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Washington acusa a cinco militares chinos de ciberespionaje industrial

Los ‘hackers’ se infiltraron en la red de empresas clave del sector energético Pekín afirma que las acusaciones son "absurdas" y exige que se retiren los cargos

Marc Bassets

La batalla en Internet no la libran sólo los militares y los espías. El robo de propiedad intelectual y de secretos empresariales es el último foco de tensión entre Estados Unidos y China. La ciberguerra también es comercial. La Administración Obama denunció el lunes a cinco militares chinos por infiltrarse en ordenadores de otras tantas empresas y un sindicato norteamericanos. La acusación, anunciada en Washington por el Departamento de Justicia, representa la primera vez que EE UU presenta imputaciones criminales contra funcionarios de otro país por espionaje en la red.

Los militares están acusados de usurpar secretos de algunas de las mayores empresas de EE UU en sectores clave como el acero, el aluminio y la energía nuclear. Los piratas informáticos, vinculados a la unidad 61398 del Ejército de Liberación Popular chino, obtuvieron información privilegiada en litigios con las empresas norteamericanas o beneficiaron con sus informaciones a empresas estatales chinas.

“Esta Administración no tolerará las acciones de ningún país que ilegalmente intente sabotear a compañías americanas y socavar la integridad de la competición justa en el funcionamiento del libre mercado”, dijo el fiscal general Eric Holder, titular del Departamento de Justicia. Según una estimación citada por The Washington Post, el ciberespionaje comercial cuesta a EE UU entre 24.000 y 120.000 millones de dólares al año (entre 17.500 y 88.000 millones de euros).

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La tensión por el espionaje industrial y la vulneración de la propiedad intelectual ha marcado durante años la relación entre EE UU y China, la potencia ascendente que, según un temor extendido en Washington, amenaza la hegemonía norteamericana. El Pentágono y las agencias de espionaje han reforzado las capacidades defensivas y ofensivas ante posibles ciberataques a infraestructuras y sistemas de defensa.

Un informe de la empresa privada norteamericana Mandiant, publicado en febrero de 2013, identificó un edificio de las Fuerzas Armadas chinas en Shanghái de donde supuestamente partían decenas de ciberataques contra empresas de todo el mundo. A una unidad del inmueble se adscriben, según la acusación presentada por un tribunal federal de Pensilvania, Wang Dong, Sun Kailiang, Wen Xinyu, Huang Zhenyu y Gu Chunhui, los cinco responsables del pirateo informático.

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“Este grupo no es uno de los más avanzados. No son los más listos de la clase por así decirlo”, explica desde California Jaime Blasco, investigador en Alien Vault, una empresa de Silicon Valley fundada por españoles y referente en el ámbito de la ciberseguridad. Blasco ha trabajado para clientes que fueron víctimas de los ataques procedentes de China. “El problema”, añade, “es que hay varias docenas de otros grupos operando en China y otros países que son mucho mejores y tienen muchas más capacidades”.

La denuncia puede servir para dar ejemplo y disuadir a imitadores. Si fuesen condenados, los acusados podrían pasar décadas en prisión, pero es poco probable que acaben ante un tribunal estadounidense. La Administración Obama confía en que el solo hecho de nombrarles —y limitar su capacidad de movimiento: tendrán que cuidarse de viajar a países que puedan extraditarles a EE UU— tenga un efecto punitivo. “Es un paso importante. Y soy optimista”, dice Blasco. “Al mismo tiempo”, matiza, “creo que es difícil, porque marca un precedente y abre la caja de Pandora”.

Empresas manufactureras y energéticas norteamericanas, entre las espiadas por China, según la Administración Obama

Otros países podrían ahora decidir llevar a funcionarios norteamericanos ante la justicia. Las informaciones sobre la vasta red de vigilancia de la NSA (Agencia de Seguridad Nacional) han abierto la puerta a denuncias similares contra EE UU. Los papeles de la NSA que en 2013 difundió Edward Snowden, un exempleado de los servicios de inteligencia norteamericanos, revelan que la agencia accedió a los ordenadores de Huawei, el gigante de las telecomunicaciones chino.

“Como ha dicho el presidente Obama en varias ocasiones: nosotros no recopilamos inteligencia para proveer una ventaja competitiva a empresas de EE UU o a sectores comerciales de EE UU”, se defendió el fiscal general Holder. Los cargos criminales, avisó, deben servir de “alerta sobre la gravedad de la ciberamenaza”. El acceso a tecnología occidental es clave para el desarrollo económico del gigante asiático.

China ha lanzado ataques informáticos contra sectores que van desde la energía hasta las finanzas. Pero el caso anunciado no se centra en Wall Street o en sectores que quizá prefieran que su nombre no figure en una disputa de este calibre, sino en cinco empresas que tienen en común su vínculo con sectores industriales que se sienten amenazados por la competencia china y las deslocalizaciones en ese país.

Las empresas son Westinghouse Electric, Alcoa, Allegheny Technologies, US Steel y Solar World, además del sindicato del acero United Steelworkers. El fiscal de Pensilvania David Hickton vinculó en la rueda de prensa con Holder las acciones del Ejército chino con la pérdida de empleos en regiones golpeadas por la desindustrialización. Cuando se habla de ciberguerra, es más popular el argumento de la defensa de los empleos en EE UU que la intrusión en la privacidad a la que se asocia la NSA.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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