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El general que derrocó a los islamistas en Egipto asume la presidencia

Los Hermanos Musulmanes convocan una manifestación en repulsa del exgolpista

Al Sisi toma posesión como presidente de Egipto.Foto: reuters_live

Casi un año después de haber ejecutado un golpe de Estado contra el raïs islamista Mohamed Morsi, el exministro de Defensa, Abdelfattáh al Sisi juró el cargo de presidente de Egipto en una ceremonia que tuvo lugar hoy domingo por la mañana en el Tribunal Constitucional. En sus primeras palabras como presidente, Al Sisi ha celebrado la "democrática y pacífica transición" que le ha llevado al poder, según declaraciones recogidas por la cadena Al Arabiya. La jornada, declarada festiva por el gobierno egipcio, contará con diversos actos de celebración oficiales en los que participarán las autoridades del país y los mandatarios extranjeros venidos para la ocasión, así como también otros de tono más popular e informal.

"Juro por Dios guardar lealtad al régimen de la república, respetar la Constitución y la ley, proteger los intereses del pueblo en su totalidad y preservar la independencia de la patria, su unidad y la integridad de su territorio", leyó al Sisi en el acto de investidura. A su lado, se encontraba Adly Mansur, presidente interino del país durante la fase de transición, y que a partir de ahora volverá a ocupar su cargo de presidente del Tribunal Constitucional. Esta es la primera vez en la historia de Egipto que se produce una ceremonia de traspaso formal de poderes de un presidente a su sucesor.

Al Sisi, de 59 años, lucía un traje oscuro y una corbata de color azul marino. El flamante raïs, que arrasó en los comicios presidenciales de finales del pasado mes de mayo con más del 93% de los votos, colgó el uniforme militar en el mes de marzo, poco después de su anunciar su intención de participar en los comicios. Según la ley del país, los oficiales deben retirarse de las Fuerzas Armadas antes de ostentar un cargo de naturaleza política.

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Las fuerzas de seguridad desplegaron un robusto dispositivo de seguridad en torno a la sede de la Tribunal Supremo, a la que asistieron las principales autoridades políticas, religiosas y sociales del país. Entre ellas, el primer ministro, Ibrahim Mahlab, el gran imam de Al Azhar, Ahmed Tayyeb, y el patriarca de la Iglesia Ortodoxa copta, Tauadros II.

En terminar el acto, al Sisi se desplazó al Palacio de Ittihadiya, donde fue recibido con una salva de cañones. Allí, recibió a los dignatarios extranjeros que han viajado a Egipto para estar presentes en la toma de posesión. Las delegaciones de más alto rango correspondieron a las de los países de la región, con los reyes de monarcas de Jordania, Kuwait y Bahréin al frente, además del presidente de la autoridad palestina, Mahmud Abbas. Está previsto que los fastos oficiales concluyan con una cena en el palacio de Quba, a la que han sido invitadas más de 1.200 personas.

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Los seguidores de al Sisi celebrarán su toma de posesión en la plaza Tahrir, símbolo de la revolución del 2011 que destronó al exdictador Hosni Mubarak. Al mediodía, la plaza, cerrada al tráfico ya había sido decorada con banderas egipcias y grandes fotografías del mariscal. Unos centenares de personas se agolpaban en torno a un escenario preparado para la ocasión bajo un sol de justicia.

Por su parte, la coalición de partidos anti-golpe, liderada por los Hermanos Musulmanes, convocó una nueva jornada de protestas para expresar su rechazo al ascenso a la presidencia de al Sisi, al que acusan de haber orquestado el golpe para sustituir al ex raïs Morsi. Durante los últimos meses, las protestas de los simpatizantes de la cofradía islamista han ido perdiendo fuelle a medida que se intensificaba la represión policial y legal, una ola de actos violentos que ha minado la legitimidad de las elecciones. Tan solo pocas horas antes de la investidura, un tribunal condenó a la pena de muerte a diez personas, miembros o simpatizantes de la Hermandad, por los cargos de incitación a la violencia y el corte de la vía pública en una manifestación ilegal, entre otros. Se estima que han muerto 1.400 personas en las protestas contra el derrocamiento de Morsi.

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