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Quién teme al Maidán feroz

A los políticos ucranios les preocupa la impaciencia de los reformistas por erradicar la corrupción

Veteranos del EuroMaidan desayunan en la Plaza de la Independencia.
Veteranos del EuroMaidan desayunan en la Plaza de la Independencia.ROBERT GHEMENT (EFE)

Mientras arrecia la tormenta bélica en el este del país, Kiev intenta volver a la normalidad. El primer gesto ha sido la llamada del nuevo alcalde boxeador, Vitali Klitschko, a desmontar los restos del Maidán, tiendas color caqui que alojan a veteranos de Afganistán y militantes utópicos rodeadas de vendedores de souvenirs y amaestradores de palomas a la caza de turistas. Pero a quien los políticos de la capital ucrania temen de verdad no es a los nostálgicos acampados, sino al espíritu levantisco del movimiento: concretamente, a que la impaciencia por renovar el corrupto sistema democrático no precipite una nueva ola de protestas.

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Ucrania vive la amenaza de muchas tempestades: la quiebra económica, los recortes propuestos por el FMI… Y los miembros más influyentes del Maidán ya se han manifestado contra cualquier tentación de complacencia tras la elección de Petro Poroshenko como presidente. Mustafa Nayyem, periodista y líder de las revueltas, fue el primero en avisar que lo considera parte de la misma clase oligarca que saqueó el país, y que por eso le reclama pruebas de su voluntad reformista. Ante estas advertencias, los políticos ucranios transmiten su preocupación en privado y, cada vez más, también en público. Ihor Smeschenko, líder de un partido nacional, hablaba el martes en una conferencia organizada por una de las decenas de asociaciones nacidas del movimiento contestatario: “En este país siempre se puede repetir un Maidán si la población ve que no se están cumpliendo las promesas”.

Los jóvenes militantes no quieren regresar al estado de corrupción anterior, como sucedió tras la Revolución Naranja en 2004. Y los políticos saben que el papel de estos nuevos reformistas es vital para mantener la paz social. Tienen gran influencia en los medios de comunicación y línea abierta con muchos organismos internacionales que desconfían de la corrupción institucional ucrania. Este respeto ya lo demostró el primer ministro, Arseni Yatseniuk, cuando sometió los miembros de su Gobierno al veredicto asambleario de la plaza en la que se iniciaron las revueltas e integró en él a varios de sus líderes. El propio Maidán exigió que los ministros no hubieran ostentado cargos con el expresidente Yanukóvich, y presionó contra la recomendación europea de incluir a representantes de las regiones rusoparlantes, en lo que después se ha interpretado como un error de cálculo.

Demasiados diputados son hijos del sistema anterior Hanna Hopko, activista

El jueves llueve sobre el parlamento. Una joven activista, Hanna Hopko, sale corriendo del hemiciclo. Ha pedido un paraguas a los bedeles y le han prestado uno del Partido de las Regiones del expresidente Yanukóvich. Lo mira con disgusto y elige mojarse antes que abrirlo. En el Maidán, Hopko formó parte de un grupo encargado de acciones con gran impacto mediático, como enfrentarse a las fuerzas de seguridad sin más arma que la música de un pequeño piano soviético. Ahora tiene otra misión: “Estoy en un equipo de 150 personas con el objetivo de que el parlamento apruebe nuestros proyectos de reforma. Cada semana yo me reúno con un grupo de diputados, les explico nuestra agenda y empujo para convencerles de que este programa puede cambiar y unir al país”. El paquete, principal herencia política del Maidán, consiste en medidas concretas contra la corrupción, por la transparencia, la descentralización y el aumento de garantías democráticas. “Hemos conseguido que desde marzo pasen seis leyes nuestras, algunas tan importantes como el código contra la corrupción judicial”, cuenta.

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Hopko no cree que los militantes del Maidán vayan a perder la paciencia demasiado pronto. “Saben que viene lo más difícil. Que se fuera Yanukóvich estuvo bien, pero ahora hay que limpiar el sistema, y eso no es sencillo”. Para ella, la clave está en la renovación del parlamento por medio de unas elecciones legislativas inmediatas. “Demasiados diputados actuales son hijos del sistema corrupto”, dice. Y no solo el Maidán piensa así. Varios observadores internacionales consultados coinciden en que ese relevo tiene que llegar pronto para que el espíritu reformista no se agoste. Una fuente de las instituciones europeas lo detalla: “En el parlamento pervive una mayoría de bloqueo ligada al antiguo presidente y, si hasta ahora ha sido posible encontrar votos para la adopción de legislación importante, todo indica que esta dinámica cesará en cuanto la presión de la sociedad empiece a decrecer”. Para Europa y Estados Unidos, interesados en convertir a Ucrania en un aliado contra la inestabilidad que encuentran en el este, los jóvenes idealistas no parecen el mayor riesgo. Más bien lo es el regreso a las viejas prácticas que levantaron los adoquines de Kiev.

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