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El SPD recorta posiciones con la CDU impulsado por el ‘efecto Schulz’

Merkel logra la victoria, pero la entrada del partido antieuro le abre un agujero a la derecha Los neonazis alemanes del NPD logran un escaño en la Eurocámara

Luis Doncel
La canciller alemana, Angela Merkel, después de votar en su colegio electoral en Berlín.
La canciller alemana, Angela Merkel, después de votar en su colegio electoral en Berlín.Michael Sohn (AP)

Angela Merkel, protagonista de la campaña democristiana para unas elecciones a las que no se presentaba, tendrá que cargar con unos resultados agridulces. La canciller alemana puede presumir de que su coalición volvió ayer a ganar unos comicios nacionales —y lleva ya media docena— pero las buenas noticias acaban ahí. En el horizonte de la jefa de Gobierno del país más poblado de Europa aparecen nuevos nubarrones, tanto a su izquierda como a la derecha.

Los socialdemócratas se quedaron a ocho puntos de distancia de la unión democristiana, pero experimentaron la mayor subida en unas elecciones europeas. Con este repunte, el partido que hace de hermano menor en el Gobierno de coalición recorta las distancias respecto a las elecciones nacionales de hace solo ocho meses: si entonces los democristianos le sacaron casi 16 puntos de ventaja, la diferencia ahora se reduce a la mitad.

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Pero aún más preocupante para Merkel y los suyos es la irrupción en el Parlamento Europeo del partido antieuro Alternativa por Alemania, con siete eurodiputados. Los defensores de expulsar de la unión monetaria a los países del sur de Europa amenazan con convertirse en un permanente dolor de cabeza para las fuerzas conservadoras europeístas, temerosas de perder votos por el flanco derecho.

Así se explicarían los esfuerzos de Merkel de última hora por marcar un perfil más duro hacia los emigrantes europeos que se benefician del Estado del bienestar alemán. “La UE no es una unión social”, dijo la canciller en una entrevista el pasado jueves, a tan solo tres días de las elecciones. “Alternativa por Alemania ha florecido como un nuevo partido mayoritario”, proclamó ayer el líder de los euroescépticos, Bernd Lucke.

El perfil de los 96 eurodiputados que Alemania mandará a Estrasburgo —el grupo más numeroso en toda la Eurocámara— experimenta pequeños pero relevantes cambios. Los democristianos continúan siendo la primera fuerza del país, como repetía con insistencia el candidato de la CDU, David McAllister, con una sonrisa que parecía de circunstancias. El político británico-alemán insistía en que el éxito de su grupo permitiría la elección de Jean-Claude Juncker como próximo presidente de la Comisión Europea. Pero si la CDU y sus hermanos bávaros de la CSU tenían hasta ahora 42 escaños, en los próximos cinco años tendrán que conformarse con 34. La peor parte hay que atribuirla a la CSU, que obtuvo el peor resultado que se recuerda en Baviera. “Se trata de una amarga decepción”, admitió el líder de los socialcristianos, Horst Seehofer.

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El SPD tendrá cuatro diputados más, hasta alcanzar los 27. Los socialdemócratas se benefician por una parte de su participación en el Gobierno de coalición en Berlín, en el que han logrado imponer su impronta social. Jubilación a los 63, salario mínimo, doble pasaporte para los hijos de inmigrantes, freno a los precios de los alquileres… La mayoría de las medidas puestas en marcha por el Ejecutivo en el último medio año llevan el sello del SPD.

La subida de los socialistas también se explica por los desastrosos resultados de las últimas elecciones

Pero para explicar el repunte socialdemócrata hay que tener en cuenta otro factor. Como recordó el líder del partido, Sigmar Gabriel, la figura de Martin Schulz ha sido decisiva. La omnipresencia del candidato de los socialistas a la Comisión Europea y cabeza de lista del partido en Alemania ha contrastado con un McAllister al que era difícil encontrar en los carteles de su partido. En los debates televisados, Schulz discutía con el luxemburgués Juncker, mientras que el democristiano alemán estaba desaparecido. Tras los primeros pronósticos anunciados por los dos canales de la televisión pública, un eufórico Schulz se sentía reivindicado y aseguraba que los resultados podían catapultar a los socialistas como grupo mayoritario en la Eurocámara. Por último, la subida de los socialistas también se explica por los desastrosos resultados de las últimas elecciones, que fueron las segundas peores en la historia del partido centenario.

La jornada electoral —en la que también se elegían las corporaciones locales de 10 Estados federados y en la que los berlineses dieron una sonada bofetada a su alcalde al rechazar la construcción de viviendas alrededor del antiguo aeropuerto de Tempelhof— deja otra sorpresa negativa para las fuerzas europeístas y democráticas. El partido de ultraderecha NPD se hizo con un eurodiputado. Esta entrada ha sido posible después de que el Tribunal Constitucional eliminara el pasado mes de febrero el porcentaje mínimo para obtener un escaño en el Parlamento Europeo. La decisión del alto tribunal chocó con el Gobierno, que veía en ella un elemento que complicaría la gobernabilidad. Los jueces de Karlsruhe, al contrario, defendían que así se aseguraba la igualdad de oportunidades de los partidos.

Los populistas han aparecido, pero el otro gran fantasma que se temía estas últimas semanas, una abstención elevadísima, no hizo acto de presencia en Alemania. Al contrario, la participación ascendió al 48,1%. Se trata de un porcentaje bajo, que no llega ni a la mitad de la población con derecho a votar, pero son casi cinco puntos más que el de los últimos comicios europeos, los de 2009.

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Sobre la firma

Luis Doncel
Es jefe de sección de Internacional. Antes fue jefe de sección de Economía y corresponsal en Berlín y Bruselas. Desde 2007 ha cubierto la crisis inmobiliaria y del euro, el rescate a España y los efectos en Alemania de la crisis migratoria de 2015, además de eventos internacionales como tres elecciones alemanas o reuniones del FMI y el BCE.

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