativo para imponer el orden en un estado que ha vivido en la indefensión desde al menos 2005.

El secretario de Gobernación (ministro de Interior), Miguel Osorio Chong, visitará este martes la ciudad fronteriza de Reynosa para reunirse con los mandos militares de la zona y con el gobernador de Tamaulipas, Egidio Torre Cantú, que llegó a ser candidato de la elección en sustitución de su hermano Rodolfo, que fue asesinado a punto de finalizar la campaña en junio de 2010. Por la tarde, Osorio detallará el operativo que se implementará en la zona, en la que ya operan 200 enviados de la Marina y la Policía Federal.

En 18 meses del Gobierno del PRI se han logrado dar importantes golpes a los carteles que operan en la zona: Los Zetas y el Cartel del Golfo (CDG). En julio de 2013 se detuvo a Miguel Ángel Treviño, alias el Z-40, uno de los líderes de los Zetas. 23 de los 69 narcotraficantes detenidos por el Gobierno mexicano el año pasado fueron de este cartel. Y en abril de este año se arrestó a Jesús Leal, el Metro 24, que comandaba el CDG. Las detenciones, sin embargo, han dado más titulares que resultados si se miden en función de paz y tranquilidad.

El descabezamiento de los grupos ha sido seguido de batallas internas que se han trasladado a las calles y se han recrudecido en las últimas semanas. Entre el cinco y el ocho de abril, pocos días después de la detención del Metro 24, varios enfrentamientos en la ciudad de Tampico (al sur del estado) dejaron 28 muertos.

El viernes nueve de mayo hubo otra refriega. El escenario fue Reynosa. Las fuerzas federales habían localizado en la ciudad a Galdino Mellado, uno de los fundadores de los Zetas. Soldados comenzaron a vigilar la casa donde se “ocultaba”, ha dicho Monte Alejandro Rubido, el comisionado de seguridad del Gobierno de Peña Nieto en una conferencia de prensa este lunes. Las patrullas del ejército fueron recibidas con “granadas de fragmentación y disparos de armas de alto calibre”. Comenzaba una batalla que se extendió por dos horas porque un grupo de civiles armados llegó en apoyo del capo atrincherado en la casa. Un soldado murió en el intercambio.

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Los presuntos criminales huyeron y ocasionaron un caos en la ciudad con varios narcobloqueos, un fenómeno visto con frecuencia en esta región del país. Los delincuentes obligan a los conductores de autobuses o vehículos grandes a dejarlos para prenderles fuego y obstaculizar las principales avenidas para así entorpecer el tránsito de los convoyes de militares y policías. En esta ocasión lo hicieron en tres avenidas principales.

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Monte Alejandro Rubido ha señalado que después del enfrentamiento en la casa de la colonia Las Fuentes, el escenario del enfrentamiento, fue encontrado el cuerpo de un hombre. Los peritos compararon las huellas digitales del cadáver con la cartilla militar de Mellado resultando una “identificación positiva”. Galdino era uno de los 28 militares con entrenamiento de élite que abandonaron entre 1997 y 1999 el Ejército para convertirse en el brazo armado del Cartel del Golfo (CDG), que controla las rutas de tráfico de drogas hacia Estados Unidos en toda la zona del este de México desde mediados de los años noventa.

Los Zetas se escindieron del CDG en 2010 ocasionando una sangrienta guerra entre ambos por el control de las principales ciudades de varias entidades del norte del país. Las balaceras a plena luz del día comenzaron en Nuevo Laredo, una ciudad fronteriza, en 2005. Desde entonces se han vuelto habituales en las principales localidades del estado.

A pesar de todo, poco se sabe de lo que sucede en Tamaulipas. Desde hace años los medios de comunicación locales han renunciado a reportar la actualidad por las amenazas de los criminales. Es el silencio es lo que impera. A pesar de que el número de homicidios registrados es menor a los que se dieron en Michoacán o Estado de México, es el escenario de algunos de los acontecimientos más crueles que se han registrado en los años de la guerra mexicana. En 2010 los cuerpos de 72 migrantes fueron hallados en una finca del municipio de San Fernando. Los criminales se disputaban la ciudad del mismo nombre, una parada básica para llegar a la frontera cuando se viaja desde el sur. Los sicarios detenían autobuses para bajar a los varones que viajaban. Si existía la mínima sospecha de que fueran refuerzos del bando contrario eran ejecutados. Trece meses después de la matanza se hallaron 47 fosas clandestinas en ranchos que los criminales habían arrebatado a ganaderos locales. 193 cuerpos fueron hallados.

A pesar de la escasa información, las cifras oficiales confirman un alza en los delitos. Es el estado que más secuestros registró en 2013, con 211 casos (un incremento del 75% respecto a 2012) y uno de los cinco donde más se extorsiona.

Pero en medio del repunte de la violencia, asoma una noticia positiva. Este domingo se llevó a cabo la segunda manifestación contra la inseguridad en menos de un mes. La ciudadanía ha ido despojándose del grillete del miedo. Se habla de al menos 4.000 personas que después de años de vivir en el silencio bajo el yugo de los criminales se han atrevido a salir a la calle para gritar dos palabras: ya basta. Este martes se conocerá la respuesta que propone el gobierno.

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Sobre la firma

Luis Pablo Beauregard
Es uno de los corresponsales de EL PAÍS en EE UU, donde cubre migración, cambio climático, cultura y política. Antes se desempeñó como redactor jefe del diario en la redacción de Ciudad de México, de donde es originario. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Los Ángeles, California.

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