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Tribuna
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Fondos buitres: ¿otra oportunidad?

Argentina no tiene demasiadas alternativas; no solo por lo que significaría un nuevo default, sino también por los juicios que deberían litigarse, casualmente, en el denostado sistema judicial estadounidense

No es fácil seguir –y entender- el proceso de toma de decisiones del gobierno argentino, sobre todo cuando hay cuestiones que rozan el borroso campo de la “soberanía nacional”, que a menudo es el peor consejero de la racionalidad y de las estrategias.

Hasta hace pocas horas, parecía que la Presidenta optaría por el peor de los caminos: el de los fuegos artificiales que hacían presumir los carteles que inundaron Buenos Aires y las manifestaciones “anti-yanquis” que se anunciaban.

Pero la nueva oferta de negociación, el abandono de las agresiones al sistema judicial norteamericano y la reivindicación de la vocación cumplidora de la Argentina que acaba de formular Cristina Fernández, son el inicio de un nuevo camino que - ojalá- se mantenga en el mismo tono en los pocos días que quedan por delante para llegar a una solución.

Argentina no tiene demasiadas alternativas; no solo por lo que significaría un nuevo default, sino también por la catarata de juicios que se avizoran en cualquier caso y que deben litigarse casualmente en el denostado sistema judicial norteamericano. Por ello, es esencial que además de sostener los aspectos declarativos- muy importantes por cierto- la Presidenta acepte las ofertas de ayuda que se le han hecho desde varios espacios políticos; y convierta a la negociación en una razón para la tan necesaria convergencia política.

La política tiene la virtud de poder convertir una crisis en una oportunidad, si se cumple con algunas reglas mínimas, la principal de las cuales es mostrar que todos ganan en la nueva situación. Más allá del atractivo de participar en una negociación trascendente para el futuro del país, la oposición necesita que todos los presagios funestos que implica un nuevo default no se cumplan; simplemente porque quiere un poder lo mas viable posible a partir del 2015. Y Cristina Fernández debería apreciar lo que significa completar su período con la menor cantidad posible de nuevos conflictos- en especial los que generaría un desastroso default.

Si lográsemos salir relativamente indemnes de este final anunciado, sería posible mostrar a los mercados un frente unido alrededor de un principio fundamental de la buena administración: el respeto por los contratos, cuestión que está en duda, como lo demuestra el castigo que nos vienen aplicando las calificadoras de riesgo.Con esa señal, los demás esfuerzos gubernamentales por acercarse a los mercados internacionales se lubricarían abundantemente.

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Tal vez este triste episodio haya tenido otro mérito impensado: mostrar a la Presidenta y al equipo económico, que es lo que puede suceder cuando se corta el 100 por ciento del financiamiento internacional. Porque una cosa es proclamar las bondades del “desendeudamiento”—la política más reaccionaria imaginable, que obligó a los argentinos a pagar el capital de su deuda con impuestos y recursos extraídos de la inversión pública y privada—y otra cosa es ver a la vuelta de la esquina la imposibilidad de pagar sueldos, importar insumos básicos, interrumpir obras esenciales y la eventualidad de otra corrida contra el peso.

En cualquiera de las opciones disponibles, es muy posible que aun haya que enfrentar nuevas causas judiciales: las de quienes piden que se aplique la clausula RUFO; o de quienes se resisten a que se les cambie unilateralmente la legislación aplicable. Todas estas causas se ventilarán ante Tribunales de Nueva York, ¡los mismos cuyas sentencias criticamos en las calles y amenazamos no cumplir! Similar razonamiento se aplica al papel mediador del Juez Griesa, quien puede ser la llave que abra la negociación con los fondos ganadores; y a quien denigran en todos los medios públicos.

El susto es – a veces- un gran motivador de la racionalidad. Si a eso le sumamos el anzuelo de tener un aterrizaje más suave que el esperado en Diciembre de 2015 tal vez podamos hacer de la desgracia, virtud. La alternativa que ofrece el canto de las sirenas de la militancia intransigente es el camino seguro al naufragio.

* Eduardo Amadeo es exembajador argentino en Estados Unidos

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