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Dos huelgas ponen a Hollande y Valls contra las cuerdas

El paro de ferroviarios y eventuales de la cultura fractura aún más el Partido Socialista de Francia

Cientos de pasajeros se concentran en la Gare de Lyon de París.
Cientos de pasajeros se concentran en la Gare de Lyon de París.BERTRAND GUAY (AFP)

Es lo único que le faltaba a François Hollande para perder aún más popularidad. Dos conflictos sociales en sectores económicos cruciales. Ya los tiene: los dos están liderados por el sindicato excomunista Confederación General del Trabajo (CGT), y ninguno tiene pinta de poder acabar fácilmente. La huelga más sufrida para los ciudadanos, la de los ferroviarios, ha entrado este lunes en su sexto día. Se han movilizado entre el 15% y el 27% de los empleados de la empresa pública SNCF, pero la alta implicación de los maquinistas paraliza cada día al menos la mitad de los trenes.

Los huelguistas se oponen a la reforma ferroviaria, que empezará a ser debatida el martes en el Parlamento e intenta reordenar un monopolio público con los pies de barro y una deuda de 44.000 millones. La segunda huelga es la de los “intermitentes del espectáculo”, los trabajadores fijos discontinuos del teatro, la música, la danza, la televisión y el cine, que se oponen a la reforma de su régimen de protección por desempleo. Los paros ya han suspendido docenas de espectáculos y amenazan con cancelar el Festival de Aviñón, cuyo comienzo está fijado para el 4 de julio.

La empresa pública de ferrocarriles arrastra una deuda de 44.000 millones

Estos conflictos sociales simultáneos han tenido un inmediato efecto político: los diputados disidentes del Partido Socialista (PS) se han radicalizado. Hace un mes, 41 parlamentarios socialistas se negaron a votar el Programa de Estabilidad que incluía los recortes de 50.000 millones de euros a tres años, y ahora podrían hacer lo mismo con las dos nuevas reformas impulsadas por el primer ministro, Manuel Valls, ambas exigidas por Bruselas en aras del ahorro y la libre competencia.

Valls pronunció el sábado su primer discurso como primer ministro ante el comité nacional del PS y sólo tres semanas después de la catástrofe de las europeas trató de erigirse en salvador de la izquierda. Dijo que el riesgo de que Marine Le Pen llegue al segundo turno de las presidenciales de 2017 es real, y añadió que es necesario que el socialismo se reinvente. “La izquierda nunca ha estado tan débil en la historia de la V República”, afirmó. “Y puede morir si no sigue el único camino posible, el reformismo”.

Las revindicaciones de los sindicalistas son económicas y también sociales
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Luego, exigió a los diputados contestatarios que cierren filas con el Gobierno, enfatizando que hace falta “autoridad y firmeza para gobernar”, y que “el parlamentarismo a ultranza” que discute las decisiones de las instituciones “no es sostenible”. El clima en el partido no mejora y es de creciente fractura. Los contestatarios acusan a Valls de intransigencia, y el primer secretario del PS, Jean-Cristophe Cambadélis, ha confesado que teme que los montaraces acaben escindiéndose.

Además de la batalla interna, el Gobierno deberá superar en los próximos días dos huelgas clásicas y de marcado carácter político. Tanto los sindicalistas ferroviarios como los de los discontinuos del espectáculo sostienen que sus reivindicaciones son económicas, pero sobre todo sociales y culturales, que ellos defienden “un sistema de valores frente a la deriva neoliberal y el pensamiento único de la competencia”.

El problema para el Gobierno es que, aunque los franceses son pacientes con los huelguistas, los paros de los cheminots (los ferroviarios) están empezando a ser insufribles para millones de usuarios, y han costado ya 80 millones de euros a la SNCF. Ayer se reforzaron los servicios mínimos para atender las necesidades de los casi 700.000 jóvenes que se examinan estos días del Bac (la selectividad). Y Valls invitó a los líderes de la CGT a dialogar, aunque anticipó que la reforma ferroviaria se hará en cualquier caso. Las otras centrales que impulsan la huelga, SUD Rail y Fuerza Obrera, han pasado a la CGT por la izquierda y no parecen dispuestas a aflojar.

Los sindicatos denuncian que la reforma de la SNCF cambiará la identidad del monopolio ferroviario, degradará las condiciones de trabajo y congelará los salarios. El Gobierno quiere frenar el déficit crónico del sector creando tres empresas distintas a partir de la SNCF, que debe hoy 20.000 millones —sobre todo por la adquisición de trenes de alta velocidad—, y de la compañía que gestiona la red ferroviaria, la RFF, endeudada en 20.000 millones.

Mientras tanto, la huelga de los fijos discontinuos del espectáculo ha llegado este lunes a su cénit con una jornada de manifestaciones y decenas de espectáculos cancelados por todo el país. Valls prometió diálogo y una solución definitiva antes del 4 de julio, fecha en que empieza el Festival de Aviñón.

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