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Brasil aprueba una indemnización a sus ‘soldados del caucho’

El Congreso aprueba una ayuda para los 'seringueiros', que extrajeron toneladas de caucho durante la II Guerra Mundial

Una balsa transporte caucho en el río Acre, en la selva amazónica.
Una balsa transporte caucho en el río Acre, en la selva amazónica.IBGE

Los soldados del caucho, trabajadores que en los años cuarenta extrajeron el látex necesario para producir neumáticos y armas para la II Guerra Mundial, recibirán una indemnización de 25.000 reales (cerca de 8.200 euros) por su contribución durante el conflicto. Los familiares directos de los que ya murieron también recibirán esta ayuda, aprobada tras 12 años de permanecer parada en el Congreso brasileño. Los sindicatos consideran que, debido a la explotación sufrida, la indemnización es muy baja.

Unas 60.000 personas fueron enviadas en 1943 a la selva amazónica durante la gestión del presidente Getúlio Vargas (1930-45 y 1950-54). La mayoría provenían del noreste del país, la región más pobre de Brasil. Quedan 4.500 supervivientes y se calcula que hay al menos otros 7.500 descendientes de los trabajadores que podrán acceder al subsidio.

Los trabajadores recibían un pago similar al de los pracinhas (soldados del Ejército brasileño que participaron en el conflicto), que actualmente también perciben pensiones del Estado. Una de las razones por las que urgía la aprobación de la ley “es la edad avanzada de los interesados”, explica el diputado Arlindo Chinaglia, del Partido de los Trabajadores de São Paulo, autor de la propuesta y vicepresidente de la Cámara de Diputados. “Todos tienen más de 80 años, sin excepción”, finaliza.

Uno de los trabajadores supervivientes criticó la ayuda y dijo que era "lo que gastaban los dipuatdos en café"

Pero para Luziel Carvalho, uno de los coordinadores del Sindicato de Jubilados, Pensionistas y Soldados del Látex del Estado de Acre, los soldados del caucho merecían “un sueldo equivalente al de un sargento de las Fuerzas Armadas”, un grado mayor, por el riesgo que implicaba su trabajo. Muchos de los trabajadores (unos 20.000, según France Presse, aunque otros organismos aumentan la cifra a 30.000) murieron por enfermedades como malaria, por desnutrición o por los peligros de la selva. La extracción del látex era, además, “esencial para el esfuerzo de la guerra y para la defensa militar del país”, sostiene la senadora Vanessa Grazziotin, del Partido Comunista de Brasil del Amazonas.

Belizário Costa, de 96 años, fue uno de los que decidieron ir hasta la Amazonia por las promesas que escuchó y que luego resultaron falsas. Por teléfono, cuenta que le contrataron en Belén, capital de Pará, en 1942. “Nos prometieron medicamentos, comida, transporte, casa, pero nada de eso pasó”, cuenta, todavía indignado por haberse creído en la palabra de un desconocido que hablaba en nombre del presidente Vargas. “Yo me quedé allá cuatro años, comiendo harina con sal y la caza que matábamos”, dice. La jornada de trabajo era de semiesclavitud: empezaba a las cuatro de la madrugada y terminaba a las ocho de la tarde. “Pagábamos todo, pero siempre debíamos dinero”.

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Costa salió de Pimenta Bueno, a 508 kilómetros de Porto Velho, capital de Rondonia, para contar su historia en Brasilia y, sobre todo, enseñar su insatisfacción con la medida aprobada. Entre sus quejas, Costa garantiza que lo que recibirán de indemnización es poco, “lo que gastan los diputados en café”, dijo al Senado.

La indemnización nunca había sido debatida antes, y los afectados creen que el Gobierno la aprobó para evitar otro debate sobre el monto de las pensiones. Se mantuvo, sin embargo, la pensión de por vida de dos salarios mínimos (478 euros) garantizada por la Constitución, y que será reajustada de acuerdo con el Instituto Nacional de la Seguridad Social. Esta era una de las principales demandas de los afectados.

“Es un reconocimiento tardío, pero que tiene que caber dentro del presupuesto”, sostiene Chinaglia. Los sindicatos ya están recurriendo de la decisión. “Tenemos que actuar para resarcir las condiciones al que fueron sometidos. Ellos no pueden hablar porque no conocen la historia del caucho”, defiende Jorge Teles, vicepresidente del Sindicato de los Soldados y Extractores del Estado de Rondonia.

Los acuerdos de Washington

La historia de los soldados del caucho se remonta a un acuerdo hecho entre Brasil y Estados Unidos en 1941, cuando los estadounidenses entraron en la II Guerra Mundial. Este acuerdo – que, entre otros beneficios, determinó la llegada de la tecnología que permitió la instalación de una industria siderúrgica en el país – preveía el pago de 200 millones de dólares en cuotas para adquisición de equipos bélicos, entre ellos, el caucho. Según Carvalho, muchos documentos fueron destruidos y por eso es difícil recuperar esa parte de la historia, a pesar de los decretos ley que fueron promulgados en el Gobierno de Gétulio Vargas.

“Hace un año fuimos al Congreso de los Estados Unidos buscar la documentación, porque no tenemos ni registro de las cantidades de dinero que recibirían ni de la cantidad de personas que el Gobierno brasileño se comprometió a enviar a la Amazonia”, explicó.

Para la senadora Vanessa Grazziotin, una de las que apoyó los extractores, esta es una historia que puede ser finalmente conocida por los brasileños. “Casi una mitad del grupo [60.000 personas] murió víctima de enfermedades tropicales (fiebre amarilla, malaria) y ataques de animales silvestres. Poco se sabe de esta historia en Brasil”. El senador Eduardo Braga, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) de Amazonas, también está de acuerdo y añade que “la promulgación de la PEC es un reconocimiento, aunque tardío, al esfuerzo de los brasileños que dieron sus vidas por el país, de aquellos que hicieron una guerra privada contra la floresta, en una lucha diaria por la supervivencia. Una batalla que solamente los que conocen de cerca la selva amazónica saben lo cruel que puede ser”.

El presidente del Senado, Renan Calheiros, al final de la sesión en el que la PEC fue aprobada, dijo que se trata de “un rescate histórico a este segmento tan relevante de la sociedad que contribuyó con la extracción sostenible del látex y contribuyó enormemente para la conservación y preservación de la selva amazónica”.

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