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Al Bagdadi, el vengador de Bin Laden

El líder de los yihadistas que atacan Irak y Siria ha llegado a desafiar el mando de Al Qaeda

ÓSCAR GUTIÉRREZ
Las dos únicas fotos de Abubaker al Bagdadi: la primera y más reciente difundida por las autoridades iraquíes; la segunda, en los archivos del Departamento de Estado de EE UU.
Las dos únicas fotos de Abubaker al Bagdadi: la primera y más reciente difundida por las autoridades iraquíes; la segunda, en los archivos del Departamento de Estado de EE UU.

Decía en una entrevista celebrada en abril el general sirio desertor Salim Idriss, excomandante en jefe de los rebeldes, que poseía informes sobre la salida de Abubaker al Bagdadi de Siria, donde había combatido junto a otros jefes yihadistas al frente del Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL). Tan noticioso era saber que Al Bagdadi, máximo responsable del EIIL, había abandonado el país como el hecho mismo de que hubiera estado allí, en el frente, junto a su banda de combatientes islamistas radicales. Que uno de los pesos pesados del yihadismo con raíz en la red Al Qaeda esté en primera línea de batalla dice bastante de quién y cómo es Al Bagdadi, nacido Ibrahim Awwad Ibrahim Ali al-Badri y conocido también como Abu Dua.

Al Bagdadi, natural de la ciudad suní de Samarra (Irak) y de 43 años, es el nuevo hombre a batir en la lucha contra el terrorismo islamista tras la ofensiva de sus hombres en el norte iraquí. Los suyos, como señalaba Idriss en la charla, son milicianos extremistas –alrededor de 10.000, según coinciden varios analistas– llegados de Afganistán, el norte de África e incluso Europa; una radiografía que dista de la que hoy saldría del Frente Al Nusra, organización de la misma raíz que el EIIL, hoy enemiga en el frente sirio, y formada principalmente por iraquíes y sirios.

En Irak empiezan y, por ahora, acaban las ambiciones yihadistas de Al Bagdadi. Este iraquí de piel oliva, ojos marrones y pelo negro, como le describen las agencias de inteligencia que le buscan –EE UU ofrece 10 millones de dólares por pistas que lleven a localizarle– cursó estudios religiosos en la Universidad Islámica de Bagdad. Con Sadam Husein, suní como él, al frente del país, Al Bagdadi, según apuntan muchas informaciones, comenzó a predicar en la provincia de Diyala. Cuando EE UU atacó el corazón de la dictadura, su militancia viró hacia la insurgencia. Acabó en una prisión de Bucca Camp, al mando del Ejército estadounidense.

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Permaneció preso unos cuatro años. Un año después de salir, en el verano de 2010, el Estado Islámico de Irak, del que luego nacería el EIIL y entonces frontal de Al Qaeda en Irak, alzó a Al Bagdadi como nuevo líder. EE UU había liquidado a tres de sus antecesores: Abu Omar al Bagdadi, Abu Hamza al Muhajir y Abu Ayyub al Masri. Según algunos militantes, fue el propio “jeque” Bin Laden el que elevó a Al Bagdadi a lo más alto de la rama terrorista iraquí. Después de que Bin Laden fuera abatido en Pakistán en mayo de 2011 , el nuevo líder del EIL juró venganza. Al Bagdadi prometió y prácticamente acometió un centenar de ataques para vengarle y llevó Irak de nuevo al terror en uno de los veranos más sangrientos desde la invasión, incluido el atentado contra la mezquita de Umm al Qura, la mayor de la capital de Irak, con un saldo de una treintena de muertos.

Pese a que muchos de sus acólitos tratan de presentar a Al Bagdadi como un filósofo de la causa islamista, la crueldad de la campaña siria muestra a un yihadista despiadado, ansioso por el establecimiento de un nuevo califato cueste lo que cueste. Y bajo su bandera. Mandó desde Irak a Abu Mohamed al Golani para unirse a los rebeldes sirios bajo una nueva organización: el Frente Al Nusra. Vanguardia de las batallas más duras para los rebeldes, también a golpe de coche bomba, Al Golani se ganó el miedo del régimen de Bachar el Asad. Al Golani decidió seguir por su cuenta, bajo el plácet del actual líder de Al Qaeda, Ayman al Zawahiri, y hacer caso omiso al edicto de Al Bagdadi para mantenerse bajo su mando.

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Para Zawahiri, doctor egipcio otrora ‘número dos’ de Bin Laden, la contienda pasaba por centrar las operaciones del EII en Irak y dejar a Al Nusra en Siria. Al Bagdadi rompió la baraja y corrió a arrasar en el norte de Siria hasta hacerse con el control de la ciudad de Raqa, donde se aplica aún hoy con mano dura la ley islámica (sharía). Pronto se hizo la guerra entre el nuevo EIIL (añadieron la palabra “Levante” a las siglas de la organización iraquí), Al Nusra y los milicianos rebeldes que iniciaron la revuela anti-Asad. Todos contra el EIIL acabaron por echar a Al Bagdadi, como relataba Idriss, de suelo sirio, aunque mantiene Raqa y muchos puntos estratégicos del este, fronterizo con Irak y rico en hidrocarburos.

Esta vez a la fuerza y tras varias derrotas en el frente sirio, Al Bagdadi y miles de sus combatientes han cruzado a Irak para centrar allí, como quiso en su día Al Zawahiri, sus operaciones, esto es, el establecimiento del soñado califato.

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Sobre la firma

ÓSCAR GUTIÉRREZ
Periodista de la sección Internacional desde 2011. Está especializado en temas relacionados con terrorismo yihadista y conflicto. Coordina la información sobre el continente africano y tiene siempre un ojo en Oriente Próximo. Es licenciado en Periodismo y máster en Relaciones Internacionales

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