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Los yihadistas frenan los combates en Siria para centrarse en Irak

Los radicales suníes llevan a Siria el botín bélico obtenido en sus avances en Irak

Miembros del EIIL marchan por Raqa, en el norte de Siria.
Miembros del EIIL marchan por Raqa, en el norte de Siria.AP

Mientras las milicias del Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL) avanzaban velozmente en días pasados hasta apenas 100 kilómetros de la capital de Irak, Bagdad, el grupo islamista suní ha detenido los combates que libra en la vecina Siria. Los radicales del EIIL, organización nacida de la rama iraquí de la red terrorista Al Qaeda, aspiran a fundar un califato suní en la región. De momento se han hecho con partes sustanciales del norte y este de Siria, inmersa en una guerra civil desde hace más de tres años, así como, esta misma semana, de varias ciudades del oeste de Irak.

El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, organización próxima a los rebeldes sirios, informó ayer de que había detectado un parón de cuatro días en las operaciones militares del EIIL en su territorio. Solo están peleando en las inmediaciones de la disputada ciudad norteña de Alepo. Los radicales conquistaron el martes la segunda ciudad de Irak, Mosul, donde se hicieron con un considerable arsenal bélico del Ejército iraquí, que huyó en desbandada.

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Más brutal que Al Qaeda

La contienda civil siria, que ya acumula más de 160.000 muertos, se ha internacionalizado esta semana, tres años después de que la revuelta popular contra el régimen de Bachar el Asad, iniciada en 2011, degenerase en la sangrienta guerra sectaria que se extiende por toda la región.

Los avances en Irak le darán al grupo yihadista mayor libertad de movimiento, según un informe del director del Centro sobre Terrorismo e Insurgencia de Jane’s, Matthew Henman, citado por Reuters. “El EIIL se llevará el armamento ligero y pesado, los vehículos militares y el dinero que capturó en la toma de Mosul a las áreas del este de Siria que ha estado utilizando como plataforma para [perpetrar] sus ataques”, según Henman.

Los miembros del EIIL son muy activos en las redes sociales, donde estos días han desplegado una ingente propaganda sobre el armamento que consiguieron en Mosul. Los islamistas usan una vistosa bandera negra estampada con textos religiosos. Es imposible verificar cuántas hay auténticas entre las fotos de vehículos blindados, helicópteros Black Hawk y demás armamento adornado con esta enseña del EIIL, supuesto botín de guerra, que se han difundido estos días en Internet.

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El grupo fue expulsado de Al Qaeda en 2013. Se lo considera una banda aún más radical que su antigua matriz. En Siria controlan la única capital de provincia en manos insurgentes, Raqa, donde se han mostrado implacables con los disidentes y con los no suníes, así como en la aplicación de la ley islámica (sharía). Raqa es, además de un laboratorio administrativo, la capital oficiosa del presunto Estado que EIIL asegura representar.

Mientras el Ejército regular del régimen de Bachar el Asad celebra sus avances en el oeste de Siria y la reciente toma de Homs, los islamistas del EIIL mantienen su propia y feroz guerra interna contra otras facciones islamistas rebeldes como el Frente Al Nusra. Los primeros lanzaron una ofensiva contra los segundos en la provincia de Deir el Zor, fronteriza con Irak, que ha durado seis semanas y en la que han muerto 600 combatientes.

Estos, suníes también y vinculados a Al Qaeda, controlan las bolsas insurgentes próximas a la capital, Damasco. Ocupan, por ejemplo, el devastado campo de refugiados Yarmuk, donde viven unos 20.000 palestinos en la miseria absoluta atrapados en los combates entre insurgentes y Ejército. El EIIL, por su parte, es preponderante en las zonas donde los mapas señalan el límite entre Siria e Irak. Los islamistas han publicado fotos de excavadoras liquidando las señales físicas de esa frontera, que ellos no reconocen.

Los altos oficiales sirios a los que ha tenido acceso este periódico no quieren ni oír hablar de la posibilidad de una partición del territorio nacional para resolver la guerra. El régimen de El Asad recuerda las décadas pasadas de convivencia más o menos apacible entre suníes, chiíes, cristianos y alauíes bajo la vigilancia férrea del aparato del Estado. La alauí, ahora objeto predilecto de ataques por parte de las milicias suníes, es una minoría religiosa próxima a los chiíes. A ella pertenecen El Asad y su familia.

El bando leal a Damasco cuenta con el apoyo internacional de Rusia, el del régimen clerical chií de Irán y el de las milicias chiíes libanesas de Hezbolá. Además de las dos ramas chiíes que simpatizan con El Asad, dentro de Siria lo apoyan también la masa laica de las grandes ciudades, muchos cristianos y otras minorías como la drusa. Más que por amor al régimen, por puro espanto a las fuerzas suníes del EIIL y a su brutal aplicación de la ley islámica.

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