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Costa Rica afronta su futuro comercial tras la marcha de Intel

Las autoridades aseguran que el país está mejor preparado para digerir la partida del gigante de los chips que cuando llegó

Semiconductores
La planta de manufactura de Intel, en San José (Costa Rica).

El nuevo Gobierno costarricense y las organizaciones promotoras de comercio exterior han querido ver el vaso medio lleno, pero nadie niega el golpe que ha significado el anuncio del gigante estadounidense Intel de cerrar la fábrica de microprocesadores instalada en Costa Rica, un pilar en esta pequeña economía que vende bananas, café y ningún producto sofisticado.

La planta que, representaba hasta ahora el 20% de las exportaciones nacionales, ha iniciado el proceso de clausura para trasladarse a Asia, un anuncio que cayó como un balde de agua helada  para el país. Desde hace tiempo, Costa Rica se esfuerza en la modernización de sus exportaciones, en buena parte jalonadas por la llegada de Intel y el efecto imán que provocó sobre otras compañías de alta tecnología, un sector que en 2013 alcanzó el 41% de las exportaciones, según datos del Banco Mundial.

Costa Rica fue en 2013 el primer exportador en alta tecnología (1.500 millones de dólares)

Esa industria que atrajo Intel es la mayor baza para intentar amortiguar el cierre de la fábrica y el despido progresivo de unos 1.500 trabajadores calificados. Este es el argumento del nuevo ministro de Comercio Exterior, Alexánder Mora, en sintonía con su antecesora, Anabel González. Costa Rica fue en 2013 el primer exportador en alta tecnología (1.500 millones de dólares), por los microprocesadores de Intel, pero también por compañías productoras de dispositivos médicos, de biotecnología, farmacéutica y productos electromédicos. Hay más de 250 multinacionales de alta tecnología en el país.

Intel no se va del todo. Queda el centro de desarrollo de ingeniería más grande del país y el plan es convertirlo en un centro de investigación continental, reafirmó a este periódico Karla Blanco, gerente de Asuntos Corporativos. La empresa pretende tener 500 trabajadores, entre ingenieros y técnicos, en un área donde ahora tienen 300. Además, el centro de servicios globales seguirá instalado en este cantón de Belén, una zona periférica al noroeste de San José que en estas dos décadas también se sofisticó.

“Si Costa Rica no tuviera las condiciones, no nos quedaríamos acá con el centro de tecnología”, dijo Blanco tras admitir que el país tiene tareas pendientes para mejorar la competitividad. Entre ellas está estabilizar el costo de la energía eléctrica, una de las quejas que por años ha planteado Intel y que ahora es generalizada en el sector industrial y doméstico. Es una de las urgencias que ha planteado el nuevo Gobierno de Luis Guillermo Solís.

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“Costa Rica no hizo su tarea”, dijo en abril el expresidente José María Figueres, quien durante su Gobierno (1994-1998) negoció con los ejecutivos de la compañía el establecimiento en suelo costarricense. Su frase no ha sido bien recibida entre las autoridades actuales, que insisten en el argumento principal dado por Intel para su traslado: la logística y los costos. Costa Rica no es un país barato.

La compañía afronta retos propios que no tienen que ver con Costa Rica, asuntos de logística y de mercado” Alexánder Mora, ministro de Comercio Exterior

“La compañía afronta retos propios que no tienen que ver con Costa Rica, asuntos de logística y de mercado”, señaló Alexánder Mora, ministro de Comercio Exterior. El antiguo presidente de la Cámara de Tecnologías de Información y Comunicación siempre estuvo cercano a las actividades de Intel y al proceso que le permitió llegar a exportar bienes por valor de 2.385 millones de dólares.

“El panorama es agridulce. No podemos tapar el sol con un dedo porque vamos a tener un claro impacto en empleo, exportaciones e inversión directa. Pero al mismo tiempo puedo decir que Costa Rica nunca había estado mejor preparada que hoy para afrontar una situación de estas”, añadió Mora. El ministro asegura que percibe el interés de las compañías por captar al personal vacante de Intel, aunque parte de este recibe capacitación para fundar sus propias microempresas.

El rubro más golpeado será la balanza comercial de Costa Rica con China, país con el que quiere tener una mayor relación comercial. Los componentes de computadoras representaron en 2013 el 80% de las exportaciones hacia el gigante asiático, la mayoría de ellas con el sello de la corporación estadounidense. Este porcentaje era del 50% hace solo tres años, lo que muestra el fuerte crecimiento de las ventas de chips al mercado chino por la aplicación de un Tratado de Libre Comercio (TLC) bilateral.

Mientras los empresarios locales se mantienen escépticos sobre las posibilidades de compensar el vacío que dejarán los chips de Intel, las apuesta de las autoridades están en sectores que poco tienen que ver con la tecnología: productos lácteos, bananas, cueros bovinos y carne de res, según una publicación del diario La Nación centrada en el replanteamiento comercial con China.

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