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Cadena perpetua a los asesinos de un periodista hondureño

Alfredo Villatoro fue secuestrado y asesinado en mayo de 2012 en Tegucigalpa y la condena rompe una tradición de impunidad

Los acusados, durante el juicio en su contra, en marzo.
Los acusados, durante el juicio en su contra, en marzo.LA TRIBUNA

En una sentencia emblemática para una región en la que los asesinatos de reporteros quedan impunes y ocultos en el misterio, un tribunal de Honduras condenó este miércoles a cadena perpetua a tres hondureños de una banda criminal por el homicidio de Alfredo Villatoro, un influyente periodista de ese país, ocurrido el 15 de mayo de 2012.

El Tribunal de Sentencia con Jurisdicción Nacional, de Tegucigalpa, sentenció a prisión de por vida a los hermanos Osman Fernando y Edgar Francisco Osorio Arguijo, de 29 y 24 años, respectivamente, y a Marvin Alonso Gómez, de 28, por el secuestro y homicidio del periodista Ángel Alfredo Villatoro Rivera, de 46 años y quien laboraba para HRN, la más importante cadena radiofónica de Honduras.

Alfredo Villatoro.
Alfredo Villatoro.

Los hombres integraban la banda de los Osorio, un temible clan del crimen organizado en esa nación que, tras cerrar 2013 con 79 homicidios por cada 100.000 habitantes, se consolidó como una de las más violentas del mundo.

“Con la condena a la banda de los Osorio se manda un mensaje positivo y contundente al crimen organizado y se reafirma el Estado de Derecho”, aseguró a este periódico el periodista hondureño Olman Manzano, editor del periódico La Tribuna, de Tegucigalpa, uno de los principales de Honduras. “En el gremio periodístico hay una completa satisfacción por la condena y a la vez existe una exigencia generalizada para que la muerte de más colegas no quede en la impunidad y se dé con los responsables”, afirmó.

Al informar del fallo, La Tribuna precisó que a pesar de la sentencia, por la que los tres quedarán confinados a la Penitenciaría Nacional, cerca de la capital, “se desconoce y se desconocerá quiénes fueron los autores intelectuales en vista que el Ministerio Publico (MP) no pudo negociar con los autores materiales a cambio de una pena menor para conocer quién dio la orden del secuestro y posterior asesinato” de Villatoro.

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"Se sabe quién o quiénes fueron los dispararon, en su papel de sicarios, pero se desconoce quién o quiénes dieron la orden de disparar", dice un académico

Tras el juicio iniciado en marzo anterior contra la banda de los Osorio, a finales de ese mismo mes un tribunal hondureño les declaró culpables de secuestro agravado y de homicidio y solo se estaba a la espera de que se diera a conocer la sentencia.

Villatoro Rivera fue secuestrado el 9 de mayo en la madrugada y asesinado el 15 de ese mes, de un balazo en su cara y otro en la cabeza, y su cadáver apareció ese mismo día en una calle de Tegucigalpa. Al descubrirse su asesinato, prevalecieron temores de que todo quedara en la impunidad, en una nación en la que han estallado escándalos y denuncias por la corrupción en esferas económicas, políticas, militares, policiales y judiciales.

Aunque ha persistido en la agresión a periodistas y comunicadores sociales, la impunidad también ha sido la regla prevaleciente en casos similares contra agentes defensores de los derechos humanos, ambientalistas, feministas, activistas de movimientos populares, sindicalistas, promotores de la diversidad sexual y demás víctimas de la intensa y generalizada violencia que golpea al país, de 7,8 millones de habitantes y hundido en un escenario de miseria que azota al 70% de la población.

Al menos 33 reporteros han sido asesinados en Honduras desde que, en noviembre de 2003, se registró el homicidio a balazos, al salir de su telenoticiero, del periodista Germán Rivas en el occidental departamento de Copán. Rivas había ganado notoriedad por sus denuncias sobre el incremento de la criminalidad en esa región, fronteriza con Guatemala, así como por sus revelaciones acerca de los planes de explotación minera y su impacto ambiental y forestal al amparo del desconocimiento de comunidades campesinas e indígenas, entre otros casos.

De los 33 asesinatos, las dos terceras partes ocurrieron en el Gobierno de Porfirio Lobo, el anterior presidente de Honduras y cuya gestión se desarrolló del 27 de enero de 2010 al 27 de enero de este año. Lobo asumió el poder en una época de profunda crisis política y de represión a factores antigubernamentales, tras el golpe de Estado de junio de 2009 en contra del entonces gobernante Manuel Zelaya, ejecutado por una poderosa alianza de sectores militares, políticos y económicos hondureños.

“El caso Villatoro es uno de varios crímenes de alto impacto que han conmocionado a la sociedad hondureña. En ese, como en otros homicidios, ya se sabe quién o quiénes fueron los dispararon, en su papel de sicarios, pero se desconoce quién o quiénes dieron la orden de disparar”, declaró a EL PAÍS el hondureño Eugenio Sosa, profesor del Departamento de Sociología de la estatal Universidad Nacional Autónoma de Honduras. “Uno no puede estar en contra ni en desacuerdo de que condenen a los que han jalado el gatillo. Pero el tema de fondo, en términos de impunidad y de Estado de Derecho, es dar con los autores intelectuales que son los que ordenaron esos crímenes. A esos logros y resultados estamos muy lejos de llegar”, alertó.

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